12 ~ Emociones~

139 23 19
                                    

"El corazón tiene razones que la razón no entiende"

~Jacques Begnine Bossue ~


−¿Se puede saber qué te parece tan gracioso? −preguntó Lorenzo cuándo pudo dejar de reír.

−Tú. −respondió tratando de no reír mas, pero no pudo. La cara de sorpresa de él era épica.

−¿Yo te parezco gracioso? −inquirió tratando de no contagiarse con la risa de ella.

−Sí.

−¿Si? −preguntó esta vez un poco ofendido.

−No. Lo gracioso fue lo que dijiste.

−Te parece gracioso que este en esta encrucijada; sé que acabas de pasar por una decepción amorosa, y quisiera dejar que las cosas se dieran solas, sin embargo, tu únicamente estas aquí de vacaciones. Por eso me atreví a decirte lo que realmente pienso  y siento, en otras palabras, te abrí mi corazón arriesgándome a que me mandes al carajo ¿y ti sólo te parece gracioso? −expresó intentando parecer molesto, lo cual fue un patético intento porque ella volvió a empezar a reír.

−¿Ves cómo eres? En vez de apiadarte de mí, te ríes de mí y en mi propia cara . −dijo sintiéndose  un poco desconcertado porque estaba acostumbrado a que las mujeres se enloquecieran por él, a que lo asediaran, e hicieran todo por complacerlo, no a que se rieran de él, en particular ahora que había dicho algo tan importante y significativo para él.

−Lo siento, de verdad lo siento. No fue mi intención reírme de ti, lamento si te hice sentir mal.

−¿Qué voy a hacer contigo? −quiso saber al sentirse desarmando al verla sonreír y mirarlo tiernamente. Con ella se iba a la borda toda su experiencia en cortejar y seducir mujeres; ella sin saberlo tenía el poder de hacerlo sentir un adolescente novato. 

Gabriela no podía dejar de reír al ver el rostro de Lorenzo, era obvio que él estaba nervioso y seguramente avergonzado,  lo cual significaba que posiblemente era verdad todo lo que le dijo. Si fuera algo que dice con frecuencia a cuanta chica nueva que conoce, lo hubiera dicho tan natural como dar los buenos días. Esperaba tener razón, no tenía intenciones de ilusionarse, sobre todo con alguien a quien no volvería a ver cuando dejara Italia.

−Lo siento, me alegro de que no sea la única que no sabe que decir o que hacer. −expresó, haciendo que él la tomara entre sus brazos, permitiendo finalmente volver a sentir sus músculos tensos.

−Eres la cosita más linda que he conocido.  −aseguró besando su cabeza.

−No sé si tomarlo como un halago o una ofensa. –preguntó intrigada, fingiendo estar dubitativa.

−Claro que es algo bonito, no me atrevería a ofenderte, al menos no intencionalmente.

Como si la presencia de ese monumento de hombre no fuera suficiente para ponerla nerviosa, ahora le palabras lindas que la hacía sentir bien, ¿Cómo iba a resistir caer rendida a sus encantos? Sin dudarlo emocionada correspondió su abrazo, después de todo, era únicamente un abrazo.

−Anda vamos a tu hotel. –dijo soltándose y poniendo su brazo sobre la espalda de ella.

−Recuerda lo que te dije.

−Dijiste muchas cosas.

−No tantas como tú. −comentó con un gesto que le pareció adorable a Lorenzo.

−Anda vamos, se hace tarde, mañana hay mucho que hacer.

−Acuérdate, si buscas es diversión, estas perdiendo tu tiempo.

Luna de MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora