T R E N T A N O V E

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Permanecer en un cuarto de hospital, casi inmovilizado, mientras su hija recién nacida se encontraba en manos de unos hijos de puta y su alfa se hallaba volando hacia otro país, era el mismísimo infierno para San.

Todo su ser dolía, tanto física como emocionalmente. Estaba devastado como nunca antes en su vida lo había estado. Le habían dado justo en sus puntos más débiles, casi asesinándolo. Sin su beba y sin su alfa, San no quería seguir viviendo. Sin embargo, confiaba en Wooyoung, confiaba en que ambos regresarían a su lado.

Pero, ¿cuánto tiempo más tendría que soportar? Porque sentía como si lentamente estuviese agonizando. Y lo estaba. San se encontraba sumergido en un estado de completa tristeza, debilitado a más no poder, apenas pudiendo respirar.

No quería comer, no quería hablar, no quería moverse. No quería nada. Ni siquiera la presencia de Yunho le animaba, quien no se había movido de su lado desde que Wooyoung se había marchado. El rizado apenas le hablaba a su amigo para pedirle ayuda cuando sentía ya muchas ganas de ir al baño. Y sólo eso.

Luego regresaba a la camilla con su ayuda, se acomodaba, abrazaba una almohada que le había pedido a Wooyoung que marcara con su olor y volvía a su rutina de llorar hasta caer rendido por el sueño.

Pero todo empeoró al día siguiente. 
San se despertó de golpe, sintiendo un gran escozor en la marca de su cuello. Todo su sistema se alertó, y al instante se desesperó.

Wooyoung.

El omega cerró sus ojos con fuerza, permitiendo que los sentimientos de su alfa lo dominaran completamente.

Miedo. Angustia. Impotencia. Dolor. 

San rompió en llanto, sufriendo por una interminable hora  aquellos sentimientos que no le pertenecían. Tuvo la certeza de que nada estaba saliendo como Wooyoung lo había planificado. San sentía en su pecho que el plan había fallado y su alfa estaba sufriendo las consecuencias.

Y luego, de repente, dejó de sentir. En su ser ya no habitaba ningún sentimiento ajeno; ningún sentimiento de su alfa. Era como si hubiese perdido la conexión con Wooyoung, como si el lazo hubiese perdido su poder.

El frío lo invadió de pronto, y San soltó el grito más desgarrador de su vida, llorando muy ruidosa y desesperadamente. Apenas sentía la presencia de Yunho y de varias enfermeras, mientras el sufrimiento lo azotaba sin piedad, aniquilando con su última chispa de esperanza.

En medio de sus incontrolables alaridos, San sintió un pinchazo en su brazo. Y al mirar con temor aquellos preocupados ojos mieles de su mejor amigo, entendió que lo habían sedado.

Su dolor haría una pausa.

San cayó dormido, deshecho en lágrimas, luego de susurrar hasta el último segundo el nombre de su alfa. Un alfa que, tal parecía, ya había iniciado su partida.

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𝐒𝐮𝐛𝐥𝐢𝐦𝐞 𝐃𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧 ─ 𝘸𝘰𝘰𝘴𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora