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Quiero que me entregues tus placeres
Que hagamos lo que no se debe

♫Quiero que me entregues tus placeresQue hagamos lo que no se debe♫

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Narrador omnisciente:

Habían pasado algunas semanas desde que Lucía y Danilo se conocieron y rápidamente se volvieron inseparables, compartiendo confidencias y risas como si se conocieran de toda la vida. A pesar de algunas miradas celosas por parte de Jorge, Lucía estaba decidida a seguir cultivando esa amistad que tanto disfrutaba.

Narra Lucía:

—Dale, ma, quiero llevar a un amigo. Si no, va a ser un embole —insistí, tratando de convencer a mi madre.

Juana: —Lucía, bastante me cuesta llevarte a vos y además voy a trabajar, no a pasear —respondió mi madre con su típico tono entre resignado y afectuoso.

—Por eso, ma. Voy a estar casi todo el día sola, y aparte mi cumpleaños lo voy a pasar allá —argumenté, sabiendo que eso podría suavizar su respuesta.

Mi madre se quedó pensativa por un momento, luego rodó los ojos con una sonrisa irónica y soltó una risita.

Juana: —¿A quién tanto querés llevar? —preguntó, curiosa y un poco resignada ante mi insistencia.

—Al Uru, ma —contesté, con una sonrisa juguetona, sabiendo que ese nombre siempre la hacía sonreír.

Juana: —Ay, Lucía, me vas a enloquecer. Anda a avisarle que nos vamos a la madrugada. Si querés, invitalo acá y así nos organizamos mejor —propuso mi madre, mostrando su lado más comprensivo y dispuesto a ayudar.

La sonrisa que se dibujó en su rostro me hizo sentir agradecida y reconfortada. Mi madre era mi cómplice, mi apoyo incondicional en todas mis aventuras.

—Sos la mejor, ma. Gracias —le dije, expresando mi gratitud mientras me alejaba para ir a la casa del Uru.

Caminé unos cuantos minutos por las calles conocidas del barrio, disfrutando del aire fresco y del ambiente familiar que siempre me reconfortaba. Finalmente, llegué a la casa del Uru, donde él se encontraba a punto de salir a jugar a la pelota, como era habitual en él.

—¿Qué onda, Uru? —lo saludé con una sonrisa, contagiada por su energía y su alegría.

Danilo: —¿Cómo está la más boluda de Apache? —respondió él, riéndose mientras me abrazaba con efusividad.

—Ah, ahora por eso no te voy a decir lo que te venía a contar —respondí, haciendo un gesto de fingida molestia mientras me apartaba juguetonamente de su abrazo.

Danilo: —Dale, decime. Aparte, no te puedo tomar en serio con tu pijama de Hello Kitty —me provocó él, sacándome una risa cómplice.

—¿Querés ir a Mar del Plata con mi vieja y conmigo? Voy a pasar mi cumpleaños allá, y estás invitado —le propuse, emocionada ante la idea de compartir ese momento especial con mi mejor amigo.

Mojaa || Danilo Sanchez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora