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Narador omnisciente:
Ya habían pasado dos días y hoy era su último dia que estaban en Mar del Plata, también coincidía con el cumpleaños de Lucía.
Durante estos días Lucía y Danilo, habían fortalecido su vínculo de una manera que nunca imaginaron. Lucía sentia que cada momento a su lado era especial, y poco a poco, se daba cuenta de que se estaba enamorando de él.
Narra Lucía:
La tarde caía lentamente, teñiendo el cielo con tonos dorados y anaranjados que pintaban un paisaje encantador. Por la mañana, mi madre llegó con una torta casera, su voz cálida entonando el feliz cumpleaños mientras llevaba consigo un regalo envuelto con esmero. Al abrirlo, descubrí algunas prendas de ropa y un rosario. Aunque mi fe no era muy grande, siempre había mantenido un respeto por las tradiciones religiosas. Después de compartir un momento especial, mi madre se despidió para ir a su último día de trabajo antes de regresar a casa.
Por otro lado, Danilo también me sorprendió con un regalo por la mañana. A pesar de las limitaciones económicas, había dedicado tiempo y esfuerzo para confeccionar una pulsera de hilo. Con tonos grises, blancos y negros. Me emocionó tanto el gesto que no pude resistirme a ponérmela de inmediato, apreciando no solo su habilidad manual, sino también el profundo significado detrás de ese pequeño pero significativo regalo.
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Nos encontrábamos en el sillón, sin tener ningún plan en mente y con la casa para nosotros solos. A lo largo de estos días, habíamos creado algunos apodos entre nosotros.
Lucía: —Che, Lilo.
Danilo: —¿Qué querés, Lola?
Lucía: —¿vamos a la playa?
Le lancé una sonrisa pícara, esperando su reacción.
Danilo: —¿Eh? ¿Que deci'? ¿Te volviste l0ca? Con este frío, ni en ped0.
Lucía: —Ay, dejáte de joder, Lilo. Es mi cumple, porfa.
Hubo un breve silencio, mientras esperaba su respuesta. Sabía que con esa excusa no podía rechazar la propuesta.
Danilo: —Bueh, qué densa, pero dale, vamos.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro y le di un beso rápido en los labios. Me levanté de un salto y me dirigí a mi habitación para cambiarme.
