este sentimiento

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En el susurro del viento, como Neruda en su canto,
te nombré entre las olas, y el mar se hizo encanto.
Ninguna brisa es tan dulce, como el roce de tu voz,
pues en cada palabra tuya, resuena el eco de Dios.

En la danza de las hojas, como Bécquer en su pena,
te vi en cada sombra, en la luz que se serena.
Pero no hay primavera que florezca con tanto ardor,
como el amor que me ofreces, un regalo de calor.

En la noche estrellada, como Lorca en su dolor,
te busqué entre las sombras, y encontré tu esplendor.
Ninguna luna es tan pura como tu sonrisa clara,
pues al mirarte, mi alma, en el silencio, se prepara.

En el perfume de las flores, como en versos de Gabriela,
te siento en cada aroma, en la magia que consuela.
Ningún jardín es tan bello, como el que tú has creado,
con cada gesto tuyo, el mundo se ha transformado.

En la melodía del río, como en rimas de Salinas,
te escuché en el murmullo, entre las aguas divinas.
No hay corriente que arrastre, la paz que tú me das,
como un río de estrellas que en mis sueños siempre va.

En el brillo de la aurora, como en versos de Machado,
te encontré en cada amanecer, en el cielo dorado.
Ninguna luz del alba puede despertar mi razón,
como el latir de tu amor, que abraza mi corazón.

En el canto de los pájaros, como en poemas de Vallejo,
te vi volar en sus alas, en un vuelo sin espejo.
No hay canto más hermoso que el que tú me inspiras,
como un himno de la vida que en mi pecho se respira.

En el abrazo de la tierra, como en versos de Mistral,
te siento en cada latido, en el ciclo natural.
Ninguna raíz se aferra con tanta fuerza a su hogar,
como el amor que me une a ti, mi eterno bienestar.

En el fuego de la hoguera, como en prosa de Unamuno,
te hallé en cada chispa que estallaba en lo profundo.
No hay llama que arda tanto, ni tan cálida devoción,
como el fuego de tu amor, que convierte en pasión.

En la quietud de la noche, como en rimas de Sábato,
te busqué en el silencio, en un rincón lejano.
No hay sombra que oscurezca, la luz que tú me das,
como un faro en la tormenta, que siempre guiará.

En el vuelo de las aves, como en versos de Hernández, 
te vi cruzar los cielos, en danzas de instantes. 
Ninguna ala se expande con tan dulce libertad, 
como la que me ofreces, que vuela en la verdad.

En el murmullo del bosque, como en rimas de Alberti, 
te escuché entre las ramas, en un canto que me adhiere. 
No hay eco tan profundo que resuene en mi ser, 
como el sonido de tu risa, que me invita a renacer.

En el brillo del ocaso, como en estrofas de Rilke, 
te encontré en el horizonte, donde el día se pike. 
Ningún atardecer pinta con tanto esplendor, 
como el cuadro que dibujas en el lienzo de mi amor.

En el aroma del café, como en letras de Cortázar, 
te saboreé en cada sorbo, en un instante a soñar. 
No hay bebida más dulce que el néctar de tu ser, 
como la esencia del tiempo que nunca deja de arder.

En el latido de la tierra, como en el canto de la vida, 
te sentí en cada pulso que mi corazón anida. 
No hay fuerza tan potente que haga girar el sol, 
como el poder de tu abrazo, que me envuelve en su rol.

En el roce de la brisa, como en prosa de Sabines, 
te hallé entre los susurros, donde todo se define. 
Ninguna caricia es tan suave como el roce de tu piel, 
como un verso que se escribe en el aire de un papel.

En el brillo de los diamantes, como en rimas de Borges, 
te vi reflejar destellos en juegos de colores. 
No hay joya que reluzca con tanto fulgor, 
como el brillo de tus ojos, que encienden mi fervor.

En la calma del silencio, como en el verso de Juan Ramón, 
te siento en cada pausa, en cada respiración. 
No hay tregua tan sincera que me ofrezca tu mirar, 
como un instante eterno que me invita a soñar.

En el murmullo del mar, como en las olas de Whitman, 
te encontré entre susurros, en su canto de afán. 
Ninguna ola es tan fuerte que arrastre mi razón, 
como el vaivén de tu amor, que me llena de pasión.

En la fragancia de la lluvia, como en versos de Neruda, 
te sentí caer suave, en una danza desnuda. 
No hay tormenta tan bella que me haga renacer, 
como el agua de tus ojos, que todo puede florecer.

"Ecos en Papiro: Poesía para tu Alma"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora