capítulo 8

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Enzo

Miraba a Vallolet que se iba, es verdad que yo tengo un pasado oscuro, negué con mi cabeza maldita Nive, para que regresara.Eliot me miró con tristeza, palmeó mi hombro y aparentemente negando con la cabeza.

Eliot —Vamos a casa hablaré con ella.

Eliot habló, pero yo estaba muy enojado difícilmente ella me va a escuchar, ella está enojada y no creo que él pueda hacerle entrar en razón.

Enzo—Señor Eliot, yo voy a casa Vallolet no me quiere ver.

Eliot negó con la cabeza y me miró sonriendo.

Eliot—Vamos, tienes que tener pantalones bien puestos¿te vas a rendir ante la primera prueba?

Yo negué elevando mis ojos al cielo y respirando profundamente.

Enzo—¿Usted confía en mí?

Eliot solo ascendió y caminó a su auto, no me quedó otra que seguirlo.

Subí a mi auto, miré una vez más en dirección de donde se perdió Vallolet, mi corazón golpeó con rudeza, y comencé a avanzar.

En la finca Lizbeth con ayuda de Marta guardaban los víveres, ella estaba pensativa sus piernas aún le temblaban.

Marta— ¿Señora Lizbeth?Hoy Hernán dejó esto.

Marta llamó la atención de la mujer, que le escuchó con dulzura.

—Lo siento Marta, estoy algo distraída.

—Si no se preocupe.¿Esto es importante?

Marta le entregó la carpeta, ella rodeó y miró a su acompañante.

—Marta, tengo que hacer unas llamadas, ¿puedes encargarte de esto?

—Sí, señora Lizbeth vaya tranquila ¿un café?

—Sí, por favor déjame en el despacho.

Lizbeth se sorprendió y se fue a hacer la llamada.

llamando...

Hernán —Hola Lizbeth, ¿supongo que ya te enteras de que el personal quiere aumentar?

Él está eternamente enamorado de Lizbeth, administradora de la finca.

—Mjum, Hernán estoy con muchas cosas este fin de semana tengo visitas.

Lisbeth jugaba con un lapicero.

—OK,tú dime que hago y yo me encargo.

Hernán acarició sus labios y soltó un suspiro.—

—Sé que lo merecen.¿Cuánto piden de aumento?

—Lizbeth ellos piden el 20%.

—Tú eres el administrador ¿dime que debo hacer?

—Bueno el 10% ahora en la quincena que entramos, después en la siguiente el otro 10%

—Genial, hazlo

Hernán guardó silencio pero no aguantó más y sonrió al otro lado de la línea.

—¿Cuándo me vas a aceptar un café?

—Mm,Hernán ya lo habíamos hablado, deja de insistir por favor.

Lizbeth últimamente no se vio con Hernán, porque no quería que haya malos entendidos.Ella trataba lo menos posible de ir a la administración de la finca, ella solucionaba con llamadas y cuando había que firmar, Marta le acercaba las carpetas.

—OK, ya está solo intenté, ja, ja, ja no te pongas tensa, aunque no niego muero porque digas que sí.

—Ya sabes mi respuesta.

Tú mi dulce amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora