capítulo 23

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Mientras en otro lugar dos hombres estaban en unos galpones ocultos.

-Sí vienen aquí señor Rafaelo estamos perdidos.

-Tranquilo yo tengo unos amigos que andan por caminos chuecos.

Hernán se sentó sobre unas cajas y sonrió.

-Voy a dejar a Eliot sin su princesa, sin la mujer e hijo actual.

La frialdad de Hernán, no era peor que la de Rusconni.

Eliot estaba en el despacho cuando sonó la campana de la entrada, Yolanda salió a atender ella no dejaba a Eliot ni a sol, ni sombra-Buenas tardes,¿usted qué hace aquí?

Yolanda estaba con el ceño fruncido.

-Por favor Yolanda déjeme ver a Eliot solo necesito disculparme con él.

Yolanda asintió, y la hizo pasar -Eliot te busca Lucrecia.

Eliot frunció el ceño, si había algo que no deseaba era que Lizbeth le corte su hombría-¿que quiere?

Yolanda susurro-dice que se quiere disculpar-Yolanda la hizo pasar al despacho.

-Hola Lucrecia,llevo prisa por favor sé breve.

Eliot habló con seriedad.

Lucrecia llegó con un niño en brazo de uno tres años, ojos grandes color miel, su piel era blanca y cabello negro, ella tenia alguno moretones-Eliot, aquel día llegaron tus abogados, pero cuando el proceso comenzó a pesar, yo me arrepenti te menti-ella bajo la mirada avergonzada-mi hijo es de Jack,pero nuestra relacion siempre fue toxica, hoy vine para perdón no debí comportarme de esta manera.

-Oh, no Lucrecia está bien,solo debes valorarte más.

-Te puedo dar un abrazo, yo me voy de regreso a España, mis padres están esperando afuera.

Eliot solo estrechó la mano.

-Estoy casado y no quiero malas interpretaciones.

Ella asintió con una sonrisa- Gracias por todo el tiempo que me hiciste feliz, espero de corazón que tu lo seas, te lo mereces.

-Gracias Lucrecia, te deseo una buena vida y trata de no buscar hombres que abusen de ti, eres hermosa y mereces respeto. Chau, bebé tú también mereces ser feliz.

Adiós...-Lucrecia salió con un nudo en la garganta y miró a su alrededor, los recuerdos de cada momento con Eliot,ella lo dejaba atrás.

Vallolet salió justo bajaba las escaleras y vio la mujer que salía con un niño en brazos,ella se iba al despacho y escuchó la campana de la entrada.

-Yo voy...

Vallolet abrió la puerta y Mel sonrió dejando sus maletas. Ambas gritaban y sonreían.

-¡Vallolet, te extrañé...!

Mel hacía puchero,

-¡Mel! - un abrazo y pequeños gritos de euforia, ambas reía.

- Ven, pasa por favor bienvenida, oye cuéntame todo. ¿Cómo es que lo dejaste?

Vallolet llevó a Mel a la cocina y se sentaron en la isla.

-Yolanda, te presento a Mel, ella y yo nos hicimos grandes amigas.

Yolanda saludó con una sonrisa amable.

-Bienvenida, gracias por acompañar a mi niña.

-Gracias señora Yolanda, es un gusto.

Yolanda, les sirve café y las deja solas.

-¿Mel qué tal tu viaje?

Mel sonríe, lleva el café a sus labios y lo bebe. -- muy bien, la verdad es que Luciano se encargó de todo.

Tú mi dulce amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora