ESTUDIOS Y SUSPIROS

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Al día siguiente, el sol iluminaba toda la biblioteca de la Universidad. Todos los estudiantes ya estaban allí, sumergidos en sus libros, preparándose para el día. Entre ellos, Carlos y María, cada uno en su mesa, robándose miradas de vez en cuando.

Carlos estaba tratando de concentrarse en su libro de ingeniería, pero su mente seguía volviendo a María. Había algo en ella que lo atraía, algo que no podía explicar. Cada vez que levantaba la vista de su libro, la encontraba a ella, absorta en sus estudios, con una determinación que le resultaba admirable.

Por su parte, María también estaba luchando por concentrarse. Cada vez que miraba a Carlos, sentía una extraña sensación en el estómago. Nunca había sentido algo así antes. Era como si cada vez que lo miraba, encontrara algo nuevo que le gustaba de él.

Finalmente, después de una hora de robarse miradas y suspiros, Carlos decidió volver a hablarle. Se levantó de su mesa, tomó su libro y se acercó a María.

—"Hola, María ", dijo, extendiendo su mano. María levantó la vista de su libro y le sonrió.

—"Hola, Carlos. Cómo estás?", respondió María, estrechando su mano.

—Estoy bien, gracias! Y tu, como estás? Dijo Carlos sentándose a lado de María.

—También estoy bien, y que estas leyendo, puedes dejarme ver tu libro?

—Por su puesto, ten! Pero dejame ver el tuyo, mientras tanto tú revisas el mío dice Carlos.

—Wow!! Es un libro muy interesante y muy bueno, donde lo conseguiste, dijo María con cara de asombro y una sonrisa muy linda.

—Es un regalo, me lo dio mi profesor de 5to, el profesor de matemáticas. Es un tesoro, siempre va a donde yo voy, dice Carlos sonriendo.

—Y, ¿Cómo se llamaba tu profesor?

—Se llama Yoni, es uno de los mejores profesores que eh conocido.

—Debió ser un profesor muy bueno, seguramente te dejo buenas enseñanzas.

—Sí, fue un gran maestro, asintió Carlos volviendo al libro de María.

Y así pasaron el resto del día juntos, estudiando, hablando y riendo. Descubrieron que tenían muchas más cosas en común: ambos eran apasionados por sus estudios, ambos tenían grandes sueños y ambos estaban dispuestos a trabajar duro para alcanzarlos.

—Me tengo que ir Carlos, ya se hizo tarde, fue un gusto estar aquí contigo, dijo María entregando el libro a Carlos.

—Okey, me encantó pasar el día junto a ti, espero otro día podamos platicar más. Cuídate María, nos vemos mañana en clase, respondió Carlos despidiéndose de María.

Con el paso de los días, su amistad se fortaleció. Pasaban cada vez más tiempo juntos, estudiando en la biblioteca, almorzando en la cafetería y caminando por el campus.

La biblioteca de la universidad se había convertido en un segundo hogar para Carlos y María. Pasaban horas allí, estudiando juntos, ayudándose mutuamente a entender conceptos difíciles y preparándose para los exámenes. Pero a medida que pasaba el tiempo, Carlos comenzó a notar que sus sentimientos por María iban más allá de la amistad.

Pues ya sentía que su corazón latía por María, cada vez que estaban juntos, todo parecía ser sueños.

Un día, mientras estudiaban juntos, Carlos se encontró observando a María. Estaba absorta en su libro, su frente arrugada en concentración. Carlos no pudo evitar sonreír. Había algo en su dedicación y pasión por el aprendizaje que lo atraía aún más.

Sin embargo, también había momentos de tensión. Cuando María se inclinaba para explicarle un concepto difícil, Carlos podía sentir su corazón latir más rápido. Cuando sus manos se rozaban accidentalmente mientras compartían un libro, Carlos sentía un cosquilleo en su estómago.

Carlos intentó ignorar estos sentimientos al principio, convenciéndose de que solo eran producto del estrés del estudio. Pero a medida que pasaba el tiempo, se dio cuenta de que estaba enamorando de María.

Un día, mientras estudiaban juntos en la biblioteca, Carlos decidió que era hora de ser honesto consigo mismo. Miró a María, que estaba absorta en su libro, y suspiró. Sabía que tenía que enfrentar sus sentimientos, pero no estaba seguro de cómo María reaccionaría.

Carlos se encontraba en un dilema. Por un lado, valoraba la amistad que había construido con María. Por otro lado, no podía ignorar los latidos acelerados de su corazón cada vez que estaba cerca de ella.

Mientras María continuaba explicándole un concepto de física, Carlos se perdió en sus pensamientos. ¿Cómo podría decirle a María lo que sentía sin arriesgar su amistad? ¿Y si ella no sentía lo mismo?

Decidió que lo mejor sería mantener sus sentimientos en secreto por ahora. Sin embargo, cada vez que María sonreía, cada vez que su mano rozaba la suya, cada vez que la escuchaba reír, se volvía más difícil para él ocultar lo que sentía.

—"Será posible que María acepte si le pido que sea mi novia", "y si no le gusto? , si me rechaza!? " pensaba Carlos perdido en su mundo de imaginación.

—No, mejor no digo nada, no quiero perder la amistad de María por una estupidez mía.

Así, seguían pasando los días y Carlos, muy a menudo se perdía en su imaginación, pues ya estaba tan enamorado que le resultaba imposible dejar de pensar en María.

Un día, mientras estudiaban para un examen, María notó que Carlos estaba distraído. "¿Estás bien, Carlos?", preguntó, preocupada. "Pareces estar en otro mundo".

Carlos se sobresaltó, volviendo a la realidad. "Estoy bien, María", respondió, forzando una sonrisa. "Solo estoy un poco cansado, supongo".

María asintió, aunque parecía no estar completamente convencida. "Si necesitas hablar de algo, estoy aquí para escucharte, Carlos", dijo, poniendo su mano sobre la de él en un gesto de apoyo.

Carlos sintió un calor reconfortante al contacto de su mano. Sabía que tenía que decirle a María lo que sentía. Pero no ahora, no todavía. Por ahora, se contentaría con estudiar a su lado, robando miradas ocasionales y suspirando en silencio. Pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar la realidad de sus sentimientos.

EL AMOR EN EL EXAMEN FINAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora