Capítulo 10. Pacíficamente carmesí.

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Me quedo sentado en el pasillo por un par de minutos más, hasta que uno de los doctores aparece, indicándome que Jason ya se encontraba estable y podía pasar a verlo. No dudo ni por un momento, poniéndome de pie del suelo lo más rápido que puedo, prácticamente corro a la habitación frente a mí en el pasillo, entrando en esta con desesperación.

Un cálido y blanco ambiente, bastante silencioso apenas siendo interrumpido por el sonido de varias máquinas a lo lejos, es un ambiente bastante deprimente. Lentamente me acerco a la camilla que está en el centro de la habitación, donde un inconsciente Jason está profundamente dormido, con un aspecto adorablemente calmado, y luciendo muy frágil.

Con cuidado me siento en el borde de la camilla, tomando su mano suavemente entre las mías. Esta esposado a la camilla, supongo que ellos tienen miedo de que él vaya a salirse de control o algo así, especialmente ahora que todos saben que los jefes son Espers, deben ser más cautelosos que nunca.

Cuando tomo la mano de Jason, veo como él abre los ojos y me mira, sonriendo por un segundo al verme, algo que me hace sonrojarme mucho.

—Hola... —susurra él, con la voz ronca y algo suave.

—¿Cómo te sientes? —pregunto sintiéndome estúpido, ya que la respuesta es obvia.

—Ven conmigo, acuéstate a mi lado.

No sé si está permitido por su estado actual en el hospital, siendo sincero tampoco me importa, con mucho cuidado me acuesto a su lado en la camilla, apoyándome lo menos que puedo en su cuerpo. Jason aun con las manos atadas me toma de la cintura y me acerca a él, dejándome sentir su cálido aroma a frutas, que me relaja de inmediato.

—¿Estamos a salvo? —le pregunto algo tímido, abrazándolo por el cuello.

—Sí, puedes dormir tranquilo, estoy a tu lado, te voy a proteger.

Antes me preguntaba cual me gustaba más, si sus ojos color rojizo o sus ojos color dorado, pero ahora mismo viendo su rostro cansado pero hermoso, me doy cuenta de que me gustan más sus ojos dorados.

De verdad me gusta Jason.

***

Nunca antes me había puesto a pensar en lo grandes que son los caballos, pero ahora que veo uno a través de la pequeña ventana de ese cochecito, me doy cuenta de que son enormes, más altos que una persona.

Casi una semana ha pasado desde que Jason y yo acabamos con ese Jefe, y con su estado de salud "estable", nos dieron permiso para salir de la capital.

Pero viendo a Jason a mi lado, me pregunto que es "estable" para estas personas, porque yo no lo siento así en absoluto.

Sus heridas externas sanaron, según me dijeron gracias a mi presencia y a mi sangre, pero sus heridas internas... Yo no estoy tan seguro de eso. Me quedé junto a Jason toda la anterior semana en el hospital, siempre lo abrazaba con fuerza, y trataba de mantenerlo tranquilo. Pero en medio de la noche, cuando él creía que yo estaba dormido, lo escuchaba quejarse e incluso llorar del dolor.

Jason siempre hace eso con las personas, mantiene esa actitud fría y sarcástica, aparentando ser el hombre más fuerte del mundo. Pero él también siente dolor y tristeza, y creo que yo soy una de las pocas personas que ha podido ver esa faceta suya, su debilidad...

Pero como los doctores aseguraban que él estaba a "salvo" para poder viajar, aun cuando yo seguía en contra, sus vacaciones comenzaron hoy. No le pregunté, creo que él tampoco quería que lo hiciera, pero muy temprano hoy en la mañana un cochecito tirado por caballos vino por nosotros al hospital.

Al inicio me pareció una broma, porque sé que ellos tienen coches y otros vehículos que funcionan con gasolina, ¿Por qué usar un cochecito tirado por caballos como esos que se ven en las películas de la realeza? Me parece estúpido...

Un guía atrapado por la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora