Capítulo 22. Pacto carmesí.

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Todos guardamos silencio, observando fijamente la pantalla de esa computadora, en la que marcaba un resultado "interesante".

—¿Positivo? ¿Genero secundario Alfa? —lee Jason incrédulo.

Prefiero no hacer ningún comentario por el momento, ya que comprendo lo difícil y confuso que debe resultar para él obtener este resultado, observando cómo incluso se puso pálido al leer la pantalla.

Por pedido de Adam, todos regresamos antes de tiempo a la capital, donde sin dar muchas explicaciones, Adam nos puso a todos bajo una prueba más específica para determinar nuestro segundo género. Estando en el instituto y con equipamiento mejor, Adam nos hizo una prueba más extensa, ya que ahora incluso teníamos nuestros niveles de feromonas y la clase de "alfas u omegas" que éramos.

—Sí, yo también reaccioné de esa forma —respondió Adam, cubriendo su nariz con sus dedos—, mierda, los niveles de mis feromonas volvieron a subir... ¿Es por qué estaba en celo?

—No tengo idea —respondo con sinceridad.

Después de tomar las pruebas pertinentes, los resultados quedaron de esta forma: Adam y yo somos omegas, Jason es un Alfa recesivo con Feromonas inestables, y Josh es un alfa dominante. Supongo que yo era el único que no se sorprendió para nada del resultado, pero todos los demás entraron en pánico, con Josh mudo de la sorpresa, Adam monitorizando sus feromonas como un demente, y Jason cada vez más pálido.

—¿Cómo es posible? Me hicieron esta prueba hace un año en la revisión médica de rutina, y mi resultado seguía siendo "negativo", lo que me clasificaba como un "beta" o lo que signifique eso —pregunta Jason casa vez más nervioso.

—Sí, yo también quisiera saberlo, pero no tengo una respuesta para ti —susurra Adam, sin apartar la mirada de un pequeño aparato en su brazo, el cual seguía marcando la intensidad de sus feromonas—. No sé desde cuándo comenzó, y tampoco me sentía raro hasta eso del "celo", pero ahora... Estoy hablando en serio, ¿Es normal que esta mierda suba tanto?

—No me mires, yo nunca hice una especialización sobre glándulas y el gen ABO, aunque tal vez debería... —me defiendo intentando pasar desapercibido.

De pronto todas las miradas se enfocan en mí, ya que tal vez acabo de decir algo que no debería, que me hace bajar la mirada y sentirme algo nervioso.

—Tu siempre le dijiste a todos que eras un omega, desde que te capturamos en esa ciudad fronteriza, ¿Cómo demonios lo sabias? —pregunta Adam a la defensiva.

—Si te lo digo, no te gustará la respuesta, y tampoco vas a creerme —respondo con seriedad.

—Acabo de recibir la prueba de que soy un omega, el primero en 20 años, en este punto puedo creer cualquier cosa.

Viéndome arrinconando, con la mirada de todos sobre mí, suelto un largo suspiro, ordenando mis ideas para comenzar a hablar.

De esa forma les cuento todo, como fue que tuve el accidente, como recuerdo haber muerto, como desperté en un cuerpo que no era el mío, y todo lo demás. Al principio creí que no confiarían en mí, porque ya le había contado parte de esta historia a Jason y él jamás creyó que yo estaba diciendo la verdad. Pero todos ellos me escuchan atentamente, sin juzgarme, solo pensando en cada cosa que les digo.

—Entonces en tu hogar... ¿Todos son Alfas y Omegas? —pregunta Josh algo tímido, apoyado contra una de las paredes de la habitación.

—No todos, la mayor parte son betas, luego vienen los alfas, y finalmente los omegas, que somos menos del 5% de la población mundial más o menos —explico recordando mis conocimientos universitarios.

Un guía atrapado por la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora