Capítulo 11.

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A lo lejos puedo sentir una voz llamándome.
Joder, ¿ya no se puede descansar en paz?.

-No me digas, nena, ¿tú también te quedaste dormida?.- Escuché su voz tranquila susurrarme al oído, por un minuto pasó por mi cabeza la idea de que era otro sueño más con él, su suave respiración chocaba contra mi cabello.- Despierta, nena, me aburro...

Levanté mi cabeza rápido de la mesa al sentir sus dedos pellizcar la piel de mi brazo, lo cual hizo que él se diera por la nariz.

Luego de llegar a mi casa, vestirme y correr al colegio, el sueño me venció en alguna de mis clases, y eso no pasó desapercibido por el ogro, también llamado Mr. Giuseppe Stevenson, no sé en qué pensaba su madre cuando le puso ese terrible nombre, pobre. El caso es que me mandó por dos horas a la sala de castigos, y con eso llegamos hasta este punto.

-¡Eres un idiota!.- Le grité, él se apresuró a colocar su mano en mi boca para detenerme de insultarlo más. Mi grito causó que el conserje se moviera de su usual puesto de sueño, se supone él debe vigilarnos, pero no, él sólo duerme. Ama su trabajo, estoy segura.

-Joder, cállate.- Lamí su mano para que dejará en libertad mi boca.- ¿Qué mierda, Cassandra?.- Dijo con su ceño fruncido mientras se limpiaba mi baba en su pantalón, me encogí de hombros inocentemente.

-No pensabas dejarla allí de por vida tampoco, sólo adelante el proceso, ya sabes.- Moví mis manos en forma de espiral hacia adelante burlonamente, él rodó sus ojos.- Oye...¿Qué horas son?.

-No lo sé.- Dijo con sus brazos doblados mirando a todos lados menos a mí. En definitiva, es como un niño pequeño.

-No me digas... Edward el bebito se enojó, ¡auww!.- Dije poniendo la común voz con la que se le habla a un bebé mientras tomé su rostro entre mis manos apretando sus mejillas.

-Para ya, Cass.- Dijo juguetón.- Pareces a mi tía-abuela haciendo esto.- Río, sonreí.

-Al menos funcionó.- Dije aún sonriendo.

-Ella no es muy joven ni atractiva para ser sincero...-Él me está provocando, lo sé, por eso en vez de preguntarle si me intentaba decir fea, sólo reí. Él alzó sus cejas sugestivamente.- ¿No me vas a gritar...?

-Ohg, ¿yo? ¿cómo crees?, nunca jamás.- Dije haciéndome la inocente, aproveche para girar la conversación rumbo a algo que me ha dado vueltas desde esta mañana.- Edsito...-Dije inclinándome un poco hacia él- ¿Quiénes eran los hombres que nos "emboscaron" ayer?.- Dije haciendo comillas con mis manos. Él se puso rígido y serio.

-No lo sé.- Aclaró su garganta.- No lo sé, Cass.

-Oh, vamos. Claro que lo sabes, no te hagas.-Hice una pausa.- Dime ya.

-Cassandra...-Fue interrumpido por el grito de Andy junto a Evy diciendo "Práctica" desde la puerta, eso sí despertó a nuestro querido bello durmiente.

Ellas entraron como si nada en el salón, fueron directo al escritorio donde se encontraba el conserje y pusieron un papel en su cara, lo cual supongo era el permiso firmado por el director para poder salir del aula de castigos.

-Bien, niñas.-Aclaró su garganta y rascó su pansa.- Cassandra Rosas puede salir.

-¡Ross!.- Andy lo corrigió en un chillido.

-Por eso mismo.- Miró todo el aula y dijo.- Quién sea Cassandra, salga.

Me giré hacia Edward y le susurré al oído que me debía una explicación, me levanté, tomé mis cosas para irme, pero el me detuvo con su mano.

-Realmente no sé quiénes son, pero lo averiguaré.

-Vale.- Le di una pequeña sonrisa y me encaminé hacia la puerta donde me esperaban las chicas, entonces él gritó.

-¿Y mi beso de despedida?.- Paré y aún de espaldas le saqué mi hermoso dedo del medio.

-Aquí tienes.- Sonreí, lo escuché reír y me alejé.

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Estamos a quince minutos de receso para volver a ensayar cada movimiento.

-¡BUENO MUCHACHAS!.- Gritó el entrenador.- ¡Tomen agua, refresquen sus traseros, descansen porque lo haremos todo de nuevo!.- Se escucharon quejidos, gritos y gemidos por parte los demás, porque las chicas y yo corremos hacia las botellas de agua.

-¡Oh, agua! ¡bendito líquido! ¡líquido preciado!. -Tomó la botella y la destapó.- ¡TE AMO!.

-Hasta el fondo, Shio.- Reí ligeramente mientras ella hacia una cara tremenda llena de pura satisfacción.

-¡Eww, no, Shio!.- Chilló Rosie.- Una señorita jamás bebe el agua de esa manera, que asco.

-Bájale Rosie. Déjala tomar agua en paz.- Gruñí. Shio murmuró un pequeño lo siento.- No te disculpes, Shio. Toma de tu botella tranquila.- Miré a Rosie esperando sus disculpas con una ceja alzada.

-¿Es en serio, Cass?.- Asentí con la cabeza, ella pisoteó con su tenis rosado el piso y dmse dirigió a Shio.- Lo siento, ¿vale?.

Clarie y yo negamos con la cabeza en compás.

-Nada qué hacer con eso, ehh.- Bromeó, la miré y di una pequeña risa nasal.

Me dirigí a las gradas a disfrutar de mis ocho minutos de descanso.

No pude evitar pensar en los sucesos del día de ayer y los de hoy.
Edward es un misterio, nunca sabes que puede estar pensando, de un momento a otro es tierno y bromista, cuando menos lo esperas es duro, enojón y estresante. Toda la bipolaridad encarnada.
La aparición de esos hombres ayer en la entrada de la casa me tiene loca, no puedo parar de pensar en qué tipo de cosas está metido Edward.

No es normal un joven con tanto dinero, quiero decir, la cabaña, la moto, el carro, puede ser de sus papás, pero no lo creo, vivimos en una ciudad grande y mis padred son de los más influyentes, si llegará alguien de categoría ellos ya lo hubiesen tratado. A eso le sumamos todos los hechos extraños que aún no dejan de rondar en mi cabeza, ¿cómo sabe mi número y dirección?.

Fue como si mi cerebro hubiese hecho click, porque recordé el inmenso detalle de que tenía una foto mía, que ni siquiera mis padres conocen, ni siquiera yo sabía de la existencia de esa fotografía.

Debo hablar con él, sentí algo en mi estómago de sólo pensarlo.
Detente, Cassie, él es alguien que no conoce el amor, lo puedo notar.
Recién lo conozco, estoy pensado tonterías.
De cualquier manera, después de mis terribles relaciones, después del asqueroso quiebre de mi corazón, después de él nada es igual.

-¡ARRIBA SACOS DE PAPA! ¡GIROS, SALTOS, POSES Y COREOGRAFÍA COMPLETA!-. Gritó el entrenador.- ¡YA!.- Silbó.

Mientras me dirigía a la rutina de saltos, no pude ignorar el presentimiento y la idea de que Edwards Wells entró en mi vida y nada será igual, ya no hay marcha atrás.
con certeza que si entra en mi corazón todo estará perdido.

Nothing for now.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora