Capítulo 16.

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Edward.

Ha pasado casi una semana, en la cual no he visto y mucho menos hablado con Cassie.
Al principio, me sentía como un propio cobarde incapaz de irse a disculpar, lo cual está un poco fuera de lógica, ya que, no somos novios, pero a veces me gusta hacerme a la idea de que las cosas son distintas, incluso imagino que no aparecí en su vida con intenciones de arruinarla.
Sin embargo, de cualquier forma, debo hayar la manera de alejar todos ésos desquiciados pensamientos con ella, y arreglar las cosas, no puedo perder mi trabajo.

Aparqué el auto cerca a la casa, y pregunté al portero si ella se encontraba allí, y no sé si para mi suerte o desgracia, me dijo que no.
Por un momento sopese la idea de que tal vez, ella no quiera volverme a ver y me haya prohibido la entrada a su casa o algo similar, pero es estúpido. Primero:
-Ella no es tan inmadura.
Segundo:
-A menos de que ella esté loca, profunda y secretamente enamorada de mí, como para mi placer espero que esté y para su sufrir que no, no hay razón justa para que me niegue la entrada. Y bueno, es Cassandra, lo esté o no, nunca aceptaría directa o indirectamente que me añora.

Aunque,
Espero que lo haga.

El hombre acuerpado que se hace llamar Jonie según su placa, me reitera que ella no se encuentra, y que si gusto anunciarme y esperar o regresar más tarde. Le agradezco, y saco el carro del lugar.

Pasé por casa de un colega, a recoger unos informes, dí una vuelta corta por el perímetro, y mientras me acercaba en el auto, distinguí dos manchas a la distancia que hablaban justo a la entrada de la casa de Cass.
Detuve el coche lo suficientemente cerca para verla charlar animosamente con el mismo imbécil de la vez pasada, pero lo suficientemente alejado para pasar desapercibido.

Digamos que no me hace ni pizca de gracia que ella esté con él, entonces sobra decir que no me hizo para nada feliz verla abrazarse con él de ésa manera.

Ella nunca me ha abrazado.

Yo nunca la he abrazado.

No nos hemos abrazado.

Abrazar.
Hace tanto no lo hago, que ya casi lo olvido.
Ojalá ella pudiera ser quién me lo recuerde.

Mi mandíbula se tensó aún más al ver como él besaba su frente, y ella sonreía mientras le preguntaba algo. Él sonrió igual, negó levemente con la cabeza al tiempo en que le respondía.

Sentía que debía ir y golpear hasta el cansancio a ése tipo, pero tampoco me sentía con el derecho de hacerlo.
Y aunque deba, las ganas de disculparme se fueron escurriendo de mí.
Claro, igual debo hacerlo, pero no será hoy.

Encendí el auto, y arranqué hecho una furia sin justa causa, dí la vuelta y chirrie las llantas del carro cuando pasé por el lado del idiota, el cual iba en dirección al suyo. Casi lo atropeyo. Ja. Qué gusto me hubiese dado.

Por el espejo retrovisor logré divisar cómo Cassie se acercaba a él corriendo, y él acarició su mejilla.

Acelere.

Cassie.

Hace casi una semana en la cual no veo y mucho menos hablo con Edward. Las contadas tres veces que lo intentó, le salió mal.
Primero:
Me negué.
Segundo:
Me excuse.
Y aunque me había preparado para lo que era inevitable y quería evitar:
Tercero:
Lo interrumpieron.

No soy tan inmadura como para negarle la entrada a mi casa, pero no ha intentado buscarme, no sé si para mi desgracia o para mi fortuna.

Brad quedó de pasar por casa hoy, adoro pasar tiempo con él así que accedí. Me llevó a mi heladería preferida mientras charlábamos de temas triviales.
Ya en la heladería, resultamos con el fastidioso tema de Edward.

-No sé cómo puedes ponerte de su lado, si el tipo no hace más que mirarte mal.- Le dije mientras llevé una deliciosa cucharada de delicioso helado a mi boca, si mamá me viera me mataría. Por suerte, mi alcahueta Brad, me guiñó un ojo, señaló el estante lleno de sabores normales y no dietéticos, me empujó y susurró que era nuestro pequeño dulce secreto, a lo cual sonreí ampliamente y escogí uno de los más grandes.
Volviendo al tema, él rodó sus ojos y respondió.

:-No se trata de lados, Cass. Simplemente, todos sabemos que Rossie es bien... No muy... Ehh, deja busco una palabra no tan grotesca...- Achicó sus ojos, ubicó su mano en su mentón e hizo un mohín con su boca. Rápidamente normalizó su expresión y dijo.-; Un poco muy regalada y lanzada, el muchacho estaba borracho, es obvio que lo enredó.

Ésta vez fuí yo la que rodó los ojos. A él nunca le ha caído bien Rossie.

-En caso de que fuera cierto, no se ha diculpado.

-Hey, hey, detente ahí. Te contradigo, por dos razones.
Primero:
-Lo ha intentado. Simplemente el momento no se ha dado. Además tal vez se siente mal o algo pero no lo quiere aceptar. Y bueno, de igual forma y fuera de tema:
Segundo:
¿Diacuparse de? A ver muñeca, el tipo está soltero, puede besar a quién le plazca.- Me levantó una de sus gruesas y perfectas cejas.

Ya había pensado respecto a eso, pero me gustaba hacerme a la idea de que teníamos algo en proceso o que después lo habría. Estúpido, lo sé.
Patética soy. Sí, también lo sé.
Sin embargo, obvio, Brad tiene la razón.
Eso dije.

-Tienes razón.- Dirigí mi mirada a la copa que estaba llena de helado.

-¿Cómo puedes decirme que no si...? Espera.., ¿Qué? ¿Dijiste que tengo razón?- Abrió sus ojos como platos, y dramáticamente dijo:- Veo cada vez más cerca el terrible final.

No pude evitar reírme.

Luego de una hora y media más, nos dirigimos de nuevo a casa. No me preocupa el permiso, la suerte de que tu primo sea tu mejor amigo.
Llegamos, y estacionó en la entrada, nos bajamos y quedamos frente a frente.
Nos miramos y reímos.
Él me atrajo hacia su cuerpo, y nos fundimos en un abrazo reconstructor de emociones.
Aún sin despegarnos me susurró:

-Sé que te gusta. Y deberías estar tranquila porque lo tienes loco.

Nos separamos y no pude evitar reír. Le pregunté si se quedaría a cenar.

-Sabes que por tí lo haría, pero tengo una reunión con papá pendiente, ya sabes como es. Dile a tía que me guarde porción dietética para la próxima y que la ancio, aunque no sea verdad.

Solté una carcajada, mamá es famosa por su pastel dietético.
Nos despedimos, y lo ví alejarse, justo pasó un auto chirriando sus llantas por su lado. Juro que fueron de infarto unos milímetros de separación.

Corrí hacia él y le pregunté cómo estaba. Acarició mi mejilla en un gesto tierno y respondió que no le había sucedido nada.

-Idiotas que pagan por licencia y no saben conducir.- Exclamé, rió y nos despedimos nuevamente.

Entré a casa y me preparé para entrenamiento.
Papá discutía porque no encontraba unos papeles "importantes". Rodé mis ojos, y seguí a mi habitación.

Me devolví porque decidí saludar primero, justo cuando estaba por abrir, supe que ésos registros los tenía yo.

-¿¡Es que no entiendes, mujer!? ¡No están los trámites en los que cambiamos sus apellidos!- Mamá abrió sus ojos y papá continuó.:- Sin ésos papeles acaban en malas manos, todo éste tiempo protegiéndola y ocultándola de nada servirán.
La hija de mi hermana corre peligro, prometí cuidarla. Esto no puede estar pasando.

Está pasando.

Así que sí, papá en realidad es mi tío.
Corrí a mi cuarto a buscar los papeles y leerlos de nuevo. Me encerré en el baño, y mientras me deslizaba al suelo en contra de la pared un pequeño trozo de papel cayó al suelo, lo recogí.
En una bonita letra cursiva decía:

"Cuídala. No permitas que nada le suceda, hazlo en mi nombre, hermano. Recuérdarle cada día que la amo, ya que yo no podré.

-Anabelle. "

Las lágrimas caen solas.


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