Capítulo 17, Te eché de menos.

36 4 2
                                    

-¿Cass?- La voz de mi papá a través de la puerta me hizo reaccionar. Al no responder tocó de nuevo.- ¿Cassie...?

Guardé silencio, tal vez piensa que duermo y me deja tranquila.

Pero no.

-Cariño, si no respondes, abriré, sé que estás despierta.- No dije nada, ni me moví.- Bien.

Abrió y se introdujo en mi habitación.

El colchón se hundió a un lado de la cama por su peso, puso lentamente su mano en mi brazo y con delicadeza trataba de calmarme, como si supiera que he estado llorando.

Han pasado tres días desde que encontré la nota.

Tres días en los que no he comido, ni bebido, ni dormido, ni asistido a nada.

Simplemente mis ganas se esfumaron.

Sé que no podré estar así por siempre, y menos si vienen a buscarme mínimo diez personas por día.

-Linda, no puedes seguir así... Ni pretender que nadie lo nota.- Hizo una pausa y lo sentí suspirar- Si tu mamá cree que realmente estás enferma ya sabes porque es... Pero no me engañas, Cassandra. Ni a mí, ni a tus amigas, ni a tu primo, ni a tu futuro novio.

Mi voz sonó rasposa y débil, casi susurrando.

-¿Futuro novio?

-Bueno, eso funcionó.- Casi lo veo suspirar.- Atrajo tu atención.- Soltó una pequeña risa nasal.- Tranquila, no es otro de los locos y controladores planes de tu madre. Sólo alguien que no ha parado de venir en estos casi cinco días.

-¿Cinco días?- Me sorprendí.

-Sí, Cass, cinco días. Su nombre es... ¿Eduardo o algo así, no?- Preguntó.

-Edward.- Susurré, pero me alcanzó a escuchar.

-Eso Edward, es un buen muchacho. Creo que...

Esta vez suspire pesadamente, él lo notó e intentó por otro lado. Él continuó.

-Te han buscando mucho, ¿lo sabes, no?- Hizo una pausa.- Eres muy especial para todos, Cass. No puedes quedarte aquí el resto del año.- Hablaba como si de una niña de cuatro años caprichosa se tratara.- Escucha, cariñ...-

-¿Por qué estás siendo amable, papá?- Mi voz sonó dura, a reproche, casi me atoro llamándolo papá después de enterarme de aquello.

Me senté y giré hacia su dirección, yo creo que ha llegado el momento de que él mismo me diga por qué cambió conmigo.

Frunció su ceño y habló haciéndose el desentendido.

-¿A caso no puedo venir e intentar reanimar a mi hija?- Oye, Marcus, ¿no habrás querido decir... Sobrina?

-Por favor, papá. No pasamos tiempo juntos desde que tengo ocho años.- Su rostro se desencajó un poco, pero si no lo conoces, dirías que tiene la misma estresante expresión.

-Cass, no lo entenderías...Yo..-Cerró sus ojos y meneó su cabeza en negación.- No es el tiempo, ¿ok?

-Nunca es el tiempo,- hice una pausa significativa.- Papá.

Me miró curioso y con cierto miedo en sus ojos azulados, pero decidió ignorarlo. Como siempre.

-Escucha, Cassie, levántate de una vez, toma una ducha, y baja a comer algo, ve a tu lugar especial en la parte trasera y toma aire.

Sentí un dolor en mi pecho, al escuchar llamarlo "Tu lugar especial", antes era nuestro lugar especial, y no me enviaba allí sola, siempre estaba conmigo.

Él decía que era una princesa, y siempre convertíamos ese espacio en un castillo; él era mi rey.

Éramos inseparables, nos teníamos tanta confianza... Mamá estuvo recuperada para ese entonces; todo era perfecto.

Pero todo acabó a mis ocho años, se volvió un obsesionado por el trabajo, casi nunca en casa, y cuando lo está, lo pasa en su estudio. En mi opinión, eso afecta a mamá.
Pero también se volvió alguien con quién no se puede hablar, qué irónico

-No quiero.- Me crucé de brazos, y dejé de mirarlo.

-No pregunté si querías, es una orden.- Alzó sus cejas.

-Te espero abajo en 40 minutos para la cena familiar de esta noche. Te tenemos una sorpresa.- Sonrió aún en medio de su orden.

Al no ver mi respuesta, se encaminó a la puerta.
Antes de que abandonará la estancia, mi voz lo detuvo.

-No intentes arreglar lo que destruiste hace nueve años, Marcus.

Aún de espaldas, quedó inmóvil, antes de que él pudiera decir algo, me levanté y rápidamente corrí hacia en baño.
Casi caigo en el proceso, creo que mis piernas están resentidas por no moverlas en, uh, cinco días.
Cerré la puerta del baño, y esperé a oír la de mi habitación hacer lo mismo.

Cuando logré oír sus pasos alejarse, me deslice por la puerta tal como el día en que supe lo que decía aquél trozo de papel, del cuál me aseguré bien de esconder.

Después de tomar un relajante baño de burbujas en la tina que me sentó de maravilla, envolví mi cuerpo en una toalla blanca al igual que mi cabello, busqué algo cómodo para ponerme y noté mi celular, me acerqué y lo tomé entre mis manos, sólo para confirmar que estaba apagado.

Lo enchufe, me coloqué la ropa, cepille mis dientes y mi cabello.

No sé cómo mirar a Elizabeth a la cara. Saber que no es mi madre me duele, pero me duele más que me hayan mentido.
Ella y papá.

Mientras buscaba alrededor mis pantuflas, me fijé en el reloj y me aseguré de que fueran más de cuarenta minutos los que me tomé. Escuché el interfono que teníamos en los cuartos, lo tomé y oí a mamá gritando mi nombre, y a alguien más diciéndole que me dieran mi tiempo, aunque no alcancé a reconocer su voz por lo lejano, era muy conocida para mí.

-Llevas una 25 minutos atrasada, Cassie.- Dijo papá firme.

-Lo sé.- Dije seca.

-Apúrate.

-Si me entretienes por aquí tardaré más, papá.- Traté de no sonar tan grosera, lo escuché suspirar y casi puedo verlo cerrando sus ojos.

-Sólo baja ya.- Asentí aunque no podía verme, y colgué.

Ví mis pantuflas en una esquina al lado de mi cama, y me acerqué a ellas, sentí su deliciosa tela en mis pies y alcé mi vista, para ver en el perchero la chaqueta negra hecha con fino cuero de Edward.

Tuve la intención de ir y tomarla entre mis manos, pero me contuve, debo acabar con esa atracción que siento por él.
Suspire y me dirigí a la puerta.

Salí de mi habitación y me encaminé hacia las escaleras, las bajé y fuí a la cocina.
Ya en la entrada, quedé congelada totalmente al verlo.

No puedo creerlo.

Oh, por Dios. Está aquí.

Tapé mi boca abierta con mis manos, y sentí mis ojos llenarse de lágrimas por la emoción.
Se acercó y quedó frente a mí.

Aún en la misma posición a duras penas logré gesticular.

-Estás aquí.- Aún no podía creerlo.

Puso su linda sonrisa y con su actitud de siempre me respondió.

-No creo que conozcas a otro igual, mi enana.

Me eché encima de él, abrazándolo. Me dio algunas vueltas en el aire, y sin dejarnos de abrazar, pronunciamos al mismo tiempo.

-Te eché mucho de menos.



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 11, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Nothing for now.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora