Capitulo 8

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Después de un tiempo, los dragones se encontraban desayunando juntos. Kyle no podía dejar de mirar a Valentin, el dragón rojo que tenía a su lado. El leve sonrojo que coloreaba sus mejillas delataba la felicidad que sentía al tener su mano cerca de la de Valentin, quien no parecía notar cómo los dedos de Kyle se deslizaban suavemente junto a los suyos, disfrutando del toque furtivo y cálido.

Pero a pesar de su alegría, algo preocupaba a Kyle. Miraba el ojo morado de Valentin con inquietud, preguntándose qué le habría pasado a su compañero. Finalmente, no pudo contener su curiosidad.

—Oye, Val, dime cómo te hiciste esto —preguntó Kyle con cuidado, mientras colocaba su mano cerca del moretón en el rostro de Valentin, mirándolo con preocupación.Valentin no respondió de inmediato, uniendo una mirada vaga al recuerdo del beso que se habían dado hacía apenas unos instantes. Tal vez fue por la cercanía inesperada, la conexión que habían compartido, que su mente se dirigió a esos instantes de intimidad, apartando temporalmente el pensamiento sobre su ex suegro. Se vio obligado a buscar una excusa para 

evitar responder la pregunta de Kyle.

—Bueno, ya sabes cómo son las cosas en el trabajo, algo de estrés aquí y allá —dijo Valentin, apartando con cuidado la pregunta. Luego, con una sonrisa, quiso desviar la atención hacia los niños.

—Oye, Richard —llamó a su hijo, quien jugaba con Lucas a crear pequeñas figuras con la comida en sus platos.

—¿Sabes cómo es que tu padre se hizo este golpe? —le preguntó Kyle, con una sonrisa hacia el pequeño.

Richard, de cinco años, con su inocencia característica, levantó la vista hacia su padre, notando ahora el color oscuro en su ojo. Se giró hacia Kyle con una expresión seria que parecía mucho mayor que su edad.

—¿Papi está bien? —preguntó Richard, casi demandando una respuesta.El pequeño Lucas, que era su compañero de juegos, agregó, tratando de ser más juguetón para suavizar la tensión que percibía—. ¡Dile a tu papá que le daremos un abrazo de dragones para que se mejore!

Valentin y Kyle intercambiaron una mirada cómplice y cómica al escuchar las palabras de los niños. La ternura de sus hijos sirvió para acercar aún más a los dos dragones adultos, permitiéndoles compartir un momento de calidez, mientras sentían que ese inesperado desayuno juntos les estaba dando una oportunidad de un nuevo comienzo.

El beso que se dieron hace un instante quedaba aún fresco en la mente de ambos. Fue un momento tan inesperado como placentero, donde se percibió la química que fluía entre ellos, como si algo más grande los uniera más allá de sus circunstancias presentes. Kyle decidió que, por ahora, dejaría a un lado las preguntas incómodas para centrarse en disfrutar del momento.

A medida que el desayuno continuaba, los niños seguían jugando con la comida, inventando historias de dragones que luchaban y se unían para salvar el mundo. Valentin y Kyle, por su parte, compartían miradas tímidas pero cargadas de emociones. La cercanía de sus manos y las risas de sus hijos creaban un ambiente cálido y familiar que ambos habían extrañado.

—Parece que nuestros pequeños héroes tienen mucha imaginación —comentó Kyle, señalando a Richard y Lucas con una sonrisa.

—Sí, y también parecen tener mucho apetito —respondió Valentin, sonriendo mientras observaba cómo los niños se sumergían en su mundo de fantasía.

El humor ligero de los niños ayudó a aliviar la tensión y permitió que los dos dragones adultos se relajaran. Kyle se sintió más a gusto en presencia de Valentin, disfrutando del ambiente amigable y la compañía. Sin embargo, no podía evitar pensar en el ojo morado de Valentin y la posible amenaza que podía suponer para él.

A medida que la conversación fluía, Kyle decidió cambiar de tema, deseando evitar cualquier mención adicional a los problemas de Valentin. En su lugar, optó por comentar el beso que se habían dado anteriormente, permitiendo que el momento especial entre ellos se volviera un punto de enfoque en su relación.

—Sobre el beso que nos dimos antes... —dijo Kyle con una sonrisa suave, esperando no ser demasiado directo—. Fue algo inesperado, pero... me gustó. Valentin le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con una chispa de sorpresa y afecto. El beso había sido una sorpresa para ambos, pero también una señal de que había algo más entre ellos, algo que valía la pena explorar.

—A mí también me gustó —respondió Valentin, sus palabras suavemente llenas de sinceridad.

El ambiente entre ellos se hizo más íntimo, y ambos parecían aceptar de buena gana la posibilidad de un futuro juntos, aunque todavía con cierta cautela. Sus manos, ahora entrelazadas sobre la mesa, parecían hablar por sí solas, transmitiendo una promesa tácita de cuidarse mutuamente.

Los niños, ajenos a la conexión creciente entre sus padres, seguían jugando y disfrutando de su desayuno. Sin embargo, de alguna manera, su presencia y alegría contribuían a fortalecer el vínculo entre Valentin y Kyle.

Con el paso del tiempo, los dos dragones adultos sabían que había mucho que resolver, especialmente en relación a los problemas pasados de Valentin y los miedos de Kyle. Pero por ahora, decidieron permitir que la química entre ellos creciera y dejar que el destino guiara su camino.

El desayuno continuó con risas y charlas amigables, mientras los niños seguían inventando aventuras y retos para sus dragones imaginarios. Mientras tanto, Valentin y Kyle se acercaban más el uno al otro, confiando en que este encuentro casual podría ser el comienzo de algo más.

Después de disfrutar de su desayuno juntos, Valentin y Kyle decidieron llevar a los niños al parque donde se habían conocido. Querían darles a Richard y Lucas la oportunidad de jugar y explorar, mientras ellos aprovechaban para pasar más tiempo juntos y conocerse mejor.

A medida que caminaban hacia el parque, los niños corrían adelante, charlando animadamente sobre los dragones imaginarios que habían inventado durante el desayuno. Valentin y Kyle los observaban con ternura, encontrando su entusiasmo contagioso.

—Me alegra ver a los niños tan felices —comentó Kyle, sonriendo mientras observaba a Richard y Lucas correr por el sendero.

—Sí, su energía es contagiosa —respondió Valentin, devolviendo la sonrisa. Al caminar juntos, sus manos se rozaron de vez en cuando, creando una sensación de cercanía y conexión.

Al llegar al parque, los niños se apresuraron a correr hacia el área de juegos, riendo y gritando de emoción. Valentin y Kyle se acomodaron en un banco cercano, desde donde podían vigilar a los niños mientras charlaban tranquilamente.

—¿Cómo te sientes acerca de todo esto? —preguntó Kyle, rompiendo el silencio mientras observaba cómo Richard y Lucas jugaban juntos.

Valentin suspiró suavemente, reflexionando sobre la pregunta. Había mucho que procesar, pero no podía negar que estaba disfrutando de la compañía de Kyle.

—No voy a mentir, ha sido un tiempo difícil. Pero estar contigo... me da esperanza —admitió Valentin con sinceridad, encontrando en Kyle un consuelo que no esperaba.

Kyle asintió con empatía, sintiendo una conexión genuina con Valentin. Habían compartido experiencias difíciles, y esa comprensión mutua los acercaba aún más.

—Entiendo cómo te sientes. También he pasado por mucho, pero estar aquí contigo me hace sentir que las cosas pueden mejorar —dijo Kyle, entrelazando sus dedos con los de Valentin.

Mientras conversaban, Richard y Lucas se unieron a otros niños en el parque, creando nuevas historias de dragones y aventuras. La risa de los niños llenaba el aire, y ambos dragones adultos se dejaron llevar por la serenidad del momento.



El color de tus escamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora