Capitulo 9

59 4 1
                                    

Kyle tomó la mano de su amigo con una sonrisa, y Valentin respondió apoyándose en él. Ambos dragones se sonrojaron pero no pudieron evitar sonreír.

—Jeje, perdón si me tomo muchas libertades, Kyle —dijo Valentin, su rostro rojo de vergüenza por el gesto del dragón azul.

—Tranquilo, Valentin. Me gusta estar así contigo. Me siento más tranquilo —respondió Kyle, entrelazando sus dedos con los de Valentin. Se miraron por un segundo, sonriendo, antes de regresar su atención a los dos niños, que estaban haciendo nuevos amigos.

Kyle aprovechó la oportunidad y plantó un beso en la frente de Valentin, quien puso una expresión de sorpresa que le causó gracia a Kyle. Sonriente, se inclinó de nuevo y le dio otro beso, esta vez en los labios.

—¿Saldrías en una cita conmigo, Valentin? —preguntó Kyle, acariciando su espalda y mano, antes de dirigirse a su ojo descolorido y empezar a masajearlo suavemente.

—¡OUCH! Eso duele, por favor, para —dijo Valentin entre quejidos y súplicas, liberándose de la mano de Kyle con unas lágrimas en los ojos. Respiró hondo y añadió—. Tranquilo, sabes que soy doctor. Puedo ponerme una pomada para bajar la hinchazón. Y claro, ¿por qué no? No tengo nada que perder, la verdad.

Kyle sonrió, complacido con la respuesta de Valentin. —Genial, entonces es una cita. —dijo Kyle con una mirada traviesa y una sonrisa cálida.

Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua y observando a los niños jugar. Richard y Lucas corrían felices, inventando nuevas historias de dragones y aventuras. El ambiente en el parque era sereno y acogedor, lleno de risas y alegría.

—Gracias por esto, Kyle —dijo Valentin, rompiendo el silencio. Su voz era suave, llena de gratitud—. No sabía cuánto necesitaba esto.

Kyle apretó la mano de Valentin con cariño.—Yo también lo necesitaba —respondió, mirándolo con afecto—. Este es solo el comienzo, Val.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, los dos dragones se sintieron más cercanos que nunca. La promesa de una cita futura llenó sus corazones de anticipación y esperanza, mientras observaban a sus hijos jugar, sabiendo que juntos podrían construir algo hermoso.

Finalmente, cuando el cielo comenzó a oscurecer, llamaron a los niños para que regresaran. Richard y Lucas corrieron hacia sus padres, todavía llenos de energía y entusiasmo.

—¿Nos vamos a casa, papi? —preguntó Richard, abrazando la pierna de Valentin.

—Sí, es hora de irnos —respondió Valentin, levantando a su hijo en brazos—. Pero volveremos pronto, lo prometo.

Kyle tomó la mano de Lucas y, con una sonrisa, ambos dragones comenzaron a caminar de regreso, sus corazones llenos de esperanza por el futuro y la promesa de nuevos comienzos.

Y así, con la cálida luz del atardecer iluminando su camino, Valentin y Kyle se dirigieron a casa, sabiendo que este era solo el comienzo de una nueva y emocionante aventura juntos.


A medida que caminaban de regreso a casa, el aire fresco de la tarde envolvía a los dos dragones y sus hijos, creando una atmósfera tranquila y reconfortante. Los niños, aunque cansados, seguían hablando sin parar sobre sus aventuras en el parque y los nuevos amigos que habían hecho.

—Papá, ¿podemos volver mañana? —preguntó Lucas, mirando a Kyle con ojos llenos de esperanza.

—Claro, campeón —respondió Kyle, acariciando la cabeza de su hijo—. Podemos venir siempre que quieras.

Valentin miró a Richard y le preguntó—. ¿Te divertiste hoy, pequeño dragón?

—¡Sí, papi! Fue genial. ¡Lucas y yo somos los mejores cazadores de dragones! —respondió Richard con entusiasmo, imitando el rugido de un dragón.

Kyle y Valentin rieron, disfrutando de la energía contagiosa de sus hijos. La caminata continuó en un silencio cómodo, cada uno perdido en sus pensamientos pero apreciando la compañía del otro.

Finalmente, llegaron a sus respectivos hogares. Se detuvieron en la entrada, un poco reticentes a despedirse después de pasar un día tan agradable juntos.

—Bueno, creo que es hora de despedirnos —dijo Valentin, aunque no quería que el día terminara.

—Sí, pero recuerda que tenemos una cita pendiente —respondió Kyle, sonriendo—. No olvides esa pomada para tu ojo.

—Lo haré —dijo Valentin, devolviendo la sonrisa—. Y no, no olvidaré nuestra cita.

Intercambiaron una última mirada cargada de promesas y esperanza antes de despedirse con un abrazo. Kyle se agachó para dar un beso en la mejilla de Richard y luego en la de su propio hijo, Lucas.

—Hasta mañana, amigos —dijo Kyle, despidiéndose.

—Hasta mañana —respondió Valentin, sintiendo una calidez especial en su corazón.

Mientras se alejaban, Valentin sintió la pequeña mano de Richard apretar la suya con fuerza.

—Papá, Kyle es muy amable. Me gusta mucho —dijo Richard con una sonrisa.

—Sí, hijo, Kyle es muy especial —respondió Valentin, mirando hacia la dirección en la que se había ido Kyle y sintiendo una renovada esperanza en su pecho.

Esa noche, después de acostar a Richard, Valentin se sentó en su sala de estar, reflexionando sobre el día. No podía evitar sonreír al pensar en Kyle y en la posibilidad de un futuro juntos. Sentía que había encontrado algo que creía haber perdido para siempre: la esperanza de una nueva vida llena de amor y felicidad.

Al día siguiente, al despertar, Valentin se sentía más ligero, más feliz. Decidido a empezar el día con una actitud positiva, se preparó y preparó a Richard para otro día en el parque. Cuando llegaron, no se sorprendió al ver a Kyle y Lucas ya allí, esperándolos con sonrisas en sus rostros.

—Buenos días, Val —saludó Kyle, acercándose con pasos rápidos—. ¿Listo para nuestra cita?

—Más que listo —respondió Valentin, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Los niños, emocionados de ver a sus amigos, corrieron juntos al área de juegos, dejando a Valentin y Kyle un momento de tranquilidad para ellos.

—Me alegra que hayas venido —dijo Kyle, acercándose más a Valentin.

—A mí también, Kyle. Esto... esto se siente bien —respondió Valentin, sus manos encontrándose de nuevo, entrelazándose naturalmente.

—Sí, lo hace —dijo Kyle, mirándolo con afecto—. Vamos a aprovechar al máximo este día, ¿te parece?

—Definitivamente —respondió Valentin, sonriendo con una confianza renovada.

Mientras los niños jugaban, Valentin y Kyle se sumergieron en conversaciones más profundas, compartiendo historias de sus vidas, sus sueños y sus miedos. Con cada palabra, sentían que su conexión se fortalecía, que sus corazones se abrían más y más.

El día avanzó y, una vez más, se encontraron envueltos en risas, miradas cómplices y gestos de cariño. La cita en el parque fue solo el comienzo de muchas más que estaban por venir, cada una acercándolos más y más.

Y así, bajo el cálido sol y con la brisa suave acariciando sus rostros, Valentin y Kyle comenzaron a construir una nueva historia juntos, una historia de amor, esperanza y felicidad compartida, sabiendo que, sin importar los desafíos que vinieran, estarían ahí el uno para el otro, apoyándose y creciendo juntos.

El color de tus escamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora