Capítulo 14

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Capítulo 14
Culpas

—Luciana, en unos minutos está la comida avísale a Julio —grita mi madre desde la cocina.

—Ya le mandé un mensaje —respondo—. Mi tío me acaba de dejar un mensaje, no va a poder llegar a la comida, pero dice que le dejes guardado en la tarrina verde, la más grande, por el amor de Dios.

Escucho una risa divertida de mi madre mientras continúa en los últimos detalles de la cena. Salí de la ducha hace menos de cinco minutos y aún tengo el cabello húmedo, necesito secarlo un poco, pero olvido hacerlo cuando me acerco a la puerta principal para recibir a nuestro invitado. Julio me sonríe de oreja a oreja. También tiene el cabello húmedo y huele rico. Es tan atractivo.¿Pero qué me pasa? Que mi corazón se acelere cada que veo al vecino es sin duda un síntoma de la diabetes, si, culparé a la diabetes.

—He traído el postre — ¿que él no es el postre? Me pongo triste—. Me incomoda venir sin nada en las manos. Lo he comprado.

Me ofrece la caja con el postre.

—Que rico, me encantan los postres —aunque me encantaría más que Julio fuera el postre.

¡LUCIANA!

—Mamá, ¿dónde está mi bolsita? ¡Necesito mi dosis, pero ya!

—¿Te sientes mal? —se preocupa Julio.

Si, de repente siento que el corazón se me sale del pecho con tan solo escucharlo. Obvio que estoy mal, pero de la cabecita.
Mi madre me trae la bolsita y me quita la caja.

—Estoy bien —le aseguro.

—Julio, no debiste —dice mi madre echandole un ojo al postre—, pero ya que lo hiciste me comer la parte de Luciana.

Julio sonríe entre avergonzado y divertido, seguro que por mi exageración sobre lo mucho que amo el postre, si, al postre, no a él.

—Si, me encanta, pero está prohibido —acepto la triste realidad.

A ver, que por tener diabetes tipo 1, no significa que no pueda comer dulce en absoluto, sí que puedo con los debidos cuidados, tampoco es que me pueda atracar una tienda de dulces, con moderación, muuuucha moderación, el problema es que cuando se trata de postres me olvido de la moderación y la cordura. Prefiero mantenerme lejos de la tentación.

—Lo siento —susurra Julio.

Ahora no me sentiría mal si reemplazo ese postre con este postre. ¡YA BASTA, LUCIANA!

—Necesito mi dosis urgente —aviso.

Me voy al baño en busca de privacidad, un chiste total porque el propio Julio ha tenido que pincharme la piel para ponerme la dosis de insulina... ya me gustaría que me pinchara...

—Estoy enloqueciendo —me miro en el espejo.

Creo que el agua salada me hizo mal. Me lavo la cara y me lavo las manos. Salgo del baño lista y calmada para convivir con el invitado.

Mi madre ya ha puesto la mesa así que solo queda sentarnos y disfrutar. Julio y mi madre se llevan a la perfección nunca se quedan sin temas de conversación y me hace sentir algo aliviada no tener que intervenir. El postre se ve delicioso, es tiramisú de pistacho, mi favorito. Mi madre lo interroga para saber dónde lo ha comprado. Nos reímos un rato contándole que pasó en nuestra salida.

Desde las cenizas, cariño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora