Capítulo 5

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Capítulo 05
¿Te gusta el vecino?

No puedo dejar de pensar en Julio, bueno, en el gato de Julio. Debo admitir que aún me siento muy culpable y no puedo conciliar el sueño por ello. Tampoco es que sea la Bella Durmiente, las últimas semanas se me ha hecho difícil tener una rutina de sueño digna, lo cual ya es muy complicado por mi diabetes.
Los árboles se remecen con el viento consiguiendo un sonido tranquilizante esta noche.
Mi tío tiene razón al defender la tranquilidad de este barrio, todos parecen estar pendientes a sus propias vidas, nadie tiene el tiempo para entrometerse o husmear en la vida de otros y algo que me esta encantando de estar aquí, sin duda, son la cantidad de árboles que abunda en cada patio en toda la cuadra.
Me canso de contar ovejas en un intento fallido para quedarme dormida, me levanté algo frustrada, no me gusta perder el sueño porque es tan seguro que mañana tendré unas ojeras tan oscuras como las de los osos pandas. A nadie le gusta verse como un oso panda o peor aún, como un mapache.
Me rindo, dormir no es algo que esté a mi alcance en este momento. Me levanto para agarrar la laptop y empiezo a buscar plantillas para mascotas perdidas. Ese gato tiene que aparecer para así aliviar mi intranquilidad (culpa), pero ni tengo al alcance la foto del gato en cuestión. Me dejo caer de espalda al colchón. Miro la hora, aún no son las doce.

—Tío —llamo, saliendo de mi cama.

Abro la puerta de la habitación y sigo por el pasillo hasta el cuarto de trabajo de mi tío. La puerta está semi abierta, la termino de abrir y alcanzo a ver a mi tío dormido en una posición muy incómoda. Mañana es seguro que su cuello dirá "Hasta aquí llegaste". No tengo ganas de despertarlo, se lo ve muy cansado, tampoco quiero escucharlo quejarse del dolor mañana. Es un dilema.

—Tío, creo que ya debes irte a tu habitación —hablo en tono muy bajito.

Lo muevo con delicadeza para no asustarlo. Ya, yo misma tengo traumas causados por mi madre, que en más de cinco ocasiones me ha levantado gritando y remeciendo mi cuerpo como si se tratara de un peluche, así que no quería ser la causa de un posible infarto hacia mi tío.

—Aún no he terminado de revisar este avance de la tesis de mi alumno —habla adormilado.

—Mañana continúas, tío. Mejor vete a dormir.

—Esta bien —fácilmente acepta.

Bueno, resultó fácil convencerlo. Me aseguro que entre a su habitación y cuando lo hace, continuó con lo mío, trato.
Bajo a la cocina y agarro el cartón con leche, me sirvo un vaso y procedo meterlo en el microondas. Veo pasar los treinta segundos y agarro mi vaso con leche cuando este termina.
A gusto tomo asiento y miro por la ventana hasta terminar de beber la leche.
Subo a la habitación y esta vez pongo en silencio mi celular, así evito distracciones.
Miro el techo con aburrimiento por minutos o tal vez horas hasta que por fin cierro los ojos para quedarme dormida profundamente.

—Luciana, se nos hace tarde —avisa mi tío.

Y como decía, me costaba dormir y claramente me costaba más despertar. Hoy sí que iba tarde y si mi tío esperaba a que me alistara, se le haría tarde también.

—Iré en bus, no te preocupes, vete antes de que se te haga tarde, tío.

—¿Estas segura? ¿Sabes que bus tomar?

—Segura y creo que la línea 17 es la que me deja justo en la entrada.

—Correcto. Entonces, nos vemos luego —se acerca y me da un beso en la frente para luego tomar su termo y salir de casa.

Desde las cenizas, cariño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora