Capitulo 13

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Capítulo 13
¿Amor?

Hoy soñé con ella, fue un sueño tan bonito, tan especial y alegre como siempre fue el estar a su lado. Fue un sueño del que no quería despertar, uno en el que quería permanecer para siempre, pero las cosas nunca son como uno las desea en el camino todo puede cambiar en segundos.

—Estas bien, cariño, te ves terrible —admite mi tío.

—¿Quien se ve terrible? —cuestiona mi madre.

La veo en la puerta principal, se ha puesto muy guapa para venir de visita. Pretendo levantarme de la silla para saludarla, pero amanecí con un terrible dolor de cabeza.

—Tu hija —dice mi tío, acercándose a saludar. Me mira y niega en reproche—. Parece que anoche olvido su dosis de insulina.

—¡Luciana Barquet! —recibo el regaño de mi madre.

Miro a mi tío con cara de pocos amigos así que el aprovecha para huir de esta habitación y en realidad de esta casa. Claro, enciende la fogata y huye en el incendio. Uno todas las pocas fuerzas que tengo y le doy un beso en la mejilla a mamá.

—Lo siento, decidí ir a la fiesta repentinamente que lo olvidé —trato de defenderme.

Mi mamá no sabe si creerme o si continuar con su regaño, pero creo que se compadece por mi estado de ánimo así que deja de lado sus deseos de regañarme más.

—¿Estás bien? ¿No pasó a mayores? —me agarra la cara y mira mis ojos— te ves un poco pálida, anémica. Programaré una cita inmediatamente. 

Si mi madre se entera que recibí mi dosis luego de desmayarme por los suelos y que si estoy bien es gracias al chico que ofendí anoche, que se las ingenió para inyectarme, si mi madre se entera me mata ella misma. No puedo dejar que se entere, con lo que me costó conseguir mi independencia en la salud.

Se va directo a la cocina después de agendarme una cita medica, y revisa la refrigeradora en busca de alimentos no saludables.

—Luciana ya tienes que mejorar tu alimentación por tu bien —dice al ver el brownie—. El malestar que tienes hoy es un síntoma de lo mal que te alimentas.

—Te prometo que no le he dado ni un mordisco —digo con sinceridad. 

—Ya, espero que sea así. 

Se que se pone intensa con esto de la alimentación, pero la verdad a este punto entiendo que es su forma de ayudarme con la diabetes. No me molesta, en realidad, extraño mucho sus cuidados, así que no me quejo cuando dice que va a hacer una lista para comprar lo que hace falta y dejar comida preparada para el resto de la semana. Ni me atrevo a contradecirla. Además, a mi tío tampoco le molestará comer decentemente

—Te compraré también unas vitaminas —me avisa.

—Esta vez no las rechazaré.

Mi madre continúa en lo suyo, tiene ese talento para dejar todo brillante en menos de una hora. Me da un poco de pena que encontrara esta casa hecha líos, va a pensar que siempre la pasamos así y no es cierto, se ordenar y limpiar con más frecuencia, pero estos últimos días no me dio tiempo por las clases, las tareas y la fiesta de anoche. Pienso en la fiesta sorpresa de Génesis y me hundo en la frustración. Recuerdo exactamente toda la noche, de principio a fin y no se me borró ningún detalle de la discusión que tuve con Julio. Después del desmayo debí fingir demencia, aunque ni haciéndolo podría borrar este sentimiento de culpa que se aloja en mi garganta. 

Desde las cenizas, cariño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora