Todo el palacio se llenó de regocijo, la música sonaba armoniosa, anunciando oficialmente el compromiso entre Augusto Elgard, príncipe heredero, y Amanda Darcy, hija del gran conde Darcy; a pesar de ser un matrimonio por conveniencia, Augusto y Amanda se llevaban muy bien desde pequeños.
-Dulce Amanda, sería un honor que aceptara bailar conmigo esta pieza- dijo el joven príncipe extendiendo su mano hacia su bella prometida quien gustosa aceptó, la pista era solo para ellos, cada espacio se sentía especial al estar juntos y la armonía en sus pasos dejaban ver la felicidad de la pareja.
Al terminar la melodía Augusto dejó un suave beso en la pálida y delgada mano de Amanda, los invitados aplaudieron y los felicitaron por su compromiso.
Todo era perfecto, el baile, la comida, la luminosa noche, todo tal como lo imaginaron, sin embargo, no todo lo que brilla es oro, durante el descanso después del tercer baile el ambiente se volvió tenso y frío; como noche invernal, el viento resoplaba fuertemente contra el vidrio de los ventanales y una voz femenina susurraba el nombre del príncipe.
-Augusto, tengo miedo- enunció Amanda con voz vacilante y tenue, sabía que algo muy malo pasaría, después de todo no era normal que la noche fuera tan gélida en verano.
Los invitados sorprendidos por lo que estaba pasando, se fueron retirando uno por uno dejando solo a la familia real en el palacio, la voz cada vez se escuchaba más fuerte hasta que se hizo presente, dejando ver a una majestuosa mujer de pálida piel, cabello negro como la noche y ojos carmesí, dándose a conocer como Morrigan, la diosa de la muerte y la guerra.
-Augusto he venido a buscarte, es hora de llevarme lo que me pertenece- exclamó la mujer de voz grave, provocando un extraño sentimiento de confusión y enojo en el joven príncipe, tras haber sido arruinada su fiesta de compromiso y por instinto propio regresó a mirar a su padre, el emperador, en busca de una explicación.
El emperador no tenía palabras, aún no era momento, se suponía que ella llegara cuando Augusto fuera emperador, no sabía que decir ni cómo explicarle a su hijo la situación, tenía muy en cuenta que si él hablaba lo odiaría enormemente. La tensión aumentaba, a la espera de una respuesta, el silencio invadió el lugar, dejando escuchar la respiración del emperador quien en ese momento deseaba que la tierra se lo tragara.
-Tik...tak...tik...tak... se acaba el tiempo, su majestad, lo dice usted o lo digo yo- insistió la diosa ya cansada de esperar, la paciencia era una virtud de la que ella carecía; su desesperación era tal que comenzó a romper cada objeto que tuviera cerca, sin importar cuán caro o valioso sea, solo quería irse con lo que le pertenecía. Y desaparecer.
-Hijo mío, mi príncipe- dijo el emperador con temblorosa voz -hace algunos años este viejo cometió un error tras haber bebido demasiado, dicho error insultó a la diosa de la muerte, quien enfurecida pensó en arrebatarme la vida, pero no le pareció castigo suficiente, por lo que al enterarse de tu existencia juró que al convertirte en emperador ella vendría por ti y tu esencia divina, la tomaría como pago por mi insulto, no pensé que ella vendría antes de lo prometido, fue por esa razón que no quería que tomaras el trono- añadió soltando lágrimas llenas de culpa que resonaban al hacer contacto con el suelo.
Augusto no sabía cómo sentirse, ni por qué él debía pagar por los errores de su padre, su cuerpo perdía fuerza en brazos de Amanda tratando de tranquilizarlo, cuando su cuerpo no pudo más cayó de rodillas al suelo, en ese mismo instante su corazón se llenaba de un oscuro sentimiento, ODIO.
-No debes preocuparte Augusto, no tengo pensado matarte, solo quiero un poco de tu esencia para poder dar a luz a la heredera de mi poder- dijo la diosa acercando su mano al rostro del príncipe, recibiendo una mirada de disgusto, - ¡Oh!, no debes enojarte conmigo, es culpa de tu padre que esto pase- añadió y con un solo toque extrajo un poco de esencia divina del príncipe dándole forma, era una pequeña esfera de luz amarilla que desprendía un aura armónica, la llevó a su vientre y recitó un antiguo cántico de los dioses.
Después de aquel acontecimiento, la diosa se despidió de Augusto con un frío beso en su mejilla, desapareciendo sin dejar rastro.
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Alice: La Maldición de la Muerte
FantasyAlice, una princesa que tuvo la desgracia de haber nacido en el lugar equivocado y del padre equivocado, recorrerá un camino de dolor y sufrimiento que la llevaran a ser una mujer llena de rencor y odio en su corazón. Dolor, sufrimiento, amor, renco...