Capítulo 5

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El hermoso cuervo soltó un suave graznido tomando su verdadera forma, la forma de un mujer bella y aterradora a la vez, la viva imagen de la muerte; Augusto a ver esto trató de interrumpir la ceremonia y alejarla de Alice, pero Cerridwen lo detuvo de inmediato, era algo que debía ocurrir no importaba su opinión.

   -Que hermosa es usted señorita Morrigan- dijo la pequeña con una gran sonrisa en su rostro, Morrigan sonrió al verla y no pudo evitar pensar lo parecidas que eran, sus ojos, su piel, su cabello, su sonrisa y ahora su poder.

Morrigan cargó a la princesa y recitó un cántico que solo ella y su hermana conocían, Alice se sintió cómoda con ella y Edward estaba feliz de que su hermana tuviera la bendición de su madre.

   -Alice Mary Elgard, princesa mía, en este día te doy mi bendición y doy paso a ti poder mágico, otorgándole el poder de la oscuridad y la muerte, todos tus deseos serán cumplidos siempre y cuando sepas usar este poder- exclamó la diosa besando la frente de la pequeña quien la miro con ternura.

Como el poder que ambos niños habían recibido era muy grande y eso provoco que cayeran inconscientes al terminar la ceremonia.

Minutos después ambas diosas se despidieron y desaparecieron entre luz, viento y un dulce aroma a rosas, todos festejaron el día de la bendición a pesar de los acontecimientos. Todo seguía igual con los niños, el reino amaba a sus altezas y siempre rezaban por su bienestar, a excepción de algunas personas como Augusto y noble de bajo rango, quienes pensaban que la princesa era una maldición que traería desgracia al reino.

Ese mismo día al regresar al palacio, tanto Edward como Alice enfermaron por el rápido flujo de magia en su cuerpo, no era nada grave, pero al parecer permanecerían inconscientes hasta que su cuerpo aprenda a controlar ese poder, algo que era un poco preocupante ya que dentro de tres días sería el cumpleaños de los niños y su deseo era celebrarlo como todos los años.

   -No te preocupes Amanda, ellos estarán bien, siempre han sido unos niños fuertes- dijo Teresa abrazando a una preocupada madre cuya angustia crecía a medida que las horas pasaban.

   -Lo se Teresa, pero aun así no me gustó ver a mis niños enfermar de esta forma, tengo miedo de que no despierten- respondió desconsolada, llenando sus ojos de lágrimas, que caían como cascadas por su delicado rostro.

Mientras tanto, en la oficina de su majestad varios nobles se habían reunido para discutir sobre el destino de Alice y los desacuerdos sobre lo sucedido aquel día.

   - ¡Esa niña es un monstruo!, debe desaparecer de inmediato-

   -Por favor señor, es solo una niña, solo deben evitar el uso de sus poderes-

   - ¡Piensen más en el reino!, tenemos el poder de la oscuridad en nuestras manos, un nuevo mundo militar-

Y muchos más comentarios parecidos aturdieron al rey, limitándose a escuchar todo tratando de buscar una buena solución, que lograra satisfacer a todos, y ahí fue cuando una idea iluminó su mente.

   - ¡Silencio a todos! - ordenó con furia haciendo que la oficina quedara en completo silencio, -señores yo solo trato de satisfacer a todos, así que les tengo una propuesta...la princesa será enviada al rincón más apartado del palacio y después...- continuó explicando su "ingenioso" plan dejando a muchos nobles satisfechos.

Pasaron así dos días, los pequeños ya había despertado pero aún les costaba levantarse, el flujo de magia era estable, la noche había caído y la reina se disponía a dormir junto a sus pequeños, de repente un ruido extraño los alertó de inmediato, la ventana se había roto y unos hombres misteriosos invadieron la habitación, al ver que su objetivo era Alice decidió hacer uso de poco poder que Morrigan le había otorgado para cuidar a la pequeña, dio todo de si para detener a los asesinos mientras los niños escapaban y daban aviso de lo que sucedía, sin embargo, uno de los hombres alcanzó a apuñalarla antes de morir, llevándose consigo la vida de la mujer a la que Alice más amaba.

No pasó mucho tiempo cuando los guardias entraron a la habitación, presenciando el terrible escenario de ese lugar, inmediatamente informaron al rey, quien desconsolado tomó en brazos a Amanda soltando un desgarrador grito que desgarro el alma de los presentes.

   - ¡AMANDA! -

Alice: La Maldición de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora