Capítulo 8

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La pequeña princesa dirigió su mirada al príncipe llena de confusión, miles de pensamientos rondaban en su cabeza, ninguno era bueno, acaso la golpearían otra vez, tal vez la vendieron a bandidos o por fin la matarían, nada era seguro, pero solo quedaba aceptar su destino, no tenía otra opción.

   -Joven...- susurró débilmente antes de ser interrumpida por el fuerte estruendo de la puerta cerrándose.

El príncipe se acercó a ella sin dejar de mirar sus ojos, su expresión era fría y llena de ira, su mente solo repetía continuamente: ¿Cómo se atrevieron a lastimar a esta hermosa niña, la reencarnación de la muerte?

Para el reino del norte la diosa Morrigan era la suprema deidad, esa era la razón por la que deseaban tener a Alice como familia, era la única forma de contactar con su poder en la tierra, ya que ella será la futura "Diosa de la muerte".

Él se presentó como Theodoric Valentín Winddane y explicó cuidadosamente la situación a la princesa, la cual no mostró oposición ante tal propuesta, al contrario, lo vio como una oportunidad de ser libre por fin. Además, era mejor eso que ser golpeada o vendida, el rey era capaz de todo para calmar su sed de venganza, esta era única opción para ella.

Después de hablar y llegar a un acuerdo el príncipe se retiró dejándola sola en aquel lugar, caminó en dirección al salón del trono para informar al rey sobre la decisión de Alice, haciendo oficial la alianza entre reinos. Al llegar se llenó de desagrado al ver un número considerable de nobles que sabían todo sobre la princesa, la mayoría oponiéndose al trato, ya que eso haría que pierdan el control sobre el rey, aunque cuando se percataron de la presencia de Theodoric guardaron silencio.

   -Ella aceptó el compromiso, así que, aprovechado la presencia de estos despreciables nobles, anunciaremos nuestra alianza- sugirió junto a una macabra sonrisa, reflejada en su enojo y repulsión por ese lugar.

La piel del rey se erizó del miedo, por lo que solo guardó silencio, terminando con todo el proceso de la documentación para la alianza, los reclamos por parte de aquellos nobles no se hicieron esperar, algo que ya no importaba, él ya tenía lo que tanto andaba buscando con ese tratado, el compromiso con Alice Mary Elgard, hija de la muerte.

El joven príncipe fue enviado a la mejor habitación del palacio, acto seguido el rey se dirigió a la habitación del Alice, ordenando a todos mantenerse alejados del lugar, hasta nuevo aviso; ya todos sabían lo que iba a pasar, alejándose sin objetar.

Cuando ya todo el lugar estaba solo, entró a la habitación cerrando la puerta con candado, miró a la pequeña con furia, ella solo cerró los ojos esperando el primer golpe.

   - ¡Maldita niña! - gritó lanzando así el primer golpe, el cual impactó en el estómago de Alice, -Recuerda tu lugar, nunca vuelvas a tomar decisiones sin mi permiso-

Dicho esto, una serie de golpes impacto cada parte de su cuerpo, la pequeña gritaba en busca de ayuda, las cadenas le impedían escapar o protegerse, y recordemos que tampoco era capaz de usar sus poderes. De un momento a otro pasaron de ser golpes a mano limpia, a ser impacto de látigos y palos, dejando notorias heridas en el ya lastimado cuerpo, que ahora yacía tirada en el frío suelo, sobre un gran charco de lágrimas que al caer se mezclaban con la sangre de las heridas; al ver que ella estaba inconsciente se detuvo, dejándola en aquel estado miserable.

La mañana siguiente un fuerte grito la despertó, era el príncipe, al parecer iba a verla con la intención de llevarla al pueblo, pero cuando llegó la vio en aquel estado, lo que provocó que su cordura se perdiera; mando a llamar al obispo del reino y ordenó a los sirvientes atenderla.

   - ¡¿Acaso quieren morir?, ¿Cómo se atreven a lastimar de tal manera a mi prometida?!- reclamó enfurecido, volviéndose completamente loco por un instante, - ¡Será mejor que el culpable de la cara o juro por mi vida que no volverán ver la luz del día! -

Cuando el obispo llego la examinó y la curó un poco de sus heridas con magia, aunque alguna ya eran irreversibles, por otro lado, los sirvientes eran cruelmente interrogados, los torturaban psicológicamente, hasta que un viejo cocinero fiel a la princesa decidió hablar, exponiendo la repugnante realidad de un padre que tortura a su pequeña hija.

Alice: La Maldición de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora