Un nuevo hogar

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[3 de enero al 5 de enero]

Llegaron a la granja de madrugada, cansados, y las adolescentes delanteras en el coche con más de un café en el cuerpo para poder llegar a la granja lo antes posible.

Salieron del coche a los pocos segundos de aparcar delante de la gran puerta principal de la granja, también después de asegurarse que no había ninguna de estas personas infectadas,ya que no se querían llevar ningún otro susto en un futuro cercano.

Dejaron a Dylan en el sofá del salón durmiendo después de hacer recubierto los cojines de este con unas sábanas para que el niño pudiese descansar en paz, sin polvo, por al menos una o dos horas mientras que Hazel, Eleanor y Débora se repartían las tareas de los próximos días para restaurar un poco la casa, limpiarla y volverla habitable provisionalmente.

Y eso hicieron, limpiaron entre todos el polvo y los muebles, movieron los suministros de sitio, transladándolos a la cocina, junto a un par de cubos de agua sacados del pozo cercano a la casa, al cual no dejaban que Dylan se acercase en la posibilidad de que se pudiese caer por la poca precaución del pequeño.

También estuvieron charlando Eleanor y Hazel, sentadas en el porche de la casa mientras se ocupaban de limpiar la cubertería con esmero.

- ¿Cómo estás? Que entre tantas cosas que hacer y que han estado pasando en los últimos días apenas hemos podido hablar como es debido, ya sabes, chismear, hablar de nuestras cosas.- Comentó la sonriente Eleanor, mirando a Hazel, que estaba concentrada en quitar unas manchas de oxidación de unos cuchillos de acero y que sonrió al escuchar a la castaña.

- ¿Qué te cuento? Hemos estado juntas las últimas semanas, yo sé absolutamente todo de tí y tú de mí. Aparte, ya quedan pocos chismes si todos están desaparecidos, se los ha llevado el hombre del saco. - Bromeó la pelirroja, intentando amenar el ambiente,logrando la risa de su amiga.

A ver tampoco seas así, zanahoria. Tú piensa en qué chismes habría, no sé. Por ejemplo, yo creo que la hija de la panadera estaría embarazada ahora mismo de su novio el drogadicto.

Hazel solo pudo responder con carcajadas a las tonterías que una de sus mejores amigas soltaba por la boca, pensando después de hablar, como solía pasar con su querida Eleanor.

Un poco más tarde Hazel encontró unos paquetes de fideos instantáneos, así que puso a hervir un poco de agua y los cocinó.

Al rato de cenar acostaron al pequeño Dylan que ya estaba muy cansado de estar todo el día para arriba y para abajo.

Cuando este se durmió Débora encontró una cajetilla de cigarros así que las tres salieron a la puerta y se sentaron en el escalón. Allí mientras se fumaban un cigarro hablaron sobre lo que iban a hacer los siguientes días.

- Mañana podríamos salir a buscar comida a algunos supermercados - dijo Hazel.

- MarketVida nos pilla cerca, podríamos salir dos personas y que una se quede con Dylan - Dijo Eleanor

- Yo lo veo bien, yo si queréis me puedo quedar con Dylan, no quiero que mi hermano sea una carga para vosotras - sugirió la rubia.

Poco después se fueron a dormir, pusieron todos los colchones en la sala de estar ya que tenían un poco de miedo de lo que podía ocurrir mientras dormían.

𝕮𝖔𝖉𝖎𝖌𝖔 𝖉𝖊 𝖘𝖚𝖕𝖊𝖗𝖛𝖎𝖛𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora