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El reloj en la pared de la Agencia marcaba el paso lento del tiempo, un recordatorio constante del aburrimiento que consumía a Dazai. Su mente divagaba constantemente hacia Chuuya, su esposo, a quien extrañaba desesperadamente. La tensión entre ellos últimamente había alcanzado niveles preocupantes, pero Dazai mantenía la fe en que podrían superar sus problemas juntos.

Sentado frente a su escritorio, Dazai suspiró profundamente, desviando la mirada hacia la ventana. Anhelando la presencia reconfortante de Chuuya.

Kunikida, su compañero, lo miró con curiosidad desde su propio escritorio.
— ¿Sucede algo, Dazai? Pareces distraído.— comentó, ajustando los lentes sobre su nariz.

Dazai le ofreció una sonrisa forzada. — Nada importante, Kunikida-kun. Solo pensando en nuestros casos pendientes — respondió, aunque sabía que no era del todo cierto.

Kunikida frunció el ceño, evidentemente escéptico. — Deberías concentrarte en tu trabajo en lugar de divagar en tus pensamientos. Tenemos informes que terminar —  señaló con severidad.

Dazai asintió en señal de entendimiento, pero su mente seguía anclada en la imagen de Chuuya. Sabía que escapar de la oficina sería una tarea difícil con Kunikida vigilando cada movimiento.

Justo cuando Dazai estaba resignándose a su destino, el teléfono de Kunikida sonó, rompiendo la monotonía del ambiente. Kunikida atendió la llamada con gesto profesional, brindando a Dazai la oportunidad perfecta para escapar.

Antes de que pudiera dar un solo paso hacia la salida, una figura inesperada bloqueó su camino. Era Atsushi, uno de los miembros más joven del equipo, con una expresión seria en el rostro.

– Dazai-san, ¿A dónde crees que va? — preguntó Atsushi, con tono serio.

Por lo general Dazai se quedaria a molestar a Atsushi pero no tenía tiempo que perder.

– Lo siento, Atsushi-kun, pero tengo asuntos urgentes que atender. No puedo quedarme.— respondió, intentando deslizarse por el lado.

Atsushi lo detuvo con un gesto firme. — Lo siento, Dazai-san, pero el presidente nos ha encomendado tareas importantes aquí en la oficina. 

Una sonrisa macabra se dibujo en el rostro de Dazai — ¿Eh? Interesante. El pequeño Atsushi-kun se esta revelando  en contra de su  superior.

Lo miro con seriedad, por  un momento Atsushi dudo de lo que hacia pero tenia que mantenerse fuerte, no podia dejar escapar a Dazai si tenia que pelear lo aria

Dazai al ver que Atsushi no se moveria facilmente jugo su ultima carta. —  Si me dejas ir te consigo una cita con el perro de la mafia ¿ Trato hecho ?—  guiño cómplice.

Atsushi se sonrojo y Dazai aprovecho a espacapar.

Una vez afuera caminaba por las bulliciosas calles de Yokohama, sin embargo, antes de llegar a la sede de la Port Mafia, algo captó su atención: una nueva floristería que acababa de abrir sus puertas.

El escaparate estaba lleno de una variedad de colores y fragancias, y Dazai decidió que sería una buena idea llevar un pequeño regalo a Chuuya como muestra de su amor y arrepentimiento. Entró en la tienda y fue recibido por una amable anciana que lo miró con curiosidad.

– ¿En qué puedo ayudarlo, joven? —preguntó la anciana con una sonrisa cálida.

Dazai devolvió la sonrisa. — Estoy buscando una flor para mi esposo. ¿Tiene alguna recomendación?

La anciana asintió con sabiduría. — Ah, el amor siempre es digno de celebrar con flores. Permítame sugerirle las Dalias rojas. Representan el amor y la pasión eternos, perfectos para expresar sus sentimientos hacia su pareja.

Dazai asintió, impresionado por la elección. — Suena perfecto. Tomaré una.

Se acercó al mostrador para pagar, pero la anciana lo detuvo con una mano arrugada. — No, no, joven. Considérelo un regalo de mi parte. Es un gesto hermoso que quiera llevarle flores a su pareja. Es algo que se ve muy poco en estos días.

Dazai se sintió abrumado por la generosidad de la anciana. — Gracias, de verdad. Es un gesto muy amable de su parte.

Después de agradecerle una vez más, Dazai salió de la floristería con una sonrisa en el rostro y la flor en la mano.

Respiró profundamente mientras se adentraba en la sede de la Port Mafia. Como si de su casa de tratase, aunque ya no formara parte activa de esa organización. Nadie parecía detenerlo, pues su presencia era común en esos pasillos. Avanzó con tranquilidad, dirigiéndose hacia la oficina de Chuuya.

Al llegar, esperaba encontrarse con su esposo solo, pero se sorprendió al ver a Tachihara junto a él. La sorpresa inicial se mezcló con un ligero malestar al observar la interacción entre ambos. Decidió no demostrar su incomodidad y en cambio, hizo un ruido con la garganta para llamar su atención.

Chuuya y Tachihara se volvieron hacia él, y Dazai pudo percibir una ligera tensión en el ambiente. Chuuya parecía nervioso, pero Dazai decidió no abordar el tema de inmediato. Tachihara, por su parte, comprendió la situación y se retiró con una reverencia rápida.

Una vez a solas, Dazai miró a Chuuya con una expresión indescifrable. — ¿Qué estás haciendo aquí, Dazai? — La voz de Chuuya sonaba cautelosa, como si estuviera preparado para un enfrentamiento.

Dazai, intentando controlar su molestia, respondió con calma. — Solo quería darte una sorpresa. Pero parece que la sorpresa me la llevé yo. — Una pizca de sarcasmo se deslizó en sus palabras.

– ¿Qué estabas haciendo con Tachihara? —  preguntó Dazai, tratando de sonar despreocupado.

Chuuya desvió la mirada, jugando con los dedos sobre el escritorio. — Solo estábamos discutiendo algunos asuntos relacionados con la organización. No es nada importante.
Asi que deja de inventar cosas en tu cabeza.

Dazai se sintió aún más frustrado ante la negativa de Chuuya a abordar el tema. — ¿No sabia que eras tan cercano a Tachihara? — sus palabras estaban cargadas de un resentimiento apenas contenido.

Chuuya soltó un suspiro exasperado, sus ojos brillando con una mezcla de cansancio y exasperación. — Tachihara es solo un compañero de trabajo, Dazai. No sé por qué estás haciendo un escándalo por nada.

La respuesta de Chuuya solo avivó la irritación de Dazai. — Parecía más que eso. Pero está bien, no importa. — dijo, tratando de ocultar la molestia que sentía.

Sin embargo, Dazai no estaba convencido. Conocía demasiado bien a Chuuya sabía que estaba ocultando algo. Observó cómo las orejas de su esposo se volvían ligeramente rojas, una señal inequívoca de que no estaba siendo completamente honesto.

Decidió no presionar más sobre el tema y sacó la flor que había comprado en la florería. — Quería traerte esto como una sorpresa. — dijo Dazai, ofreciéndole la flor con una sonrisa.

Chuuya tomó la flor con una expresión de sorpresa y algo de incomodidad. — Oh, gracias, Dazai. Es realmente hermosa. —  respondió, su tono de voz sonando un tanto forzado.

Dazai notó la tensión en el ambiente y sintió un nudo en la garganta . Algo no estaba bien, y queria averiguar qué era.

– ¿Estás bien, Chuuya? — preguntó con sinceridad, buscando la mirada de su esposo.

Chuuya asintió rápidamente. — Sí, estoy bien. Solo un poco cansado, eso es todo.

Dazai no estaba convencido, pero decidió no presionar más. — Bueno, tengo algunos asuntos que atender en la agencia. Te espero en casa esta noche. — dijo, antes de girarse para irse.

Chuuya asintió, despidiéndolo con una sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos. Mientras caminaba por los pasillos de la sede de la Port Mafia, Dazai no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo estaba mal. Su instinto le decía que había más de lo que Chuuya no le estaba contando.

Al llegar a la agencia, se sumergió en su trabajo, intentando mantener su mente ocupada. Sin embargo, no pudo evitar preocuparse por Chuuya. ¿ Por qué su esposo le estaba ocultando la verdad?

Aquella vez fue una de las primeras mentiras de Chuuya







Dalias (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora