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El sol se asomaba tímidamente entre las nubes, arrojando rayos dorados sobre las calles de Yokohama mientras Dazai caminaba con paso cansado. Desde aquel incidente con Chuuya, había decidido ser optimista, convenciéndose de que sus temores eran solo fruto de su imaginación.

Sin embargo, la sensación de malestar persistía, aferrándose a él como una sombra. A pesar de todo, tenía una misión que cumplir junto a Atsushi y Kunikida. No se sentía del todo bien, pero sabía que debía mantener las apariencias frente a sus compañeros para no levantar sospechas.

La misión resultó ser más dura de lo esperado, y Dazai luchó por mantenerse en pie mientras seguía las órdenes de Kunikida. Estaba agotado, cada paso pesaba como una losa sobre sus hombros, pero se obligó a seguir adelante, negándose a mostrar debilidad ante sus compañeros.

Finalmente, Kunikida se apiadó de su estado y le permitió retirarse temprano. Dazai agradeció internamente el gesto, anhelando nada más que el dulce refugio de su cama. Mientras caminaba por las calles, con la mente nublada por la fatiga, algo llamó su atención en la distancia.

¿Era Chuuya quien estaba allí parado? Dazai frunció el ceño, sorprendido por el inesperado encuentro. Se apresuró a acercarse, dispuesto a saludar a su esposo, pero algo lo detuvo en seco.

Chuuya saludo a alguien, la figura que se encontraba a su lado le resultaba familiar. ¿Era Tachihara? ¿Qué estaba haciendo Chuuya con él? Una punzada de desconfianza se apoderó del corazón de Dazai, y decidió ocultarse para observar la escena sin ser visto.

Se escondió tras un edificio cercano, con el corazón latiendo desbocado en su pecho. Sentía que estaba invadiendo la privacidad de Chuuya, pero la necesidad de saber lo que estaba pasando superaba cualquier sentimiento de culpa.

Mientras observaba desde las sombras, la tensión en su interior creció con cada minuto que pasaba. Escuchó fragmentos de la conversación entre Chuuya y Tachihara, pero no pudo discernir lo que estaban diciendo. La ansiedad lo consumía, y su mente empezaba a llenarse de las peores suposiciones.

Estaba perdido en sus pensamientos cuando una risa familiar rompió el silencio de la noche. La risa de Chuuya, una melodía que solía llenar su corazón de alegría, un eco lejano de los tiempos pasados cuando la felicidad parecía un compañero constante en sus vidas. Sin embargo, ahora esa risa estaba teñida de una intimidad desconocida, compartida con Tachihara de una manera que lo dejaba sintiéndose excluido y vulnerable.

Los movimientos entre Chuuya y Tachihara eran fluidos, casi como si estuvieran bailando una danza que solo ellos entendían. Cada gesto, cada roce, parecía cargar el aire con electricidad, dejando a Dazai con una sensación de incomodidad creciente. ¿Cómo podía ser que Chuuya estuviera tan cómodo con alguien más de esa manera?

Las dudas se agolparon en la mente de Dazai, abriendo grietas en su confianza y sembrando semillas de desconfianza. ¿Qué estaba pasando realmente entre Chuuya y Tachihara? La sospecha lo atormentaba, pero no podía encontrar respuestas claras.

Un nudo se formó en el estómago de Dazai mientras luchaba por procesar lo que veía. No quería creer lo que sus ojos estaban viendo, pero las imágenes ante él eran difíciles de ignorar. La familiaridad entre Chuuya y Tachihara parecía traspasar los límites de una simple amistad, y eso llenaba a Dazai de una profunda sensación de angustia.

Incapaz de soportar más, Dazai decidió que era hora de partir. No podía seguir siendo testigo de esa escena que estaba destrozando su corazón en pedazos. Con paso vacilante, se alejó del lugar, tratando de escapar de los pensamientos tumultuosos que lo perseguían.

Mientras caminaba por las calles  de Yokohama, la pregunta seguía resonando en su mente: ¿Qué pasaba realmente entre ellos dos? ¿Había algo más que una simple amistad ? La incertidumbre lo atormentaba, llenándolo de una sensación de pérdida y confusión.

El ambiente estaba cargado de tensión cuando regresó a casa aquella tarde. Había esperado pacientemente a que Chuuya volviera, pero conforme pasaban los minutos, la ansiedad se apoderaba cada vez más de él. El reloj marcaba las horas y Chuuya aún no aparecía.

Finalmente, cuando el reloj señalaba una hora inusualmente tardía, Dazai escuchó el sonido de la puerta al abrirse. Chuuya entró en la casa, visiblemente sorprendido al encontrar a Dazai esperándolo. Por lo general el aun debía estar trabajando. — Hola Dazai ¿Te volviste a escapar de tus responsabilidades?

Dazai observó a Chuuya con atención, analizando cada gesto, cada mirada, ignorando su saludo. Se plantó frente a él, la tensión palpable en el aire.

– Vi a Tachihara contigo esta tarde... — dijo Dazai directamente, sin rodeos.

Chuuya desvió la mirada, su expresión tensándose ligeramente. — Sí, estuve con él —  respondió, su voz nerviosa pero evasiva.

Dazai frunció el ceño, sintiendo un nudo en su garganta. No podía ignorar el sentimiento de traición que lo invadía. — ¿Por que parecian muy intimos? — preguntó, su voz temblorosa con emociones encontradas.

Chuuya suspiró, aparentemente resignado. — Tachihara se ha vuelto cercano a mí últimamente debido al trabajo en conjunto que realizamos. Tu eres mi esposo y a él, solo lo veo como un amigo, nada más — explicó, sus palabras sonando huecas a los oídos de Dazai.

Dazai  pudo sentir que Chuuya estaba mintiendo. Sin embargo, no quería entrar en una pelea. Se esforzó por mantener la compostura, aunque la confusión y la angustia lo consumían por dentro.

– Entiendo — respondió Dazai, aunque su tono revelaba su escepticismo. — Lo siento por haber desconfiado de ti. — agregó, su voz apenas un susurro.

Chuuya asintió con la cabeza, su expresión mezcla de alivio. — Confia mas en mi Dazai. —  dijo, antes de dar media vuelta y alejarse.

Al día siguiente, Dazai preparó el desayuno y como ya era costumbre dejó la Dalia al lado del plato,  con una nota simple que decía: "Que tengas un buen día".




Dalias (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora