Cómo sobrevivir al amor de tu vida [Asakaru]

Volumen XXII

[Interactúe con la familia del otro, por más incómodo que sea]

🍓🍊

—Joder, no sabía que teníamos tantas cosas —se quejó el pelirrojo, tambaleándose luego de haberse tropezado con una caja de cartón.

—¿"Teníamos"? —dijo con una leve risa y se asomó por la puerta del baño, con el cepillo de dientes en la boca—. El 80% de este apartamento son tus cosas.

—¡Bueno, bueno! —alzó los brazos en señal de rendición—. Hoy te despertaste y elegiste la violencia, Shū, no me regañes.

El pelinaranja rodó los ojos con diversión y terminó de lavar su boca para poder pasar a su cabello, acomodandolo con cuidado.

—Hay que recoger al menos un poco si no quieres que le dé un ataque a mi padre —no hubo respuesta—. ¡Karma! —lo reprendió.

—¿Qué? Está bien que Gakuhoū y tú se lleven bien ahora, pero yo no pienso olvidar cómo te trató.

—Nadie habló de olvidar, solo es… no lo sé, ¿crecer, madurar?

—Menos mal que dicen que tengo alma de niño.

—Karma —salió del baño y caminó hasta su pareja, quien aguardaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido al centro de la habitación. Si algo había aprendido Asano en los últimos años era que su pareja era un poco más que protector con él; a pesar de hablar educadamente con Gakuhoū, había dejado en claro que no apreciaba su actitud hacia su hijo cuando era adolescente—. Sé que es difícil, ¿pero podrías tratar de darle una segunda oportunidad? —acarició sus mejillas con cariño.

—No. Yo no doy segundas oportunidades, Asano Gakushū —lo apuntó con el dedo índice de forma acusatoria—. Entiéndelo bien, porque si algún día me engañas o algo así, te juro que me pierdes —el ambiente se quedó en silencio hasta que el oji violeta soltó una carcajada, apretando su estómago—. ¡Estoy hablando en serio!

Eso solo causó más risas. Karma frunció el ceño cuando notó que su pareja estaba prácticamente llorando; burlándose de lo que había dicho.

—Ah, dios —jadeó, limpiando las pequeñas lágrimas de la comisura de sus ojos. Pudo notar a su novio con un puchero—. En serio no puedo creer que hayas dicho eso; ¿de verdad crees que te engañaría? —lo tomó de los hombros; Karma apartó la mirada—. ¿Cómo podría engañar a mi precioso prometido, que ha estado conmigo desde la secundaria y que me protege de todo y todos? Jamás.

—... Más te vale —lo miró con los ojos entrecerrados—. Ya me acostumbré a tener al chico que todos quieren, sería un gran golpe a mi autoestima, ¿sabes? —bromeó.

—Tienes al chico que todos quieren, ¿pero sabes qué quiere tu chico? Que limpies el maldito cuarto.

—Agh, ¡eres como mi madre! Un segundo estamos bromeando y al otro me estás dando una lección de vida —se quejó.

—Tu mamá me cae bien.

—¿Por qué será? —rodó los ojos.

Asano pasó sus brazos alrededor de la cintura de su pareja, acariciando su espalda con cariño. Portaba su preciosa sonrisa que hacía al corazón de Karma sentir que se saldría de su pecho, y esa mirada que solo le dedicaba a él.

—Vamos, ¿me ayudarás a limpiar? ¿Por favor? —sintió al pelirrojo relajarse; asintió de mala gana—. Buen chico.

—¡No me digas así o tendrás que atenerte a las consecuencias! —enrojeció de inmediato.