Cómo sobrevivir al amor de tu vida [Asakaru]

Volumen XXIII

[La comunicación es clave... O no]

🍓🍊

Gakushū sintió algo en el rostro mientras dormía. Al abrir los ojos, claro, como ya se esperaba, Karma estaba recostado sobre su pecho y uno de sus brazos había llegado a su rostro de alguna manera. No sabía mucho sobre el mundo del contorsionismo, pero estaba seguro de que su prometido ganaría más de un premio por la simple posición en la que dormía.

Intentó mover al chico hacia su lado de la cama, donde se suponía que debería dormir, pero el pelirrojo solo se removió en su lugar, incómodo, y el brazo que Gakushū tenía en el rostro bajó hasta su cuello.

—Karma… —intentó llamarlo en voz baja; lo suficiente para despertarlo pero no para causarle un paro cardíaco. El nombrado soltó un sonido extraño, pero no se movió—. Karma, amor…

El peli naranja estaba seguro de que si las cosas fueran al revés, ya hubiera recibido o un golpe en la cara, o un grito extremadamente agudo en el oído. Sabía que Akabane lo amaba, pero sus métodos para despertarlo no eran de lo más pacifico.

—¿Shū? —murmuró entre sueños—. ¿No ves que intentó dormir?

Asano no pudo evitar reír un poco.

—Sí, encima de mí; ese es el problema, de hecho.

—Mentira —balbuceó—. Nunca has tenido problemas con que esté encima de ti~

La sangre subió al rostro del otro. Medio dormido y Karma aún así podía soltar esos comentarios indecentes como si nada pasara. Al menos no había nadie más presente que pudiera burlarse de él.

—¿Te sonrojaste? —volvió a murmurar Akabane, contra su pecho, sin siquiera haber abierto los ojos.

Claro, nadie más que su prometido mismo.

—No.

—Ajá —soltó una ligera risa.

—Si ya estás lo suficientemente despierto, podrías moverte, ¿sabes? Estoy ahogándome un poco aquí —dijo y era cierto; a pesar de que no estaba haciendo presión, el cuerpo de Karma sobre su pecho y el brazo en su cuello le dificultaban respirar un poco.

—Podría —asintió, pero no se movió por unos segundos, causando un gruñido frustrado de su pareja. Rió—. Está bien, está bien —se apoyó en sus brazos para levantarse un poco, posandolos a cada lado de la cabeza de Gakushū, sentado todavía sobre él—. Buenos días —sonrió con inocencia, como un niño emocionado.

Asano era fuerte, y tenía autocontrol… pero no tanto. Sonrió enternecido y pasó sus manos alrededor del cuello de Akabane con intenciones de besarlo. El pelirrojo no se negó, rápidamente captando la indirecta, y se inclinó para posar sus labios sobre los de su pareja.

Maldito Gakushū, pensó, cada día besa mejor.

—Tengo con quién practicar —respondió el peli naranja, haciéndole notar que había pensado en voz alta.

Fue el turno de Karma de sonrojarse.

—Al menos no lo niegas —rodó los ojos—, qué humilde de tu parte —se enderezó, aún sentado sobre el abdomen bajo de su pareja, con sus piernas a los costados de la cintura del contrario. Miró hacia el buró y frunció el ceño—. ¿Por qué me despiertas a las seis de la mañana, psicópata?

Gakushū soltó una risa y miró el reloj junto a él, luego la ventana, con apenas un poco de luz, y luego a su pareja.

—No sé.