Adrián Harrington.
Cierro la página de internet donde estaba leyendo la mierda de libro.
Cuando me despierte mañana olvidaré lo que leí y nada habrá pasado.
Dios, si en la central se enteraran de esto, me perderían todo el respeto.
Anastasia Lianet Ashford.
Alguien que nisiquiera existe ha logrado captar mi atención de una manera que ninguna mujer real ha podido.
Debo de tener alguna mierda mental, creo que es hora de buscar al psicólogo de la central militar.
Con ese pensamiento cierro mis ojos y caigo en un sueño profundo.
Siento como unas manos agarran mis piernas y brazos tan fuerte que aunque utilice todas las técnicas militares que se, no me puedo soltar. Me obligan a levantarme de mi cama y permanecer de pie. Por más que intento zafarme no puedo, se siente como una pesadilla porque nisiquiera puedo abrir los ojos.
Siento una luz atraves de mis párpados cerrados y esta vez cuando intento abrir los ojos, lo logró.
Pero ya no estoy en mi habitación.
Algo anda mal.
Miro a mi alrededor para ver a un montón de gente vestida elegantemente, con trajes y vestidos típicos de la nobleza victoriana.
Esto es un sueño.
Tiene que serlo.
Miro hacía arriba para encontrarme con un techo altísimo con angeles y nubes retratados, enormes candelabros de oro y lámparas que reflejan una luz cálida.
Música clásica llena el ambiente, relajado hasta que...
Un jadeo colectivo se escucha.
Inclino mi cabeza para ver mejor.
Siempre he sido alto pero ahora me siento un poco más.
Como no logró ver nada, me encaminó hasta donde se han aglomerado el montón de nobles que desconozco.
Y ahí es cuando la veo.
-Anastasia -sale de mis labios antes que tenga la oportunidad de detenerlo.
Ella se gira hacía mi.
La mujer de mis sueños.
Bueno en mis sueños siempre deducía que sus ojos eran azules porque nunca pensé en la posibilidad de que existieran unos ojos color malva tran preciosos. Pero ella los tiene. Lleva un hermoso vestido con pedrería del mismo color, su cabello es rojo vino intenso, y completamente lacio, cayendo a ambos lados de su rostro haciéndole lucir como una hermosa sirena.
-¡Adriano! -exclama ella y corre hacía mi a abrazarme.
Inconscientemente envuelvo mis brazos alrededor de ella. Antes de cuestionarme que esta pasando.
¿Adriano?, ¿por qué acaba de llamarme como el Príncipe tonto?
-¡Deja de abrazarlo Anastasia! -ruge alguien tras de ella-. El no va a impedir que rompa nuestro compromiso.
Con esa línea, un recuerdo viene a mi mente:
-¡Deja de abrazarlo Anastasia! -exclama el Duque Sebastián en dirección a la pelirroja quien buscaba consuelo en el Príncipe Heredero, su marioneta-. El no va a impedir que rompa nuestro compromiso.
La Princesa Ashford se gira hacía él, aún en los brazos de Adriano.
-No aceptaré la ruptura de este compromiso, Sebastián -replicó con necedad-. Para que el compromiso sea roto, las dos partes deben de estar de acuerdo, ¿no es así Adriano?
Adriano miró con tristeza a Anastasia, siempre ha sido el amor de su vida, pero ella solo lo veía como un amigo. Esta sería la oportunidad perfecta, para que se separe de Sebastián, porque de hecho, su padre, el Emperador Caleb Von Rosenfeld está haciendo reformas en la constitución del Imperio que sale en dos semanas y entre las nuevas leyes está la de los compromisos arreglados; si una de las partes no está de acuerdo con el compromiso, este quedará completamente nulo.
Pero Adriano ocultara esa información, porque, aunque el ame a Anastasia, quiere su felicidad por encima de todo.
-Tienes razón Anastasia -respondió al final con pesar.
(...)
Tense la mandíbula al recordar esa escena y cuanta impotencia sentí entonces.
Si yo fuera Adriano...
¿Espera un momento?
Anastasia me llamó Adriano, ¿cierto?
Si es esto un sueño, al menos lo voy a disfrutar.
-¿Adriano? -inquiere Anastasia con voz temblorosa al ver que me quede en silencio-. ¿Verdad que Sebastián no puede romper el compromiso si yo no lo deseo?
Me esta dando una mirada de advertencia, pensando que me puede amedrentar.
Ella lo sabe, porque el estúpido de Adriano le contaba todo. Después de esa escena en el baile. Anastasia manipula al Príncipe para que engañe al Emperador y cambie la constitución antes de que se hiciera pública.
Y el tonto va y le hace caso.
-Si -respondo al final y puedo ver que en sus facciones se instala el alivio-. Sin embargo, eso está a punto de cambiar.
Los grandes ojos malvas de Anastasia se abren asustados.
-¡Adriano! -exclama dando un pisotón en el suelo como la berrinchuda que es.
-Es la verdad -respondo sin inmutarme-. Con la nueva constitución, esta ley quedará nula.
Los ojos de Sebastián se entrecierran en mi dirección, pero un sollozo proveniente de la Princesa bastarda de Eris hace que vuelva su atención a ella.
Sofía, así se llama la Princesa, está completamente empapada. Ya que Anastasia, llena de celos le tira dos copas de vino.
Este es el banquete de fin de Año que organiza el Emperador de Omnes Caleb Von Rosenfeld, padre de Adriano. Como siempre el Príncipe invita a Anastasia pero esta lo rechaza diciendo que irá con su prometido. Sin embargo, su prometido la deja plantada y cuando Anastasia llega al baile, lo ve muy junto a Sofía, la Princesa bastarda de Eris.
Sofía llego al Imperio hace un par de meses con los reyes de Eris y su madre que han venido al Imperio Omnes por negocios. Y desde que Sofía llegó al Imperio ha estado muy cerca de Sebastián, lo que claramente tenía molesta a Anastasia y la escena del banquete de fin de año fue la gota que derramó el vaso.
-¿Qué has hecho? -inquiere Anastasia entre dientes sacandome de mis pensamientos.
Me doy cuenta que el Duque Sebastián Davenport y la Princesa bastarda se han marchado.
Miro a Anastasia directamente a los ojos y la sensación me golpea.
La sensación de que todo se siente demasiado real para ser un sueño.
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Adriano
FantasyAdrián Harrington, un Comandante de la F.A.U.S.A reencarna en un libro donde su rol es ser el Príncipe Tonto enamorado de la villana.