Capítulo 3 | Frustración

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Las doncellas suspiraban cansadas mientras intentaban peinar el cabello de la joven dama.

—Mi Lady —llamo una tímidamente.

Anastasia que le estaba escribiendo una carta a su amiga con todo lo que había pasado ayer en el banquete, resopla molesta.

—¿Qué quieres? —pregunta alzando la vista para encontrar la mirada de la doncella asustada.

—E-es q-que se... se esta moviendo mucho —la criada traga saliva y su compañera le mira con pena—. No podemos peinarla de esa manera.

Anastasia suelta un chillido y agita la cabeza alejando las manos de sus doncellas.

—¡Entonces no me peinen! —grita frustrada—. ¡Salgan de aquí!, ¡todos son unos inútiles!, ¡salgan de mi vista!

Las doncellas salen despavoridas de la habitación de la princesa.

Anastasia se queda sola mirándose frente al espejo y suspira. Toma el peine que dejaron las doncellas y lo pasa suavemente por su cabello lacio.

Todo lo tiene que hacer ella.

Cuando termina de desenredar los nudos, se coloca una diadema de diamantes rosas que le obsequio su papá para navidad. Rocía un poco de perfume en su cuello y ya está lista.

¿Esas doncellas inútiles no podían hacer algo tan simple?

Su labio superior se torció con desagrado al recordar lo que había hecho Adriano la noche anterior.

Se está revelando y de esa manera ya no me será útil.

Penso sin quitar la mirada de su reflejo.

Tiene la costumbre de pasar mucho tiempo frente al espejo, vanidad es el tercer nombre de Anastasia Lianet, pero no es esa la razón por la que se mira tanto al espejo, ella ve algo en su rostro, algo que su subconsciente le grita que no debería estar ahí, pero no sabría decir que cosa es, ni sabría explicar por qué la alerta, simplemente hay algo...

—Mi lady —llaman a la puerta.

—¡¿Qué?! —ruge con disgusto en dirección a la puerta mientras deja caer sus manos agresivamente sobre la cómoda.

La doncella se traba con su propia lengua antes de responder con temor:

—El Pri-principe Heredero esta aquí.

—Dile a ese bastardo que se largue —responde sin titubear.

—¡Mi lady! —se escandaliza la doncella—. N-no puedo decirle tal cosa a su alteza.

—Simplemente, dile que no quiero verlo —Anastasia se agarra los cabellos frustrada.

 —N-no puedo mi lady —la doncella casí llora al decir esto.

—¡¿Por qué no!? —grita Anastasia con la cara roja por la ira caliente que corre por sus venas.

—Ha dicho que es una orden.

Fuera de la habitación de la joven dama, la doncella solo escucha como un cristal se rompe antes de salir corriendo despavorida.

(...)

Adriano se encontraba sentado tranquilamente en el salón de visitas de la mansión Ashford. Ayer se fue del banquete y llego a su habitación pidiéndole a un sirviente que lo guíe, ahí comenzó a husmear encontrando muchas cosas útiles que le servirán en un futuro. Adriano tenía mucho poder en sus manos, sin embargo, nunca supo como utilizarlo correctamente, bueno, si supo utilizarlo correctamente, pero nunca lo usó para su propio beneficio.

Adriano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora