Querido Otto, pensar en escribir sobre lo triste y deprimente que es extrañarte suele tener un toque especial en aquellos días donde tu nombre, tu aroma, tu risa y todo lo que involucra a tu persona, resuena en mi mente e invade mi cuerpo.
Me pasó algo muy estupido, te juro que lo pienso y me causa risa.
Comencé a escribirte para contarte lo difícil que ha sido este proceso de estar "sola" y sin contacto alguno contigo. Lo cual en un principio me atormentó, logrando que dejara de escribir por días, semanas e incluso meses. Porque en mi mente imaginaba unas miles de cuartillas escritas a diario para contarte todos y cada uno de mis pensamientos e insomnios que con gusto, tristeza y amor te he dedicado. Sin embargo, no he escrito tanto. Ayer mientras me sumergía entre la soledad de la oscura y fría noche - algo encantador por cierto - llega a mis manos un video que explicaba cómo reclamar tu energía (por si lo piensas, sí, me acordé en ese preciso momento del pequeño Otto). Lo ví y pensé en por qué no hacerlo, ¿por qué no reclamar mi energía? No tenía ni la más mínima idea de si funcionaria o simplemente era algo absurdo.
Lo curioso e interesante que ocurrió fue que en algún momento de mi ciclo de descanso tuve un sueño que fuera de causarme el llanto, me sentí liberada. Como si de pronto esa mochila tan pesada que cargaba sobre los hombros con tristeza, arrepentimiento y mucho dolor dejará de existir.
Pero bueno, no estaría de más contarte mi sueño ¿cierto?
En mi sueño, tú venías a buscarme, me abrumaba muchísimo el volvernos a ver. Se sentía tan aterrador y mágico, porque bueno pude volver a verte después de mucho tiempo. Me pedías regalarte unos minutos de mi tiempo, caminamos hasta encontrarnos con un parque y procediste a invitarme a sentarme en una banca oxidada. Llevabas una chaqueta negra y de tu bolsillo derecho sacaste varias cartas. Me explicaste que las habías escrito a partir del momento que nos separamos, la primera que leí hablaba sobre que te habías mudado y en la mudanza perdiste la pintura que te había hecho en nuestro primer aniversario, lo cual te deprimió y dentro de esto le gritaste a los señores que se habían encargo de apoyarte a pasar tus cosas. Acto seguido pensaste en que si estuviera ahí contigo te hubiera hecho mala cara y probablemente te diría que podríamos realizar uno nuevo, juntos.
En la segunda carta me contabas acerca que habías decidido comenzar a practicar ciclismo, un día conociste a una bella chica que salía de tu presupuesto y claro, de tu forma de ver la vida. Te aventuraste por muchos caminos, a veces me extrañabas, otras me odiabas, y te encontrabas en una realidad confundida porque querías coger el teléfono y marcarme, pero en otras ocasiones pensabas que no lo merecía, no merecía tu cariño, tu atención, tu amor... después de todo lo que ocurrió.
En la tercera carta describirías lo que había pasado la vez que te marchaste por 13 meses sin dejar rastro o señal alguna, aceptabas que te liaste con una chica. Que sentías adrenalina pero al pasar unos 4 meses te diste cuenta que lo unico tentador era el sexo, lo demas dolia. Así que a partir de ello habías decidido volver, para sentirte vivo nuevamente. Bajo esta ausencia tuya justificabas mi engaño, explicabas que no dudabas de mi amor, pero que en es momento mis actos te había decepcionado tanto y por el arrepentimiento que tu sentías decidias humillarte porque pensabas que de esta manera compensamos el daño que me habías causado.
La cuarta y última carta decía que una noche en la que decidiste ir a cenar solo por primera vez a un prestigioso restaurante de la ciudad en la que resides actualmente, curiosamente te habías topado con los chicos que hacían las sesiones fotográficas de los pocos eventos que había dirigido antes de tu partida. Murmuraban de mi cambio notorio al aceptar que ya no volverías. Yo aceptaba que lo nuestro se quedaría en el pasado y algún día dejaría de hablar de ti.
Al terminar de leer las cartas te pedía un abrazo, te pedí perdón y te dije que yo sabía que esa sería la última vez que nos veríamos. Mencionaste que considerabas que era momento de avanzar y dejar de mirar atrás.
Curiosamente una parte de mí anhelaba que me pidieras intentarlo una vez más, y permitirnos amarnos nuevamente. Solo que no fue así, lo que ocurrió fue que ante toda mi curiosidad de saber que había pasado contigo todos estos años, decidí despedirme. Planté un beso en tu mejilla, toque tu hombro izquierdo, conectamos miradas, me puse de pie y caminé sin mirar atrás.
Sé que es un sueño muy proyectado, pero siento que realmente es una señal. Otto, es momento de aceptar que no vas a regresar, que no habrá una tercera oportunidad para nosotros y, esta bien. Tal vez lo nuestro no será en esta vida. Es por ello que me es importante darle un giro a estos escritos. No voy a escribirte diciendo que te extraño, tal vez solo seas a quien sin saberlo, le cuente un poco de mi vida. A quien le cuente cómo me va a en esta nueva faceta donde me encuentro completamente desinvolucrada de amores de medianoche.
Así que, ¡chin, chin Otto!
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PARA CUANDO APRENDAMOS A ESTAR SOLOS
RomanceMarie después de haber engañado a su gran amor, Otto; decide escribirle a su recuerdo con la intención de reconfortar a su corazón. En una especie de diario ella redacta textos esperando a que un día deje de pensar en él, a que un día deje de extrañ...