Después de los turbulentos eventos en los que la Reina Malvada logró infiltrarse en la academia, JungKook se encuentra en una encrucijada emocional al descubrir que su supuesto príncipe azul no era quien parecía ser. En medio de la incertidumbre, co...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Otro día.
Había llegado otro día en el que siquiera podía dirigirle la mirada a SeokJin. Desde aquel día, cuando su beso no lo despertó del sueño, su relación se volvió algo incómoda, ahora este se la pasaba la mayor parte del tiempo con Jung HoSeok; quien es hijo de los más conocidos como "La bella y la bestia".
Y lo dejó solo.
Se encontraba en un momento de profunda introspección, sintiéndose desplazado y solo entre aquellos que alguna vez consideró amigos e incluso familia. La mala reputación que había adquirido lo había alejado de la mayoría, dejándolo con un círculo social reducido. Sin embargo, en medio de la adversidad, encontraba consuelo en la presencia de JiMin y YoonGi. Aunque el mundo parecía estar en su contra, el apoyo incondicional de sus dos amigos le recordaba que no estaba solo.
A veces tenía ganas de simplemente quedarse en su habitación y no salir, tener que aguantar la mirada desaprobatoria de la mayoría de los estudiantes era humillante, teniendo en cuenta que antes lo miraban de una forma diferente, con amor y admiración, no con decepción. Susurraban a sus espaldas y lo peor es que no se encargaban de disimular ni un poco.
Escondió la cabeza entre sus manos y soltó un suspiro de exasperación, el día se estaba sintiendo más pesado de lo habitual y apenas era la hora de almuerzo.
—Kook, ve a descansar, avisaré al director Grimm que no te sientes bien —propuso el peli-morado, esperanzado de que por una vez lo escuchara.
—No puedo hacer eso, estoy bien, solo es algo de cansancio —se recompuso en el asiento e irguió la espalda para comenzar a comer. No tenía nada de hambre, pero debía alimentarse, ya que en la mañana no desayunó y se sentiría peor si continuaba así.
—¿Algo de cansancio? Tus ojeras se ven cada vez más horribles —dijo exaltado JiMin—. Hazle caso a YoonGi, esto no te hace bien, ve y descansa.
—¿Gracias? Pero huir de los problemas no es la solución, aunque parece que la vida me está empujando a hacerlo —recostó la cabeza en una de sus manos mientras revolvía la comida con aburrimiento. Las noches de insomnio por pasársela llorando eran su nueva realidad, la angustia en su pecho solo se acrecentaba con el pasar de los días y este infierno parecía no tener fin.
