— Siete minutos en el cielo. ྀིྀི # Geto Suguru, Choso kamo & Gojo Satoru.
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Suguru no es tímido en lo más mínimo, a menudo recibe un golpe en la nuca por las miradas sucias que le da a tu lindo trasero debajo de la pequeña falda ajustada que usaste para la fiesta. Después de un par de tragos, agradece al mundo la oportunidad de estar encerrado en un armario estrecho con la chica bonita que llamó su atención.
"Joder, cariño, estás goteando", murmura contra tu coño, con dos dedos profundamente hasta los nudillos y su lengua moviéndose continuamente sobre tu clítoris. El piso alfombrado del armario arde en tu espalda, donde se levanta tu camisa, hasta tu cuello para que sus dedos pellizquen ocasionalmente tus pezones, manteniendo tu muslo abierto para que él se dé un festín con tu coño espasmoso. Suguru mentiría si dijera que no soñó con este momento, agradecido por la oportunidad a pesar de que habría encontrado una manera de inclinarte sobre el lavabo del baño.
sus ojos están entrecerrados, su polla palpita y gotea líquido preseminal por todo el frente de sus boxers únicamente por la satisfacción de tenerte chorreando por toda su lengua y sus dedos. "¿Siempre estás así de mojada? ¿O simplemente estás emocionada porque soy yo?"bromea, respirando directamente contra el aleteo de tu coño segundos antes de que su lengua se deslice entre tus labios hinchados, alternando entre lamer y sorber tu clítoris hasta que tus muslos tiemblan.
"Se siente bien", sollozas, con los ojos cruzados y el pecho agitado por la intensidad, por el agonizante y lento arrastre de los dedos de Suguru dentro de tus paredes.
"Me alegro, cariño", sonríe, con la cara completamente enterrada en tu coño, su ritmo, que alguna vez fue lento y constante, ahora es descuidado y ansioso, obligando a los sonidos húmedos de tu coño a resonar en el armario mientras te come como si fuera la mejor comida que ha probado alguna vez. Se te acaba el tiempo, y Suguru se asegurará de que salgas del armario con las piernas temblorosas.
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Aunque Yuuji lo obligó, Choso no está del todo enojado porque terminó en la situación actual.
Él piensa que te ves tan bonita, tan jodidamente bonita con ese atuendo, permitiendo que sus ojos recorran la forma de tu cuerpo como lo hace a menudo cuando pasas junto a él en clase. "Te ves bien", finalmente logra decir después de un minuto entero de estar sentados uno al lado del otro en el armario al que te empujaron tus amigos.