Capítulo 5: Cansancio

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Cabaña del Vigilante, Bosque de los amantes perdidos; Reino de los Sangre Mágica

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Cabaña del Vigilante, Bosque de los amantes perdidos; Reino de los Sangre Mágica.

A esas alturas de la noche, en el que no podía conciliar el sueño, Ahmok comenzó a repasar con la mente más despejada los acontecimientos recién vividos. Un par de horas atrás, sabía que estaba en el Reino de los Sangre Mágica y que sería complicado regresar a Lithem o eso pensaba, tomando en cuenta que el libro desapareció apenas llegó al bosque.

Las posibilidades de hallar de nuevo lo que perdió eran poco probables, así que no estaba seguro de lo que debía hacer al día siguiente: ¿buscar el libro o resignarse a vivir en aquel mundo donde era incapaz de sentir la calidez del sol? La segunda opción no le desagradaba del todo.

A lo que le explicó K'itam cuando ingresaron a su casa, los Sangre Congelada de las rejas no rechazaría su estancia, siempre y cuando estuviera dispuesto a cumplir con sus leyes. Mientras no tuviera que deberle fidelidad al Dios Naia, no se negaría a ser respetuoso. Después de todo, él siempre sería devoto a Nabaia, igual que Kororia.

Condujo las manos al rostro para restregarlo y conseguir olvidar aquellas cavilaciones que le impedían descansar, al menos, esa era su excusa. Emitió un sonoro suspiro, agarró la gruesa manta, se cubrió la cara y enfocó la atención en el exterior.

Podía oír los rugidos del oso de hielo junto a las risas de las mujeres que cantaron la canción del que no recordaba la letra, seguido de gritos guturales de los que suponía eran los rora.

Ahmok sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

«No tengo miedo —se recordó en lo que tapaba los oídos con la intención de mitigar el sonido—. Solo quiero dormir».

Por desgracia, no pudo hacerlo.

Durante el amanecer, en el que el manto de la eterna oscuridad empezó a desvanecerse, el tótem regresó al hogar de Kahu e Iraia. Las garras del animal rasgaron la puerta a medida que se sentaba en la entrada, dispuesto a esperar otra anochecida.

El susurro de la madera retumbó en la figura envuelta de K'itam, quien comenzó a mover los párpados ante el pronto despertar. Soltó un quejido, algo bastante habitual en esos albores, pues a menudo tenía la desgracia de soñar con él. Detestaba recordar su rostro, le causaba náuseas, volver a oír su risa. Al haber bailado frente a otra persona, regresaron las memorias que intentó eliminar del corazón.

Enseguida desprendió las mantas del cuerpo, listo para conducir a Ahmok a la salida del bosque y pudiera hallar la reja. No tenía pensado que se quedara con él. Se había prometido que no estaría cerca de otro hombre. Con disimulo, echó una mirada al otro extremo de la morada, donde contempló al moreno envuelto y pensó que todavía dormía, ya que no veía ningún movimiento suyo.

Suspiró ante el alivio que le generaba, se levantó y caminó hasta sus pertenencias para coger la máscara de lobo y cubrirse el rostro, así podría esquivar el escrutinio del Sangre Cálida.

Corazón congelado | ONC 2024 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora