Capítulo 7. Si te caes levántate

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"Si te caes levántate, si vuelves a caer,
levántate otra vez, las veces que te caigas levántate, pero no te detengas"

Quisiera gritar alto y a los cuatro vientos, que todos se enteren de lo que está pasando, pero no debo hacerlo, la verdad no se forza, hay mucho que perder. Las nuevas generaciones están en peligro, mi generación está agonizando y nuestros ancestros no están.
¿Qué le vamos a heredar al futuro?
El mundo que conocemos es una mentira camuflada, nuestra realidad grita por ser descubierta.

Si sigues conmigo escuchándome en el viento, entonces no sólo mi existencia tiene sentido, también la tuya y la de todas las generaciones.
En ocasiones siento que lo que digo se diluye en el vacío del silencio y no llego a ningún alma despierta, luego viene mi intuición, me saca de la decepción y logro sentir y captar tu esencia. Gracias por estar, gracias por escuchar y sentirme.

En la montaña, dentro del túnel de raíces caminé días, aún así faltaban kilómetros para llegar a Caracas. Parece mentira, cuántas veces subía a la ciudad, a diario recorría kilómetros en tan solo 30 minutos a bordo de un autobús, sin embargo desde la montaña, desde mis pasos, qué largo se había tornado el camino.
En ocasiones las noches eran realmente oscuras, y otras recibía regalos de la Madre Vida, me enviaba luciérnagas, ellas me rodeaban como si me visitaran los espíritus de mis ancestros. Esas noches eran mágicas. No siempre escuchaba a los árboles, ellos se comunicaban cuando era necesario, aprendí a convivir con los zancudos, me frotaba hojas en la cara y servían como repelente. El hambre era mi mayor preocupación, no era fácil conseguir alimento, estaba adelgazando, mi cuerpo me lo advertía, a pesar del estrés diario en las noches agradecía a la Madre por proveerme. Intentaba de tener buena actitud a pesar de mi situación.
Una noche hacía más frío de lo habitual, me olía a lluvia, lo que me indicaba que iba a llover. Esa era la primera vez que me enfrentaría a la lluvia en la montaña. Dentro del túnel de raíces armé una troja con ramas y hojas para cubrirme de la lluvia antes de que anocheciera, la lluvia se hizo fuerte, sin embargo estaba relativamente aislada, en cuestión de minutos dentro del túnel se hicieron ríos paralelos en donde me encontraba, estaba a salvo, como pude traté de ponerme cómoda para descansar mientras caía el aguacero, hacía mucho frío, escondí mis manos en el abrigo e imaginé estar frente a una fogata, y con solo esa idea comencé a sentir calor. Aprecié la lluvia como nunca antes, escuchar el agua corriendo entre las raíces y los árboles se me hizo relajante. Estaba en calma cuando el anillo que me dió la abuela se sentía extraño, era como sentir una ligera vibración, lo ví y se tornaba color magenta, era como si me advirtiera que era el momento de conectarme, entonces saqué el anillo extraño y lo coloqué en mi otra mano. Ambos anillos interactuaron y se creó nuevamente esa línea de comunicación, esa vez me conecté con mayor consciencia, estar relajada y en calma es la clave para una mejor conexión. Esa vez ellos no me captaron, cada vez aprendo más de sus modos y de sus estrategias para distraernos. Ese día aprendí cómo conectarme a voluntad, y no cuando los anillos lo solicitan. Comprendí que tengo el poder necesario para cambiar mi realidad, yo soy el cambio que necesita el mundo, por eso lanzo semillas al desierto, porque aún en la tierra más árida puede prosperar la vida. Te confieso, que a través de los códigos he visto sus planes, ellos no son como nosotros, pero viven entre nosotros fingiendo que lo son. Esa fue mi 2da conexión con la humanidad y con ellos. Me desconecté con un claro mensaje de despertar, uno que te puede llevar a la verdad, pero la verdad no se busca, ella misma te encuentra. Por otra parte comprendí que el agua es clave para activar a los anillos, pero más aún mi intuición.
Esa noche aprendí mucho, al quitarme los anillos me quedé dormida como una niña en los brazos de su madre.
Esa noche soñé que estaba en una cascada con un chico, él me besaba y yo veía sus ojos amarillos, eran como los ojos de un gato; me sentía maravillosamente, sin peligro, sin todo el horror que en realidad está pasando. Fue un sueño intenso, parecía real, yo viendo esos ojos amarillos me extravié, me sentía plena, en un momento ya no estaba con él, estaba con la Madre Vida y al verla, ya no era yo, era una con todo, era agua, tierra, viento y el mismo centro del planeta; cuando ví su fuego sentí mucho calor, senti que yo era el centro, mi ser estaba a punto de ir a un lugar más esencial, pero desperté, el sol se filtraba dentro del túnel, me daba justo en mis ojos, así que al abrir mis ojos desperté encandilada. En ese preciso momento escuché a un helicóptero, eso me recordaba que estaba despierta, ellos seguían buscándome, el helicóptero lo podía ver entre los espacios de las raíces, la nave daba vueltas como si hubiesen encontrado algo, pensé que tal vez notaron mi morral, por eso me buscaban, de alguna manera sabían que estaba caminando en la montaña. Otra vez me sentía en estrés, me quedé quieta un rato, al poco tiempo se fueron, entendí que esto no acabaría, estar continuamente en modo presa me agobiaba, me desequilibraba, quebraba mi espíritu. Ni una sola persona en ese viaje, nadie con quien hablar, sin familia, sin amigos, sin conocidos, el único rastro de vida humana eran los que volaban en el helicóptero y eran los enemigos.
Respiré profundo, es lo mejor que podemos hacer ante un problema o conflicto; Di el primer paso y avancé, sequé mis lágrimas, me tenía a mi misma, era suficiente y podía seguir adelante. Caminé hacia el hoy consciente de mi fuerza, me acompañó ella, la Madre Vida. No debo permitir que me distraiga el pensamiento humano. Debía confiar en lo que soy, por algo seguía con vida, mantenerme consciente de mi esencia no siempre se me daba, respiraba hondo y ese simple hecho me hacía volver a mi. Caminé entre raíces y tierra, protegida por lo que soy.
Caminando recordé mi sueño. Sabes, a ese chico lo conocía, solo que sus ojos no eran amarillos sino azules como el cielo, salí con él un par de veces, lo suficiente para quedarse grabado en mi memoria. La primera vez habíamos ido al cine, al salir hablamos mucho, hablamos del cosmo, de la creación y de la ciencia. La segunda oportunidad fuimos a Sabas Nieves, al maravilloso Cerro Ávila, allá me perdí en sus ojos y nos besamos en el río, él quiso ir más allá mas no se lo permití, no me sentía segura, nunca había estado con alguien, él comprendió y respetó, me acompañó hasta la estación del metro y nos despedimos como un par de enamorados, de verdad me había enamorado de ese chico; después no lo ví más, sucedió el ataque apenas dos días después de habernos visto. Creo que soñé con él porque la montaña en dónde estaba me traía ese recuerdo.
Mi madre solía decir: " No se puede vivir del pasado" sin embargo, pienso que de vez en cuando es importante ver hacia atrás y recordar los momentos vividos, malos o buenos son aprendizajes necesarios para caminar consciente.
Ese día caminé por horas y se me hizo difícil conseguir alimento, sin embargo en los bolsillos tenía unas granadas, no me saciaba, pero me distraía. Aún no caía la noche y me quedaba poca agua en la cantimplora, estaba hambrienta y cansada. De pronto pisé una raíz fangosa y resbalé, caí por un barranco, como a unos 5 metros en un pozo hondo, este estaba alimentado por una cascada; mientras caía me golpeé el codo, en breve momento me estaba ahogando, como pude logré salir a flote, apenas podía mover el brazo izquierdo, me dolia mucho. Inspeccioné el lugar, no ví como salir, las piedras eran muy grandes, nadé hacia el borde del desahogo del pozo, y para mí sorpresa, divisé una caída como de unos 25 metros. Me sentía atrapada en un pozo de agua un poco profunda, sin aparente salida, y lesionada.
¿Por qué la Madre Vida me haría esto? ¿Por qué los árboles no me advirtieron?
Pensé que sería mi fin. Me desesperé. Me hundí nuevamente, agotaba mis fuerzas, la vida me ponía a prueba, me quebraba una vez más ¿Para qué? Pues para contemplar mi valor. Para ese momento no sabía cuan valiosa soy; pero sí comprendí algo vital: El río no sería quien me mataría, sino mantenerme sumergida en mi desesperación, dejé de moverme, centré mis pensamientos, volví a salir a la superficie y respiré profundo, me calme, liberé toda tensión de mi cuerpo y me mantuve flotando, me sentía ligera como una pluma en la superficie del agua. Vi al cielo, Lucia despejado, azul como los ojos de mi padre y del chico del que me enamoré. Me sentía libre como las aves que volaban en aquel momento, me entregué a vivir cada instante. Mi atención fluía como fluía el agua que alimentaba al pozo, el sonido de la cascada era hipnotizante, los árboles lucían sus más variados verdes, fue relajante, de la desesperación pasé a un estado de absoluta contemplación, sin tener a dónde ir, no tenía nada que hacer, solo fluir y respirar mientras podía en medio de aquella experiencia. Dando vueltas en ese pozo ví en el cielo una burbuja como de las que grababa con mi cámara, apenas se apreciaba, era como si se camuflara con el cielo; no me dio miedo, no sentí terror, sólo la vi flotando en el aire, como yo lo hacia en el pozo. Tanto tiempo huyendo de ellos, y allí estaban, me tenían frente a frente, podían verme, ya yo no estaba huyendo; pero, ellos no se inmutaron, era como si no me vieran, luego pasó un helicóptero más abajo de la esfera, ellos tampoco me vieron, fue como si yo no existiera. Intenté entender, mas ya no quería justificar nada, me entregué a la experiencia de fluir con ella: La Madre Vida. Otra vez me conectaba con todo, fui una con ella... Fue una conexión sin anillos, una conexión más esencial, una experiencia hermosa, escuché voces, muchas voces, cientos, miles... Esas voces se confundían con la cascada, no eran voces como la de los árboles,eran voces de personas. Trate de enfocar mi atención en una sola voz, quería saber qué decía, y lo logré, escuché a alguien, después de tanto tiempo, escuché una voz humana. Esa voz hablaba sobre sus problemas, al parecer se sentía ahogada de situaciones, decía sentirse asfixiada, hasta el cuello, que no veía salida...
¡Qué cosas! Así estuve yo, sin embargo, estaba fluyendo, en medio de mi problema, respirando sin saber qué pasaría... Ante esa situación tan análoga me di el permiso de hablarle con mis pensamientos: "Eres afortunada de estar con vida, de tener posibilidades aunque no las ves, le dije que prestará atención y sacara fuerzas de sus entrañas para seguir adelante"
Esas palabras fueron como si me las dijera a mi misma. Me di cuenta que muchos de nosotros pasamos por situaciones similares. Le confíe a ese ser que siempre hay una salida, solo debemos estar atentos a los detalles.
Mis propias palabras me reconfortaron, cuando para mí sorpresa esa persona me respondió:
- ¿Quién eres? ¿En dónde estás? -
Yo no sabía que responder, pensé que era un juego de mi mente, qué tal vez agonizaba... Y ese ser volvió a hablar:
¿Por qué no respondes? ¿Quién eres?
¿En realidad eso me estaba pasando? Al conectarme con la Madre Vida también lo hice con todos, con uno de ellos, un humano me escuchó. Era increíble! ¿Cómo podía ser posible? Sin teléfono, sin celular, sin los anillos, sólo conectados a través de la Madre Vida.
La persona insistía:
- ¿Quien eres? -
Y respondí: - Soy Ikusa, aquella que fluye. -
Seguidamente me dijo: - Gracias Ikusa, no sé en dónde estás, pero me haz ayudado lo suficiente. Aunque no te veo, te escucho. Espero que tengas una buena vida Ikusa. Gracias por alentarme. -
Sentí tanto gozo, esa persona era real, aunque para ella yo solo era una voz, alguien al que logró escuchar en la fluctuación de la energía. En pocos segundos ya no la escuché, perdí conexión.
Allá me encontraba, dando vueltas flotando en el pozo, dejándome llevar por la corriente. Vi la cascada una y otra vez, me di cuenta que detrás de ella había una piedra plana, parecía un escalón, sin pensarlo dos veces nadé hacia la cascada, pero la caída de agua me hundía, era muy fuerte, sin embargo más fuerte eran mus ganas de vivir; aunque el codo me dolía mucho, intenté varias veces subirme a aquella roca, me lastimé en varias oportunidades, respiré profundo, enfoque ni atención, levanté con fuerza mi cuerpo en contra de esa pesada caida de agua, y salí. Detrás de la cortina de agua había como una especie de cueva, tenía la apariencia de una concha de ostra.
Allí estaba en esa gran piedra plana, rodeada de paredes con símbolos antiguos, adolorida y cansada, me pregunté ¿Quién era yo? Había pasado por tanto, mi vida se había convertido en una cadena de sucesos que ponía a prueba mi supervivencia, había visto al rostro de la muerte esperando a que cayera, una vez más demostraba mi fuerza. Lloré mucho, lloré por estar viva, y lloré por la condición en la que me encontraba, sola, sin alimentos, sin un plan, sin rumbo, sin esperanzas, sin futuro, sólo con cada sorbo de aire, lo único que tenía eran mis ganas de vivir. Me encontraba en el estado más primitivo. Otra vez había sido víctima de la distracción, me había apartado de mi esencia. Estar constantemente en modo alerta y huida me apartaba de lo que soy, aunque agradezco todo ese estrés, sin él no estaría en este momento, ni en esta etapa de mi existencia. Ciertamente debía pasar por esas experiencias que comprometían mi vida para comprender y evolucionar.
En ese lugar húmedo, concavo y petreo, me levanté a pesar del dolor con una firme misión: encontrar la verdad.
Respiré profundo y observé, vi que había una salida pequeña, con el tamaño suficiente para ir al ahora, ya era costumbre, en este viaje me he caído, levantado, me he arrastrado y puesto de pie, me he lastimado y extrañamente sigo adelante. ¿Quién puede detenerme? Ni ellos, ni ella, sólo yo puedo hacerlo, y mi fuerza es más grande que mi cuerpo.
Una vez más me adentré a las profundidades de la montaña, caminando solo con el aliento.
Ese sitio tenía poca luz, a medida que caminaba sus paredes ya no se veían tan rocosas, llegué a un sitio que no era natural, me encontraba en una especie de tubo metálico, sus paredes eran de metal, al tocarlas se hacian pequeñas chispa eléctricas, era como si estubieran electrificadas, no me hacían daño, eran inofensivas, al colocar mi palma completa sobre la superficie se iluminaba el área, me di cuenta que estaba en un gran pasillo tubular. ¿En dónde estaba? Fue mi gran duda, luego viendo con detalle el lugar, comprendí que me encontraba en un lugar artificial, no humano, supuse que estaba dentro de la fortaleza de ellos, de aquellos que me perseguían. Caminé con cautela, mis pasos cada vez eran más lentos, estaba agotada, me invadía el temor, pero no me detenía, seguía paso tras paso, hasta que algo me detuvo, algo no visible me impedía seguir adelante, no había mucha luz, sin embargo yo extrañamente podía ver en la oscuridad del lugar, pero algo detenía mis pasos, toque lo que tenía adelante y con el tacto pude notar que era una pared extraña, palpé el área y tenía un bajo relieve que calzaba con la palma de mi mano, al lado tenía otro bajo relieve que me hacía suponer que debía colocar la otra palma de mi mano, pero esta no podia levantarla, el codo lastimado ya se encontraba muy inflamado, doblar el brazo era realmente doloroso. ¿Qué podía hacer? Aguantar y resistir, ya había llegado muy lejos, mientras estuviera con vida lucharía; no sé por qué tenía la necesidad de colocar ambas manos en esa extraña pared, mi intuición me guiaba a hacerlo; tomé mi mano izquierda con la derecha y con profundo dolor la coloqué en el sitio no visible que calzaba perfectamente con ella, luego coloqué la otra palma, mis dos manos se ajustaron a esa hendidura y de inmediato sentí unos pinchazos en ambas manos, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, no podía moverme aunque lo quisiera, estaba siendo como escaneada, mi corazón de golpe latió más fuerte e involuntariamente abrí mi boca y por ella salió un gran rayo de luz, luego caí al suelo, en cuestión se segundos me recuperé y levanté, ya ni sentía dolor y logré continuar mi camino, que esta vez era totalmente iluminado, fue como si atravesara un campo de fuerza. ¿Cómo logré pasar? La respuesta está en lo que soy. Caminé y caminé, estaba como energizada, llegué a una encrucijada de pasillos, eran 6 en total, mientras pensaba cual opción tomar, escuché pasos, no sabía qué hacer, el miedo me invadió, finalmente me atraparían, y cuando intenté escapar, de la nada apareció una pared invisible, estaba hecha de ese extraño material, me impidió avanzar, mi corazón latía muy rápido no hallaba qué hacer, entonces los ví, aquellos que pasaban lucían como humanos, vestían de blanco, sus rostros estaban cubiertos por una especie de máscara. Pasaron justo a mi lado y no me vieron, siguieron de largo, no tenían armas, no se veían hostiles, solo caminaban. ¿Quiénes eran? Tú los has visto, no son humanos, pero los has visto.
Cuando ya no se veían la pared desapareció así como llegó, algo me protegió y no entendía por qué, tome la decisión de seguir adelante, de seguir el camino que ellos tomaron. No los alcancé, me encontré con otra encrucijada, 6 pasillos más, está vez en el centro de ese lugar había una corriente eléctrica vertical que fluía por un hueco, era una cascada eléctrica, no había techo ni piso en ese lugar, lo rodeaba el pasillo que se unía a 6 pasillos más. Mientras me acercaba escuchaba voces, estas provenían de la corriente eléctrica. Debí cerrar mis ojos, pues el brillo de esa cascada era muy potente, me guíe con mi instinto, me coloque de espalda y abrí los ojos, ví mis manos , estaban rojas a causa de los pinchazos que me hizo la pared, de esas diminutas heridas en las yemas de mis dedos, emanaba electricidad, mi cuerpo se hizo todo luz, ya no era yo, era parte de esa cascada eléctrica, escuche muchas voces, miles de ellas y entre ellas escuche la de mi padre diciéndome:
- Ikusa, mi gran Ikusa, no eres como los demás, y eso te hace grande. Te amo hija. -
Pensé que está vez sí moriría, finalmente descansaría de tanto agobio, pero no fue mi fin. Ese día comprendí que somos más que biología, que somos más que materia, somos energía. Todo el tiempo que estuve huyendo de ellos, en realidad estaba encontrándome conmigo, con mi origen, con lo que somos realmente. Ese día conocí otra forma de conexión, una conexión con los vivos, los ausentes y con ellos, pues incluso allí los sentí y me desconecté, caí al suelo, no podía ver, me alejé como pude, pues sentía mi cuerpo muy pesado hasta que me desvanecí.
Si estás allí, te pido que no desistas. Si estás atravesando una situación difícil ten en cuenta que tú fuerza es más grande de lo que crees . Si te caes, levántate, pero nunca te detengas.
Nunca sabrás cuan grande eres si no enfrentas las adversidades.
Soy Ikusa, no estoy sola.

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