𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐖𝐎𝐑𝐃 𝐎𝐅 𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 | ' por la esperanza del mañana sacrificamos el hoy '
‾‾‾‾‾‾‾‾‾‾« en donde Aspen Iversen
ha tenido sueños desde que llegó
al Hotel Valhalla y cree que el recién
llegado de Magnus Chase es la
respuesta a sus pr...
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𝐿o único que apaciguó mi dolor de cabeza fue volver a mi piso de habitación. Encontré un alivio no encontrarme con el resto de mis compañeros, no soportaría oír las discusiones de Mallory con Medionacido, menos los comentarios de X sin sentido, y la incesante palabrería de T. J. que podía ser respondida con un asentimiento o no.
Me posicioné ante la puerta que tenía en el centro un circulo de hierro del tamaño de un plato con mi nombre grabado rodeado de runas vikingas.
«ASPEN IVERSEN»
Hurgué en los bolsillos de mi pantalón y saqué la piedra rúnica que servía de llave. El signo «dagaz» simbolizaba los nuevos comienzos, las transformaciones. Esperaba que con la simple tarea de entrar se arreglarían todos mis problemas.
El círculo emitió un brillo verde. La puerta se abrió.
Entré y una oleada de energía reforzó mi espíritu.
Me dirigí al centro de la suite, donde había un círculo de piedras que mantenían rodeada una fogata con llamas que se avivaban ante mi presencia y que se extendían hasta el techo e iluminaban toda la habitación ante el claro de la luna. Mis botas se hundieron en la ligera y seca nieve. Troncos envolvían el ambiente asemejando cómodos sillones que se concentraban a la vista del cálido fuego e embriagaba una sensación de caricia en conjunto con la nieve arremolinada.
La magia del Valhalla podía hacer milagros con cada einherjar. Era uno de los privilegios de morir.
Al tener forma de cruz, había cuatro secciones que partían del centro de la fogata. Cada ala era del tamaño de una casa familiar. Una era el vestíbulo por el que había entrado. La siguiente mi dormitorio con una cama matrimonial extragrande. No me gustaba la extravagancia, prefería cosas sencillas y no derrochar pertenencias que sabía que no utilizaría por más que fueran atractivas a la vista con el brillo e importancia: paredes de madera con el estilo de una cabaña, el edredón marrón y unas almohadas blancas, paredes sin cuadros, pero sí con pieles de animales que en vida había cazado junto con mi padre. Reconocí mi primer conejo con una sola pata trasera.
La habitación coincidía con las cosas que me gustaban de cuando me encontraba junto con mi padre, quien oía todo lo que una niña decía y acataba. Me gustaba dormir sin cortinas, observando como la luz de la luna se alzaba en lo alto, creando sombras que me entretenían para crear historias en mi mente. Además, podía sentir la brisa fresca de todos los espacios golpear mi rostro, no había duda de que sabía lo que ocurría en cada rincón.
A la izquierda era el vestidor y cuarto de baño con baldosas negras, café oscuro, grises y blancas, mis colores favoritos. Se encontraba una sauna, un jacuzzi, un vestidor y una ducha espaciosas junto con un váter.
La cuarta ala de la suite era una cocina completa y un espacio que simulaba ser el porche de una casa que daba vista al aire libre de un bosque lejano en donde bandadas aleteaban en busca de comida. Una silla mecedora con una manta estaba depositada de modo que incitaba a relajarte con una taza de chocolate caliente recién servida encima de un banquito en pleno clima de invierno. Al otro lado, sólo se encontraba un espacio con un mueble oscuro sin demasiado atractivo. No había nada magnifico a la vista, pero se encontraba mis posesiones más preciadas.