-¿Me estás diciendo qué alguien te está haciendo cartas anónimas?
-¿Otra vez Brian?
-Perdón, perdón.
-En fin, ¿conoces la letra?
-Se me hace conocida...
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Toby recibió la carta con diversas, preguntas. Como siempre, colocada con precisión sobre la mesita que alumbraba el Sol casi todo el día. Bajo un manto de brillo, se sitúa la carta metida en un sobre hecho de papel antiguo. Desata con suavidad el pequeño lazo rojo antes de abrir el sobre. Abriendo la carta con delicadeza, se sienta sobre la mesita para leer dicha carta.
Leyendo con atención cada palabra, incluso los puntos de las "i", se sumerge en las palabras de su amado en secreto. La luz alumbra la tinta negra dejándola con un hermoso brillo amarillento e iluminando la carta, con las siluetas de las sombras de los frondosos árboles que tapan algunos rayos de sol.
Se fija en las últimas palabras, con precisión en el "atentamente", viendo una inicial que hace enrojecer su rostro al pensar que su amor secreto es ese hombre de máscara blanca. Decidido a olvidarse del hermoso hombre que no salía de su mente tras esa conversación con su «hermano», e incluso antes, se pone a escribir una dulce respuesta ante las intrigantes preguntas de su admirador, según dicha carta.
"No, no me molesta que me mires, ni que digas que soy la perfección personificada. No tengo un color favorito en específico, pero me gusta bastante el naranja, el amarillo y el gris. Me gustan bastante las amapolas, aunque mis flores favoritas son las hortensias azules. ♡"
Escribe con delicadeza en una de las hojas donde Kate -y otros proxies, pero principalmente ella- hace las típicas hojas de Slenderman. Una vez la tiene lista, la dobla dos o tres veces. Baja y, con discreción, coge un vaso de agua y se sienta en la misma esquina del sillón. Cody se acerca.
—Hola, hasta que te decides por bajar al salón —le dice mientras se sienta a su lado, atento a los movimientos de su mano.
—Sólo vine a por un vaso de agua —dijo levantando el vaso que, claramente, no estaba bebiendo.
—¿Y por qué no bebes?
—Voy a hacerlo en mi cuarto.
—¿Y por qué te sientas?
—Ya me iba —dice, un poco nervioso.
Se levanta, yéndose a paso rápido. El pequeño científico hace señas con sus manos dirección al mayor, que estaba atento al ojimiel. Se acerca, seguido de su amigo el rubio, que se sienta al lado de Cody y entrelaza sus dedos con el mismo, haciendo que se sonroje de forma leve.
