Final

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Los latidos en su pecho aumentaban de velocidad mientras iba leyenda la nueva carta. Como siempre, sus filos amarillentos enmarcaban el amor que esas palabras aguardaban. Esta vez, con un pequeño corazón dibujado. La letra, ligeramente en cursiva, le invitaba a conocerlo y como ya hacía, a quererlo. Obviamente iba a aceptar, estaba ilusionado por ver quién se escondía detrás de los versas que leía. Aunque ya tenía una idea. 

Sin embargo, tenía miedo. ¿Cómo hacer que un corazón ya roto, vuelva a brillar

Ahora tenía algo nuevo que hacer, pensar qué se iba a poner. Rebuscó en un pequeño cajón donde tenía alguna ropa guardada. No tenía mucha, sus padres tampoco eran ricos. Pero algunas veces su hermana le traía algo. Quizás por su cumpleaños, o alguna cosa que había visto y le había gustado. Casi siempre de rebajas, pues tampoco se podían permitir muchos lujos. 

Recuerda que, cuando cumplió dieciocho (no hace mucho, puesto que tenía esa edad), ella le regaló unos pantalones algo viejos. Su cuerpo no había cambiado mucho, supuso que le estarían bien. Y así fue.  

Para su suerte, lo encontró bastante rápido. Después de todo, no tenía mucha ropa. Como recordaba, eran unos pantalones vaqueros un tanto oscuros rasgados en las rodillas por el poco uso que le dio algunas veces. Decidió combinarlo con el típico suéter negro de cuello que llevaba tras la sudadera cuando hacía más frío. 

Dejó la ropa que se pondría en una silla cerca de su cama. Ya saben, por si se le olvidaba, aunque algo tan importante sería difícil de olvidar. De momento, con las cartas, Timothy le había hecho sentir seguro. Ya se habían besado, después de todo. Aún así, a las nueve todavía había cierta claridad. Y más ese día, que la Luna estaba prevista para estar llena y alumbrar hasta debajo de las hojas de los árboles. 

Quizás podría preguntarle a alguien qué hacer, aunque desde que empezó había sido bastante dependiente de los demás. ¿Cómo iba a ser un buen proxy si necesitaba ayuda para encontrarse con alguien? Él veía a los demás proxies, como mataban a sus presas tan fácil... Simplemente él no podía, siquiera ¿por qué Slenderman lo había elegido a él? ¿Por qué no a otro? 

Sin saberlo, su superior sabía sobre ciertos pensamientos. Toby no era proxy por su linda cara. Mucho menos por descarte. Algún día, algún simple día, Slenderman le haría saber lo que realmente valía. Sin embargo, Toby tenía problemas de autoestima. Ese era su único problema. Una de las cosas en las que Slenderman más se fijaba al elegir un proxy, era que tuviera confianza en sí mismo. Que pudiera agarrar su arma, intimidar a su víctima y matarla silenciosamente. Toby podía hacer eso, pero no tenía suficiente confianza. 

 ...

Le tocaba pegar algunas notas. Era un trabajo simple, pero eso no quita que te puedas encontrar con algún fanático, animal salvaje, entre otras cosas... extrañas. 

Normalmente, un proxy primerizo iba acompañado por otro que llevara más tiempo con Slenderman. Cuando Kate no tenía nada que hacer, acompañaba a algunos para explicarles las notas. También iban Hoodie y Masky, aunque el último menos porque decían que era muy "amargado". Se iba adentrando para pegar la cuarta hoja, esta vez en la copa de un árbol. A pesar de ser ágil, tenía dificultad por su brazo, que seguía en recuperación. Antes de estar con Slenderman y los proxies, Toby se partió el brazo en el accidente de auto que tuvo con su hermana. Cuando estaba casi recuperado, tuvo un pequeño mal paso y volvió a estar peor. Menos mal que Ann se dio cuenta una semana después por el aniversario raro de Slenderman en la Creepyhouse, porque sino Toby ni cuenta se daba. 

Al subir se apoyó en una rama algo flacucha, pegó la nota y, cuando fue a bajarse de un salto, la rama hizo "¡crack!" y casi, casi cae al suelo de espaldas. 

"ʟᴇᴛᴛᴇʀs𖤐"  // TicciMaskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora