1- El Principio del Fin

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Dejo que su alarma sonase por un rato mientras perdía su mirada en el techo de la habitación.

A éste punto era un cadáver viviente, un hombre sin vida que se arreglaba para entregar sus energías a su trabajo, perdiendo el tiempo para fingir tener un propósito en sus días.

Muerto por dentro sin ganas de hacer nada, dejándose llevar por la rutina que estableció unos años atrás. Ahora simplemente se obligaba a seguir con aquello que llamaba vida hasta que su cuerpo no pudiese más.

No encontraba su propósito. Un camino más claro, una guía a cómo dejar de sentirse tan vacío.

—Smoker-san, le traje un espresso.

No se tomó la molestia de ver a la joven frente a él a los ojos.

—Gracias, Tashigi.

Quedando en silencio, el hombre volvió a perder sus ojos en lugares irrelevantes. Posaba su mirada en las ventanas que daban una vista a las calles llenas de gente caminando de un lado a otro.

Tomó un sorbo de su espresso, continuando su aburrido viaje esperando encontrar algo que le ayudase a iluminar sus orbes color ámbar. Su apagada visión se perdió en el suelo hasta que fue atraído por el sonido de la campanilla que avisaba la llegada de un nuevo cliente.

Le daba mucho igual. Sus ojos le habían obligado a alzar su mirada de forma inconsciente, de no ser así no hubiese levantado su mirada.

Pero agradecía haberlo hecho.

Aquellos ojos (c/o) hicieron contacto visual que se sintió como una chispa eléctrica por toda la zona, sin embargo solo había sido la falta de un latido en el corazón del hombre.

Una sensación extraña.

Había sido corto, pero la intensidad de ese segundo había causado algo en él.

Algo que provocó la caída de su espresso, alarmando a la pelinegra frente a él.

—Smoker-san, ¿se encuentra bien? — preguntó ella, levantándose de su asiento dispuesta a ayudar al contrario, aunque fue detenido por éste mismo.

—No te preocupes, Tashigi, lo limpiaré.

—¿Quieres que le traiga otro?

Él negó.

—Iré yo.

Después de ordenar otro espresso, Smoker se encontraba esperando por su bebida cerca de la joven que había captado su atención al entrar por la tienda.

Estaba ahí, a tres pasos de él. Tenía la necesidad de hablarle, saber más de ella.

Su rostro le era familiar. Pensaba haberla visto anteriormente.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la campanilla tocada por un trabajador, anunciado su bebida.

Tomó su espresso de la barra, aunque una pequeña risita detrás de él llamó su atención.

—Disculpe, creo que eso es mío. — habló una suave y linda voz.

Smoker se dio la vuelta para encontrarse con esa joven mirándole  con una sonrisa en sus labios. Tomó un rápido vistazo al vaso y vio que el nombre en éste no coincidía con el suyo.

(t/n).

—Lo siento... Me he confundido.

Le escuchó reír de nuevo. Le gustaba su risa, se sentía extrañamente atraído a ella.

Su risa.

—No se preocupe, yo tampoco he tenido mi espresso del día, fácilmente me confundiría también. — comentó ella. Esa sonrisa no desaparecía de su rostro.

Se acercó a él para tomar el vaso y Smoker no tardó en entregarlo.

Sus manos hicieron contacto, provocando algo en el interior del hombre. Una chispa rara.

<< (t/n)... >>

—Gracias.

Volvió a escuchar su dulce voz, se perdió en las ondas del sonido tan hermoso y su sonrisa juguetona.

Esa sonrisa tan perfecta. De alguna forma le hacia sentir una incomodidad en su pecho, como si su corazón estuviese gritando para salir.

Se alejó de él, saliendo de la tienda bajo la atenta mirada del mayor, aunque ella ya se había perdido de su rango de visión.

La sonrisa que le había regalado había hecho un impacto en su día, no sólo eso, también en su vida.

Tal vez ese fue su error.

Después de un largo día de trabajo, Smoker estaba en su casa con las ganas de tomar una ducha fría. Mientras sentía el agua caer por su cuerpo, calmando cada punto de tensión, su mente vagaba en los sucesos de la mañana.

En esa joven que no había dejado su cabeza desde que la vio entrar por la tienda.

Nunca había ido a aquella cafetería, le tomó semanas a Tashigi para convencerle de ir a por un café y decidió aceptar para callar las súplicas de su compañera.

Y agradecía a los cielos el haber aceptado. Tal vez si no hubiese ido, nunca pudiese haber conocido a esa joven de ojos (c/o).

Se preguntaba si ella iba cada mañana a tomar un espresso. ¿Donde fue después de eso? ¿Ella también había tenido un largo día? Se preguntaba si la volvería a ver, si podría volver a verla la siguiente mañana, se preguntaba cómo estaba.

¿Podría ella también estar pensando en él en esos momentos? ¿Estaría en su cama? Tal vez todavía seguía fuera, tal vez de fiesta o en casa de alguna amiga.

¿Por qué el interés?

¿Qué era lo que estaba sintiendo?

—(t/n)...

Dejo salir un suspiro al dejarse caer en su cama, con su bata para dormir puesta.

Su nombre era lindo. Le sonaba familiar y no lograba identificar de dónde.

Tomó su ordenador y se acomodó en sus sábanas mientras dudaba en hacer lo siguiente. Se sentía algo extraño de tan solo pensarlo.

Pero su interés le ganaba.

Buscó su nombre en Onestagram.

Varios perfiles fueron demostrados ante él, basándose de las fotos de perfiles, fue en busca de la chica de ésta mañana. Tenía la esperanza de encontrarla.

Todavía no encontraba la respuesta al por que de su interés.

Y el hecho de que él lo alimentaba al estar buscándola en redes sociales no ayudaba mucho. Pero le daba igual.

Tal vez mañana su interés moriría, así como lo hacia cada semana por cosas irrelevantes que parecían interesantes al principio.

Era algo pequeño, inofensivo.

Sus ojos se iluminaron al encontrar un perfil con la foto que coincidía a ese precioso rostro que vio ésta mañana.

La había encontrado de nuevo.

CONTINUARÁ...

Donde Sea Que Estés (Smoker x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora