22- Más Que Un Loco

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Estaba dormido. Sus ronquidos le decían que probablemente estaba teniendo un sueño profundo, y en su posición, eso era demasiado valioso.

Después de haber tenido relaciones con ese hombre, un momento tan humillante para ella, lo único que quería era buscar la forma de escapar de ese lugar.

Hizo un esfuerzo en no moverse tanto mientras se alejaba de su cuerpo, sintiendo la frialdad de la habitación sobre su piel. Estaba de pie y caminó hacia fuera del cuarto. El piso crujía con cada paso, tenía que caminar lentamente, hacia cada movimiento más tenso e intentaba tranquilizar su respiración.

No tan segura de dónde ir, terminó dentro de otra habitación, ésta parecía una oficina. Y una vez ahí, su rostro palideció.

Había un tablero con un número incontable de fotos de ella, algunas incluso en la pared ya que no quedaba espacio. Sobre un escritorio habían cajas con sus pertenencias que habían desaparecido. Ropa interior, objetos personales como un cepillo de dientes, una de sus toallas que usualmente utilizaba en sus cabellos después de ducharse, brochas de maquillaje, cigarrillos electrónicos que no servían, también habían cosas que había utilizado antes como botellas de plástico, uno de sus labiales, una de sus tazas. Podría seguir, pero no quería.

¿Qué tipo de enfermo guardaría ese tipo de cosas? ¿Hasta dónde llegaba su obsesión?

Había un ordenador y no dudó en acercarse y usarlo, no requería una contraseña y una vez encendido, pudo ver sus redes sociales en pantalla. Varias capturas de pantalla de sus publicaciones y se dio cuenta de algo más.

Él era ese tipo que continuaba mandándole mensajes antes de haberle bloqueado.

<< ¿Qué carajo? >>

Un cuaderno que tenia una lista de nombres de sus conocidos, se dividian en sus familiares, personas cercanas, amistades, las familias de niños de los que cuidaba de vez en cuando, su antigua escuela y más.

En otra ventana abierta del ordenador, podía ver cámaras, la mayoría mostraba partes de su apartamento.

Otra mostraba lo que veía actualmente, desde la perspectiva de lo que parecía ser su cuello.

Se quitó la cadena que llevaba puesta. Definitivamente había una cámara puesta ahí.

—Maldito loco... — susurró para sí misma, su respiración estaba agitada y temblaba ligeramente.

No quería saber que otras cosas tenía ahí, le parecía increíble en un modo impactante, le intimidaba lo mucho que él sabía y tenía sobre ella.

Habían varias fotos impresas de lo que parecía ser su diario, donde comentaba su pequeña opinión en ese hombre agradable. Ese mismo hombre que la tenía en esa situación.

Tenía que salir de ahí de inmediato.

Para su suerte, ese rarito tenia prendas que pertenecían a ella y las utilizó para ocultar su desnudez. Salió de ese asqueroso lugar y se dirigió a la puerta.

Estaba cerrado, necesitaba llaves.

Los nervios no le ayudaban.

—¿Qué haces?

Su voz paralizó su cuerpo inmediatamente. El frío sudor se deslizaba por su frente, pudo sentir su corazón dejando de latir por un instante.

—N-Nada, no podía dormir...

—No mientas — se escuchaba molesto, era obvio. Le escuchó acercarse y en un segundo le había tomado de la muñeca. —¿Intentabas escapar? ¿Acaso crees que soy tan estúpido para creerte?

—Me haces... daño, Smoker...

Su agarre se hacia más fuerte, haciéndole quejarse por el dolor que aparecía. Hizo un intento en vano para alejarle, pero solo hizo que su apretón se intensificara.

—¡¿Por qué me quieres dejar?! ¡¿Después de todo lo que he hecho por ti?! — exclamaba él, gritándole en su cara, podía notar que parecía herido por sus acciones.

—Necesitas ayuda... No estás bien de la cabeza...

Tal vez realmente tenía un problema, algún trastorno o algo así, no sabía. Pero quería creer que podría salvarse de su locura, si tan solo pudiese dejarse ayudar.

Cada pensamiento y sentimiento de que había manera de que él pudiese cambiar desapareció en un instante.

En el segundo en el cual sintió el impacto de su palma contra su rostro.

Fue tanto que terminó en el suelo, perpleja por lo recién sucedido. Sus labios temblaban y podía sentir el sabor ligero de sangre en el interior de su boca, su mejilla ardía y su mirada estaba perdida en el piso.

—Tú no entiendes. — espetó, cortante, su voz había cambiado de forma drástica, sonaba más distante, frío. —Eres un maldita malagradecida... Te tengo que tratar así para que entiendas, ¿no?

Le tomó del antebrazo, siendo agresivo, tiraba de su cuerpo como si fuera un objeto y la guió a su sótano.

A la mitad de los escalones, la dejó ir, haciendo que tropezara hasta caer al duro suelo del lugar. Fue lo suficientemente bueno para hacerlo a una distancia donde el impacto no fuese mucho.

Era tan amable con ella, a pesar de que (t/n) no podía verlo. Solo tenía que hacerle ver con sus ojos que él simplemente estaba enamorado de ella.

—Smoker...

—Te quedarás aquí hasta que aprendas a valorar todo lo que hago por ti.

Y la dejó en la oscuridad, en soledad mientras dejaba salir su frustración con lágrimas.

—Maldito idiota... — dejó salir en un suspiro lleno de furia.

Al menos no estaba atada a una silla.

No se daría por vencida con facilidad.

Tenía un pequeño plan en mente. Mientras estuviese con vida, no dejaría de luchar por su libertad, por los sueños que tenía. No permitiría que él arruinase su vida más de lo que ya lo había hecho.

Pasó dos días en el sótano. Sin comida, sin ver la luz del día y no había señal de Smoker.

En el fondo esperaba que algo le hubiese pasado, pero al ver cómo la puerta del lugar abrirse, supo que era él.

—(t/n), querida... — murmuró él, acercándose a la nombrada y acariciando su mejilla que dolía ligeramente. —Lo siento muchísimo, en serio... estaba... Pensé que me dejarías, no quiero que me abandones...

<< Hijo de puta... >>

—Te amo, sabes que yo no haría nada para herirte, lo sabes, ¿verdad?

Irónico.

El suave dolor en su mejilla le decía todo lo contrario.

—Smoker, está bien — replicó, sorprendiendo al varón. —Te amo, Smoker...



CONTINUARÁ...

Donde Sea Que Estés (Smoker x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora