Al día siguiente en la escuela, me doy cuenta que al pasar por el pasillo, reconozco algunas caras del centro de apoyo. No exactamente del grupo en el que me he involucrado, sino personas que así como solo veo pasar aquí, así les vi pasar en los corredores del centro antes o después de salir de mi salón. Intento no hacer una gran cosa de ello y solo les doy una media sonrisa de labios pegados.
Llego a mi primera clase, Química. No diría que soy de las primeras en llegar, pero si antes de la maestra, lo cual es el objetivo de estar viviendo con mis tíos hasta que me gradué de la escuela.
—¿Qué hay, Becca?
Ricardo, uno de mis compañeros de clase se acerca para saludarme con su mano hecha puño. Respondo al saludo y lo veo sentarse a mi lado en las mesas compartidas del laboratorio.
—¿Recordaste que hoy tenemos una mini prueba y quieres que te ayude? —inquiero en un tono de burla mientras bajo por las cosas nuevas en mis redes sociales.
El chico, quien parece un edificio con su imponente estatura aun estando sentado, ahoga un falso grito y lleva su mano al pecho para darla mayor dramatismo. Aparto los ojos de mi móvil y volteo a verle, lista para lo que sea que vaya a salir de su boca.
—¿Cómo osas en pensar de esa forma sobre mí?
Alzo una ceja, viéndolo con falsa incredulidad, pues esta no sería la primera vez que lo haría. El cabello oscuro de Ricardo se mueve cuando él niega con la cabeza, deshaciendo sus gestos de preocupación y pasando a ser relajados, al punto de despreocupados.
—De acuerdo, tal vez no sería raro de mí. Pero realmente no espero eso —dice en un tono calmado y hasta diría que un poco serio—. Veras, estoy saliendo con esta chica, Camille, y pues digamos que esta materia no se le da muy bien.
Apoyo un codo sobre la mesa y mi mentón sobre mi palma para prestar atención a la posible barbaridad que vaya a decirme.
—Entonces, me preguntaba si podrías sentarte con ella hoy para la prueba —termina, frunciendo ligeramente los labios y viéndome directo a los ojos—. Te prometo que no te vuelvo a pedir ayuda nunca jamás, pero por favor, ayúdala. Realmente necesita pasar esta materia.
Suelto un suspiro, apartando la vista y buscando a Camille entre los estudiantes que siguen entrando. La encuentro en una de las mesas de enfrente, viéndonos con un poco de nervios y el ceño fruncido; tiene su cuaderno enfrente de ella y una de sus piernas se mueve frenética mientras mordisquea sus labios. vuelvo a ver hacia Ricardo. El chico no me cae mal, si bien es cierto que lo he ayudado en otras ocasiones, a diferencia de otras personas en la escuela, él pone de su parte para entender, aunque a veces le cueste.
—Está bien —digo finalmente, tomando mis cosas y poniéndome de pie.
Ricardo se apresura a ponerse de pie, me quita la mochila de mis manos y la lleva hasta el lugar donde Camille, dejándome confundida. Me acerco donde está ella y apenas escucho al chico deseándole suerte antes de darme un leve toque en el hombro antes de regresar a su lugar.
—No sé que te dijo, pero muchas gracias —me dice en un tono tímido.
Yo le sonrío sin decir nada, solo asiento con la cabeza y saco mi estuche. Unos segundos después, entra el profesor y pide que todos se sienten con sus parejas, empezando a preparar sus cosas y pide que se guarden nuestros cuadernos. A mi lado, noto como Camille empieza a ojear con rapidez sus apuntes y diciendo varios nombres de ácidos y alcalinos en susurros.
—¿Estás bien? —le pregunto, aunque la verdad de solo verla creo que tengo mi respuesta.
—Lo siento, es que siempre suelo confundir los nombres y no quiero que pienses que intento aprovecharme de ti.
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Elegí Ser Yo
JugendliteraturSer adolescente nunca ha sido fácil y quien te diga lo contrario, miente. En una sociedad donde nunca sabes qué esperar, es muy difícil crecer y ser quién realmente eres con total libertad. Sin embargo, todos tenemos historia... Y esta es la mía. La...