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¿Conoces ese sentimiento de sentirte segura con alguien hasta el punto de no sentir el tiempo pasar? Pues es lo que he empezado a sentir junto a Chleo y cada vez me queda más claro que mis sentimientos por ella se vuelven más fuertes. Anoche quedamos en llamada para ponernos un poco al día y planear nuestra cita de hoy, sin embargo, terminamos cambiando de tema a cada palabra y riendo por un largo rato hasta que su mamá le pidió que bajara el volumen y fuese a dormir.

—¿Sabes? Me encanta mucho verte así.

Dejo mi bocado de comida a un lado y volteo a ver a Dylan con una ceja alzada. Estábamos hablando un poco de nuestras tardes junto con Sebastian, en un momento mencioné a Chleo y de la nada tengo a Dylan viéndome con ojos brillosos.

—¿Así cómo? —pregunto con intriga.

Mi pelinegra sonríe de oreja a oreja, intercalando la vista entre Sebastian enfrente mío y yo. Entrelaza sus dedos y apoya su barbilla sobre ellos después de apoyar sus codos sobre la mesa.

—Encantada con otra persona y sonrojada de vez en cuando —dice con sorna.

—No sé de qué hablas.

—Irán al mismo café de siempre, ¿no? —inquiere Dylan, dándole una mordida a la manzana de su bandeja.

Sus ojos marrones brillan en diversión mientras parpadea con falsa inocencia hacia mí y mastica con tranquilidad su fruta.

—Creo que es lo más obvio —responde Sebastian—. Es como su lugar sagrado, o algo así. Siempre se ven ahí, sí o sí.

Le doy el último sorbo a mi refresco. Intento actuar como si no me importara, pues tampoco quiero ser demasiado obvia con la locura de emociones que esta chica me hace sentir, así que me encojo de hombros, de forma despreocupada, haciendo mi mejor intento de ocultar una sonrisa.

—No un lugar sagrado como tal, pero sí un lugar especial para nosotras.

Una vez más como en las últimas, siento una banda de mariposas revolotear desastrosamente dentro de mi estomago y mis mejillas un poco calientes al pensar en la chica de hermosos ojos grises. Alzo la vista hacia Dylan y aunque tiene la boca llena de manzana, eso no la detiene para molestarme sobre la situación. Para ella es fácil mover ambas cejas al ritmo que se le plazca, y el de ahora es uno que promete picardía y malicia y yo no soy de las que se deja aun cuando es parcialmente cierto, por lo que me pongo atenta a un contraataque y una vez lo tengo, solo lo lanzo.

—Tan especial como cualquier closet lo es para ti y Logan —comento con una sonrisa victoriosa, la cual se arruina cuando Dylan escupe la manzana en mi cara—. Asco, Dylan Connor.

Mi amiga empieza a toser un poco, dejando la manzana a un lado y tomando una servilleta de la bandeja de Sebas, limpiando su boca con el dorso de su mano antes de hablar:

—Tú te lo buscaste, Preston. —Hace una mueca mientras sigue tosiendo un poco.

Toma la botella con agua que tiene enfrente y le da un largo trago hasta que deja de toser, sin embargo, la mueca sigue en su rostro y estoy segura que yo tengo una también mientras siento la baba de ella en mi piel.

—Muy bien dicen que el karma existe, ¿no? —dice Sebas con una risita dirigida a amabas mientras palmea a la pelinegra para reconfortarla. A Dylan por su pequeño incidente y a mí por la consecuencia del anterior.

Ruedo los ojos con una mueca. Tomo una de las servilletas de mi bandeja y limpio los residuos de saliva de Dylan. Suelo ser un tanto asquerosa ante situaciones como estas, y este caso no es la excepción, por lo que me levanto, diciéndole a los chicos que prefiero ir al baño para lavar mi cara porque no hay manera que me quede así. Ambos se ríen de mí, pero me da igual y me alejo de la mesa con la bandeja en mis manos para pasarla dejando en su lugar. Ya en el baño, lavo mi cara con agua; además de limpiar la saliva y el jugo de la manzana, también me refresca en este día caluroso.

Elegí Ser YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora