Capítulo 7

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Betzabel.

Las películas y reportes de noticias no engañaban cuando mostraban la cruda realidad de lo que es estar encerrado en prisión. Desconozco si la experiencia de los hombres es igual o peor a lo que vive una mujer, pero es horrible.

Mi estadía en la cárcel había comenzado caótica, y no esperaba todo lo contrario. Aunque claramente no estaba preparada para estar acá. Desde comer tierra, recibir golpes como saco de boxeo, ser privada de comida y unas cuantas visitas al hospital, pasaron unas cuantas semanas, que para mí fueron años.

Algunos días no eran tan horribles como imaginé, algunas de las mujeres recluidas me brindaron su mano cuando se dieron cuenta que no estaba dispuesta a morir en sus manos. Aunque es lo que más quería, terminar con todo el sufrimiento que la vida me ha hecho pasar.

Sumando que una de mis propuestas fue aprobada por los altos mandos, el cual era un proyecto de lectura y tejido para quienes quisieran unirse. Muchas agradecieron aquello pues les servía para distraerse y no ser tratadas como esclavas. Supongo que por eso también ha disminuido la agresión hacía mi, cosa con la que estoy agradecida. Sin embargo, odio cada minuto que estoy aquí.

He llorado todas las noches en silencio, he llorado en cada rincón de esta prisión, me he sentido tan humillada. En mi cuerpo reposan heridas y hematomas que no pertenecen a este, por culpa de la agresión que he recibido.

Maldición, duele demasiado.

Mi autoestima no era la misma, había dejado de comer por el terrible alimento que ofrecen en este lugar y me sentía más cansada de lo normal. Era imposible que yo siguiera de pie y no quisiera rendirme, pero no veo otra solución.

Papá y Frank no han podido hacer mucho por mi caso, se ha convertido en uno privado que muy pocas pistas han conseguido y las que han hallado, no han servido de nada. Estoy molesta con la vida y el universo por hacerme pasar por todo esto, y más, cuando no lo merecía.

He dejado tantas cosas a un lado para cumplir con una condenada que no me corresponde, por más que me niego a culpar a Frank, a veces siento que no es suficiente lo que hace.

Y no quiero culparlo, se que la situación está verdaderamente complicada, todo está en mi contra. Pero buscaría por mar y tierra para defenderme de cualquier acusación.

Sé que no es una condenada permanente, ¿Pero les parece justo que yo esté acá?

— Denver — llama Bonvallet. Sorprendida volteó en su dirección.

El comedor estaba repleto y claramente todas las miradas fueron a nuestra dirección.

— ¿Y...o?

Está asiente y me señala la salida.

Sin mucho que hacer acato su pedido y me levanto de la mesa para dirigirme a la salida.

Una vez afuera, no duda en abordarme.

— Te están esperando en la sala de interrogatorio, estando ahí sabrás para que es. — Dice cortésmente. Asiento, un poco dudosa. Pero me detengo al ver que ningún policía me acompaña — Sabes dónde queda, no es necesario que alguien te acompañe.

Le dedico una pequeña sonrisa la cual es correspondida.

Me pongo en marcha al lugar que se me fue indicado, Bonvallet siempre ha sido muy amable conmigo desde que llegué y eso se lo agradezco.

Paseando por los pasillos pude notar que estaban absolutamente solos ¿Por qué será?

El trayecto fue más rápido de lo que pensé, aunque creo que la adrenalina y la curiosidad ganaron en esta oportunidad. La entrada de sala estaba custodiada por dos policías hombres, cosa que me resultado extraño.

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