Mi entrenamiento comenzaba el día de hoy, y no podía estar más nerviosa. Nunca había peleado o usado un arma ¿Y si terminaba hiriendo a alguien?
De tan solo pensarlo mi cuerpo se estremecía del miedo.
Junior, quien me custodiaba me había dado un teléfono, en donde únicamente tenía dos contactos: él y el agente Catnes.
Me atrevería a decir que toda esta situación era exagerada pero después de todo seguía siendo una presidiaria en la que ellos no confiaban al cien por ciento.
Y no los culpaba por ello.
A partir de hoy, la tierra me había tragado. Nadie podía saber de mí y mi libertad, si Vanessa se enteraba o aquel chico rubio, seguramente yo estaría en problemas y no solo eso, los dueños de cada joyería se sentirían traicionados.
El lugar en donde nos dirigimos quedaba alejado de la ciudad, incluso podría decir que estaba lejos de la civilización.
— Vamos a la base en donde los cadetes que aspiran a ser policías y agentes entrenan, pero entrenarás aparte de ellos — Dijo Junior como si me fuese leído la mente. Asentí levemente.
— ¿Eso no me convierte en agente? — Este negó.
— Estás apoyando a la agencia para conseguir tu libertad, pero no te convierte en una, sigues siendo una criminal.
Auch, me lo sigue restregando.
— ¿Por qué tengo que entrenar sola? — Junior me observa con algo de fastidio.
¿Todos será igual de odiosos?
— Entrenamientos diferentes, el de ellos es a largo plazo, el tuyo no.
Nos tardamos aproximadamente 20 minutos en llegar al lugar el cual parecía más moderno de lo que me imaginé.
Al caminar a la entrada del lugar nos recibió el agente Catnes, tan serio y misterioso como siempre.
— Hubo un cambio de planes, te quedarás acá las próximas 2 semanas, es el tiempo que te daremos para que aprendas lo necesario — Dice directo.
— Buenos días para ti también — Respondo irónica. Este me observa sin gracia, seguro no está de humor.
— Junior sabes a dónde llevarla.
Sin más comenzamos a caminar por grandes pasillos iluminados a la perfección. El lugar era muy sombrío y si pensabas mucho, daba una pizca de miedo.
Llegamos a una sala en donde había lonas y un hombre corpulento nos esperaba.
— Señorita Denver, un placer soy el agente Konrad seré tu entrenador— Responde amable.
— También es un placer — Digo en sintonía.
— ¿Alguna vez has recibido clases de defensa personal? — Pregunta y yo niego de inmediato, supongo que las lecciones en la cárcel no cuentan como una— Comenzaremos con un calentamiento, dale 30 vueltas a la sala.
¿Qué? ¿30 vuelvas? Esta sala es 5 veces mi apartamento.
— ¿Usted me está hablando enserio?
— ¡YA, YA, YA! — Gritó haciéndome sobresaltar.
Y no me quedó más de otra que obedecer su orden, tenía que hacerlo sin rechistar.
Me perdí en la vuelta número quince, por más que traté de llevar el conteo no lo logré y eso que era buena con los números. Pero entre el sudor, la sed y el agite no podía mantener la postura.
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Entre Joyas
RomanceLa vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, día tras día nos demuestra lo injusta que puede ser. Betzabel Denver era testigo de eso, fue inculpada por la envidia, la ignorancia y los cuerpos policiales que creen ciegamente que ella es la gr...