II.

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Aegon, con los ojos llenos de desesperación y furia, observó impotente cómo Jacaerys entraba en la habitación con una presencia dominante, como si fuera el dueño absoluto de todo lo que veía. El maestre Mellos lo seguía de cerca, llevando consigo brebajes y jeringas que prometían un destino aún más sombrío para el prisionero atado.

–¿Qué nueva tortura me traes hoy, Jacaerys? ¿Acaso no tienes suficiente con haberme condenado a este destino atroz? –Aegon escupió las palabras con un veneno de desafío, aunque sabía que su resistencia era en vano ante el poder que enfrentaba.

Jacaerys, con una sonrisa gélida en los labios, se acercó a Aegon con una confianza que helaba la sangre en las venas del prisionero.

–Oh, Aegon, no es tortura lo que te traigo hoy. Debes aceptar que tu destino ya no te pertenece, y que ahora eres mío en cuerpo y alma. –Jacaerys hablaba con la seguridad de quien cree estar por encima de cualquier escrúpulo moral.

Aegon, ignoro a Jacaerys y observó los brebajes y las jeringas en manos del maestre Mellos, comprendió repentinamente el verdadero propósito de aquellos líquidos y pócimas.

–¡No! ¡Tú no puedes hacerme esto, Jacaerys! ¡No puedes forzarme a esto, maldito! –exclamó Aegon, con los ojos llenos de horror ante la revelación de la cruel verdad.

Jacaerys, sin embargo, apenas mostró un destello de emoción ante la comprensión de Aegon. En su lugar, su sonrisa se volvió aún más fría y despiadada.

–Te lo dije, encontré los libros de tu hermano, ahí hay toda una gran explicación de como hacer que pases de tener polla a tener coño –respondió Jacaerys con un tono imperturbable.–El maestre Mellos ya tenía conocimiento, así que lo mandé a traer.

El maestre Mellos, con manos temblorosas pero obedientes, se preparaba para administrar los brebajes que sellarían el destino de Aegon de manera irreversible.

–¡Has llegado muy lejos, Jacaerys! –gritó Aegon.

Estaba aterrado.

El maestre Mellos, con manos temblorosas pero obedientes, procedió a administrar la inyección a Aegon, cuyos ojos mostraban una mezcla de terror y resignación mientras sentía el frío líquido penetrar en su cuerpo. Con cada dosis, Aegon comenzaba a sentir los efectos de la sedación, su resistencia menguando ante el poder abrumador que lo rodeaba.

Jacaerys, observando con placer cómo Aegon caía en un sueño inducido por los brebajes, se acercó al maestre Mellos con una expresión de triunfo en su rostro.

–Bien hecho, Mellos. Has cumplido con tu deber de manera admirable. Ahora, asegúrate de que todo esté preparado para el último paso en su transición –ordenó Jacaerys con un tono autoritario, mientras se deleitaba en el éxito de sus maquinaciones.

El maestre Mellos asintió con sumisión, ocultando cualquier rastro de remordimiento que pudiera albergar en su interior, y continuó con los preparativos para completar el proceso que cambiaría para siempre el destino de Aegon.

Mientras Aegon caía cada vez más profundamente en el sueño inducido, Jacaerys observaba con satisfacción el resultado de sus acciones, sabiendo que había ganado una batalla más en su búsqueda implacable de poder y dominio. Para él, cada sufrimiento infligido a Aegon solo servía para fortalecer su posición como el amo y señor de todo lo que deseaba poseer.

°°°°°

A

egon despertó lentamente, sintiendo el peso de la realidad aplastándolo mientras se encontraba solo en la habitación. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras el dolor y la desesperación lo abrumaban, deseando fervientemente poder escapar de su cruel destino, incluso anhelando la muerte como una liberación.

En lugar de su polla, observaba un maldito coño, había sido un gran secreto que los Hightower varones eran capaces de cambiar su sexo y tener útero, solo se necesitaban unos cuantos brebajes e inyectarlos en ellos.

Había sido un secreto familiar, uno que había ayudado a preservar la sangre pura de los Hightower, un secreto que se encontraba entre los libros de Aemond, y que Jacaerys había descubierto.

El crujudo de la puerta siendo abierta llamo su atención, y Jacaerys entró en la habitación con su habitual soberbia y actitud despectiva.

–¿Qué tenemos aquí? ¿El valiente Aegon Targaryen llorando como un niño asustado? –dijo Jacaerys con un desdén evidente en su voz, disfrutando cada momento de la debilidad de su prisionero.

Aegon, con los ojos enrojecidos por las lágrimas pero llenos de un fuego interior, levantó la mirada para encontrarse con la mirada fría y despiadada de Jacaerys.

–¿Qué más quieres de mí, Jacaerys? ¿No te basta con haberme arrebatado todo? –preguntó Aegon con un tono cargado de amargura y desesperación.

Jacaerys simplemente sonrió con satisfacción ante la pregunta de Aegon.

–Mi intención es darte más de lo que has tenido, piénsalo, llevar a los herederos del trono no es una mala tarea –Dijo Jacaerys con diversión.

Jacaerys se acercó a Aegon con una sonrisa siniestra, como si estuviera saboreando cada palabra que iba a pronunciar.

–Y ahora, Aegon, has llegado al momento crucial de tu destino. Después de todo este tiempo, finalmente eres apto para cumplir tu verdadero propósito: cargar a mis herederos en tu vientre –declaró Jacaerys con una crueldad que cortaba como un cuchillo afilado.

Aegon sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras las palabras de Jacaerys se hundían en su alma, comprendiendo el horror de lo que le esperaba.

–¡Nunca! ¡Jamás permitiré que eso suceda! –exclamó Aegon con un tono de desafío y repulsión, aunque sabía que la decisión no estaba en sus manos.

Pero Jacaerys simplemente negó con la cabeza con una mirada de desdén hacia la resistencia de Aegon.

–Tu voluntad es irrelevante, Aegon. Ya estás destinado a cumplir mi voluntad, y no hay escape para ti. Pronto te someterás y aceptarás tu papel en mi plan, ya sea por tu propia voluntad o por la fuerza. El resultado será el mismo –sentenció Jacaerys con una determinación implacable.

"El último Hightower"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora