"El último Hightower"

Prólogo.

Desde lo alto de la Fortaleza Roja, Jacaerys Velaryon contemplaba los Siete Reinos extendidos ante él, una tierra que ahora yacía bajo el dominio de su madre, Rhaenyra Targaryen. Una sensación de triunfo y poder lo embargaba, pues había llevado a cabo la guerra en nombre de su madre, y ningún seguidor del bando negro había perecido en el conflicto. Sin embargo, su mente estaba decidida en un curso de acción que sacudiría los cimientos de Poniente.

Jacaerys permanecía en silencio, decidió que deshacerse de los leales a los Verdes era esencial para asegurar el dominio de su madre sobre los Siete Reinos. Ordenó la ejecución de cada uno de ellos, borrando así su legado y consolidando aún más su posición de poder.

"Quiero tres metros bajo tierra a los Hightower, ninguna de esas sucias víboras estará cerca de la corona o en la corte", proclamó el heredero al trono, sin titubear en su decisión.

No le importó que entre los condenados se encontraran sus propios tíos, ni tampoco que su tía Helaena apenas hubiera sido participe en los eventos. Los había condenado a todos, excepto a Aegon Targaryen, el ex-rey. Aegon II Targaryen se había convertido en un símbolo de su victoria y un recordatorio para todos de su indiscutible dominio sobre Poniente.

–Aegon Targaryen no tendrá como destino la muerte.

Para Jacaerys, sin embargo, la decisión iba más allá de la mera demostración de poder. Había motivos más profundos que solo él conocía, pero que no era el momento ni el lugar adecuado para revelarlos.

Así, desde lo alto de la Fortaleza Roja, Jacaerys Velaryon observaba con determinación el inicio de una nueva era en los Siete Reinos, una era forjada con sangre y fuego, donde su madre reinaría con mano firme y él sería su más leal defensor.

Sin embargo, mientras la ejecución de los leales a los Verdes aseguraba la estabilidad del reinado de su madre, Jacaerys Velaryon sabía que su trabajo no había terminado. Había enemigos dentro y fuera de las murallas de Desembarco del Rey que aún conspiraban contra la corona.

Con paso decidido, se dispuso a consolidar su poder no solo mediante la fuerza, sino también mediante alianzas estratégicas. Convocó a los señores más leales a su madre y a aquellos cuyos intereses podrían alinearse con los de la Casa Targaryen.

Durante largas horas de consejo y negociación, tejió una red de lealtades y compromisos que fortalecerían la posición de su familia en los Siete Reinos. Prometió tierras y títulos a aquellos que juraran fidelidad inquebrantable a la Corona, y amenazó con la destrucción a quienes se atrevieran a desafiar su autoridad.

Mientras tanto, en las sombras, tejía una red de espías y informantes para descubrir cualquier conspiración que pudiera amenazar la estabilidad del reino. Sabía que la paz era frágil y que la guerra podía estallar en cualquier momento, pero estaba determinado a asegurar el legado de su madre a cualquier costo.

Desde lo alto de la Fortaleza Roja, Jacaerys Velaryon contemplaba el panorama con ojos fríos y calculadores. Sabía que el poder era efímero y que solo aquellos lo suficientemente astutos y despiadados sobrevivirían en el juego de tronos. Y él estaba decidido a ser el último en pie.