Capítulo 30: Rememorando el Pasado

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"A lo largo de todas nuestras vidas, creamos hermosos momentos. Esos momentos se convierten en recuerdos memorables que jamás podríamos olvidar... Ni siquiera yo..."

*Era un día soleado, el cielo estaba azul y despejado.
En un precioso bosque lleno de vegetación y fauna, ubicado en alguna parte de el reino de Itto, hay un camino de piedra esculpido que lleva hacia algún lugar.
Al seguirlo, se puede divisar una casa de dos pisos. Era una casa de mármol blanco con tejas de color rojo, una chimenea y unas ventanas situadas en cada habitación. En el terreno de dicha casa, había un hermoso río de aguas cristalinas cuyo sonido del agua al fluir era tan relajante como el trinar de las aves en cada mañana.

Dentro de la casa, se puede ver a una hermosa mujer Demi-Humana con cabello largo, rosa y brillante, unos ojos color rosa fulguroso, y una sonrisa tierna y cálida. Ella viste ropas de plebe y estaba sentada en una silla, hablando con un par de niños. La niña tenía ojos tan brillantes y exuberantes como su madre, como la galaxia Andrómeda del espacio exterior. Su cabello era corto pero, a diferencia del de su madre, no era rosa, sino un color fucsia suave como de pastel. El muchacho había heredado el cabello rosa de su madre, pero andaba despeinado, como si un huracán hubiese pasado sobre su cabeza. Sus ojos eran afilados y eran de un color ligeramente más claro que el de su madre*

Niña- Oye, oye, mamá! Y si nos cuentas la historia tuya de nuevo?!

Niño- Eso, eso! Queremos volver a escuchar la historia de nuestros nombres!

*La bella mujer Demi-Humana era la madre de un par de niños. Ambos infantes eran muy hiperactivos y ociosos, y amaban con toda su alma a su hermosa madre*

Mamá- Otra vez quieren escuchar la historia?

*La mujer dejó salir una pequeña risa traviesa mientras arqueaba hacia arriba sus ojos cerrados con delicadeza*

Mamá- Por Dios... ambos son incansables. Está bien, vengan aquí.

*La mujer cargó a ambos niños en sus piernas y los sujetó con cuidado por su espalda para que no cayeran hacia atrás*

Mamá- Ahora, les voy a relatar nuevamente la historia que trascendió durante generaciones y se convirtió en una memorable leyenda. La historia de vuestros nombres, Aria, Ezra.

*Ambos niños se veían muy emocionados, no podían contener su emoción y lo expresaban con una gran sonrisa que se extendía de mejilla a mejilla. Sin más dilación, la madre comenzó a narrar la historia*

Mamá- Había una vez un reino lejano y encantado, donde el cielo nocturno brillaba con la luz de miles de estrellas. En ese reino, en lo más alto de una torre cubierta de enredaderas florecientes, vivía la princesa Aria, una joven de cabellos dorados y ojos color zafiro que desprendía una dulzura y luminosidad propia de una estrella en la oscuridad.

Una noche, mientras paseaba por los jardines del castillo, Aria se encontró con Ezra, un apuesto príncipe de tierras vecinas que había llegado en busca de aventuras y tesoros perdidos. Sus miradas se cruzaron bajo el manto estrellado y, en ese instante mágico, ambos supieron que estaban destinados a compartir un viaje lleno de magia y amor en medio de la noche eterna.

Juntos emprendieron un viaje en busca de la legendaria Estrella de los Deseos, una joya celestial que concedía los anhelos más profundos de aquellos que la encontraran. A lo largo de su travesía, enfrentaron peligros y desafíos, pero su valentía y lealtad mutua les permitieron superar cada obstáculo con determinación y coraje.

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