19|Delator

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CAPÍTULO DIECINUEVE

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CAPÍTULO DIECINUEVE.
delator

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—¿Ya decidió que va a hacer, Señor Director? —pregunté dando vueltas en la silla, enfrente del escritorio de Dunoff.

—No me presione, alumna D'Amico —se escuchaba nervioso—. ¿Tiene idea de lo que puede significar este acontecimiento?

—¿Qué puede significar este acontecimiento según usted? —no podía creer lo despreocupada que estaba por toda esta situación, antes me hubieran dado treinta infartos, pero ahora era distinto—. A todo esto, ¿Quién fue el que denunció el robo de la billetera?

—Eso no importa, usted ya confesó haber robado la cartera...

—Bueno, es que me gustaría informarle a esta persona que se equivocó dando la descripción del ladrón. Marizza tiene cabello rojo, mide tres centímetros menos que yo, sus ojos son castaños, ¿Está de acuerdo con que no nos parecemos en nada físicamente? —el Director Dunoff asintió a medida que decía las características físicas de Marizza.

—En eso tiene razón, quizás debería traer al testigo para aclarar un par de puntos —asentí dándole la razón, las clases habían empezado hace tan solo quince minutos, muy seguramente Pablo estaba desconcertado por ver a Marizza en el salón y no a mí—. Por favor espere un momento aquí.

Puse mi mano abierta en mi frente, haciendo un saludo militar. Dunoff me miró con exasperación, saliendo de su oficina, dejándome sola en la oficina.

Luego de unos minutos, que aproveche jugando a ser el Director Dunoff, él mismo entro a la oficina, acompañado de Tomás, quienes me encontraron sentada en su silla.

—¿Qué está haciendo en mi silla, alumna D'Amico? —me preguntó en un tono de voz autoritario.

—Se le subió una araña —di un pisotón, fingiendo haber matado a la araña—. Listo. Problema resuelto —regresé a mi asiento.

—De acuerdo, alumno Ezcurra, la alumna D'Amico confesó haber sido ella quien robó la billetera —habló el Director, sentándose en su silla.

—No puede ser ella, yo vi a Marizza con mis propios ojos —por el tono de voz de Tomás, sabía la seriedad con la que se habían tomado la expulsión de Marizza del colegio.

—Entonces tienes hacerte un examen de la vista, porque fui yo quien robó esa billetera —recalqué poniendo mis manos sobre el escritorio.

—Director Dunoff, ¿No puede ver qué ella está mintiendo para proteger a su amiga? —habló Tomás con seriedad.

—¿Es eso verdad, alumna D'Amico? —preguntó Dunoff acomodándose los lentes.

—Lamentablemente no, Señor Director. La verdad es que tengo muchas razones para molestar a Pablo. Tomás con mucho gusto puede explicárselas —le cedí la palabra a Tomás, pero él no sabía qué decir—. Bueno, ahora que aclaramos el malentendido con Tomás, supongo que puede retirarse, ¿No es así?

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