10|Diario

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CAPÍTULO DIEZ

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CAPÍTULO DIEZ.
diario

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—¿En dónde está, Luna? —pregunté preocupada.

—¿No estaba en el cuarto? —habló Marizza, haciendo que negara con la cabeza.

—Mirá quien viene, nena —apuntó Luján, haciendo que girará sobre mi propio cuerpo para encontrarme con Pablo, acompañado de Tomás y Guido—. ¿En dónde se había metido ese muñequito de plástico?

—Manuel me contó que se peleó con él —hablé llevándome el agua a la boca, no era muy buena mintiendo.

—Vaya que el mexicano ese resultó ser más fuerte que el He-Man trucho ese de Pablito —Marizza se burló junto con Luján de la situación, pero yo me quedé seria—. ¿Qué pasa, nena? ¿Me vas a decir que estás preocupada por aquel muñequito de plástico?

—No, por supuesto que no, chicas —negué rápidamente—. Es más, voy a ir a felicitar a Manuel, por su servicio a la comunidad. Cualquier que pueda golpear al hijo del intendente es mi héroe sin duda.

Me levanté del asiento, caminando hacia donde estaban sentados Manuel y Nico, levanté la mano saludándolos, tomando la silla para sentarme, pero fui interrumpida por nada más y nada menos que Pablo Bustamante.

—¿Pasa algo? —pregunté sin intenciones de pelear.

—Lo que pasa es que un pajarito me contó que vos les estabas diciendo a tus amigas que preferías fijarte en alguien como el mexicano ese, antes que con el hijo de papá de Pablo —lo mire confundida, mirando hacia atrás, dándome cuenta de que Tomás estaba mirando hacia otro lado.

—¿Te gusta escuchar conversaciones ajenas? —exclamé hecha una furia, saltando encima de Tomás—. ¿No tienes otra cosa mejor que hacer que espiarme, nene?

—¿Entonces era verdad? —Pablo estaba ofendido, como si lo hubiera traicionado o algo peor.

—No lo sé, ¿También era verdad lo que me dijiste que no querías a nadie más que no fuera yo, Pablito? —rozamos nuestras narices, ninguno se atrevía a cortar el contacto visual.

—No sé dé que me hablas, nena —aparto la mirada, dándome cuenta de que él jamás se la jugaría por mí.

—Quizás aluciné, discúlpame —mi tono de voz era fuerte—, pero ¿Sabes de lo que sí estoy segura? Que tu mejor amigo, Tomás, es buenísimo untando bloqueador en la espalda, tan solo mira esto —me di la vuelta, mostrando mi espalda—. Mi piel no se bronceó para nada y no tengo ninguna quemadura, con lo difícil que es conseguir a alguien que te ponga bien el bloqueador en la espalda —me acerqué a Tomás, dándole un beso en la mejilla—. Muchas gracias, Tomás —no pude evitar reírme al ver la cara de Tomás, estaba pálido—. Espero que no te moleste, porque fuiste tú quien le pidió que no me acercara a ningún hombre, y él no es cualquier hombre, ¿Verdad, Pablo?

rebel girl ↯ rebelde wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora