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Ariana estaba terminando de empacar sus cosas, se había negado a que alguién guardara sus cosas. Y por ese pequeño detalle ahora estaba un poco retrasada.

- Ariana, tu deber no está aquí entre tus ropas. Está en subir a ese maldito carruaje camino a Londres. - dijo su madre entrando de un portazo sin tocar a lo que su hija la miró mal.- a no señorita, no me mires así.

- Mamá.. ya estoy grande para que me digas que hacer.

- Si si, por supuesto, lo que tú digas.- dijo su madre sin prestarle atención, empujandola un poco a la salida.

- Bien, -se resignó- ¿pero tiene que ser ya?.

- Ahora. - dijo con la voz característica de una madre amenazando a su retoño con tan solo la voz.

Ariana bajo las escaleras y se subió al carruaje desenado que el chofer se haya dormido, o que los caballos se hayan escapado. Pero para su desgracia eso mo fue así.

El carruaje avanzó apenás sus damas de compañía se subieron. Si bien no era precisamente de la realeza era una pariente cercana, además de que su madre no perdería oportunidad de que ella se case con aquel hombre. Aunque eso no tendría sentido, ya que, al fin y al cabo ella había aceptado.

Pero algo que no esperaba era que se arrepentiría apenas conoció al hombre.

- Sherlock Holmes, a su servicio. - se reberenció educadamente.

- Ariana Walsh, es un placer. - me reberencié de igual forma. Caminamos hasta el proximo carruaje, el camino a su casa fue silencioso y un poco incomodo.

Carraspée tratando de llamar la atención y finalmente lo miré. Su cara estaba seria, piel clara, ojos hermosos, buena postura y unos rulos que me gustaría acariciar por horas. Mientras pensaba en su linda apariencia que contrastaba notoriamente con su personalidad..

(O eso creía)

No me había dado cuebta que él ya se había bajado del carruaje y estaba entrando a la casa. Subió las escaleras sin siquiera hechar un vistaso para ver si lo acompañaba.

- Agh, que grosero. - me quejé por lo bajo y una señora con aspecto amable apareció.

- lo lamento, ¿quién es usted? - su cara si iluminó al verme bien- Oh!, pero si usted debe ser la señorita Walsh, lo lamento no la había reconocido. ¿ya sabe donde es su habitación?.

- De hecho.. él subió sin decir nada.

- Oh éste niño, ya verá - se quejó por lo bajo mirando hacia el piso y gesticulando con las manos- no te preocupes, estos días estuvo algo agobiado. Ya casi es la hora del té, la mesa está servida, sientese donde guste.

La amable señora me guió al comedor y me senté en una silla. Al ver que se retiraba la llamé.

- Lo lamento, ¿como dijo que se llamaba?.

- Rose

- Oh, ¿Rose por qué no me acompañas?- sugerí, al ver que el amable de mi prometido, (noten el sarcasmo) no se presentaría y que la mesa podría llenar a 8 personas vi apropiado invitarla.

- No señorita, realmente aprecio el gesto pero no me gustaria molestar.

- No es molestia, en serio, esto es mucho para mi sola, no me gustaría desperdiciarlo. - mentí un poco, en parte era verdad, pero por otro lado no me gusta sentirme sola, algo totalmente distinto a estar sola. Al principió es difícil entenderlo, créeanme lo sé. Pero luego notas la diferencia abismal entre el uno y el otro.

Las horas pasaron, estaba aburrida, cuando terminamos de comer sobró comida, los días pasaron y Sherlock seguía igual, no lo veia porque siemñre estaba en su estudio trabajando en algún caso

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Las horas pasaron, estaba aburrida, cuando terminamos de comer sobró comida, los días pasaron y Sherlock seguía igual, no lo veia porque siemñre estaba en su estudio trabajando en algún caso.

Hasta que me cansé, decidí que haría algo más, no estaría todo el día encerrada en la casa. La hora del té tramscurrió de manera normal, yo y Rose, nadie más.

- Rose. - la llamé cuando terminamos de comer. - ¿Crées que podrías ayudarme a poner toda la comida que sobró en cestas?

- Por supuesto. - asintió, se preparó y cuando estaba todo listo tenía dos cestas llenas de comida. Las colgué una em cada brazo y trás despedirme de Rose emprendí camino a un lugar marginado. Donde si mi madre me viera me mandaría al manicomio de por vida.

El barrio de los pobres, de la gente que trabajaba en las fabricas y usaban arapos.

Ariana tenía un gran corazón, lleno de bondad e inocencia, pero el mundo no es el mejor lugar para un corazón así. La codicia y la avaricia lo llevan la mayoría de los corazones del planeta, como un chip automatico que usan en exceso.

Aunque el pensamiento de Ariana era totalmente distinto a lo que era la realidad; "la verdad y la bondad siempre ganan". O eso creía. Ariana no era tonta, es más, ella era todo lo contrario, pero lo que si es sería inocente. La inocencia en ella desbordaba. Pero eso no era algo con lo que Sherlock contara.

~☆La_Lady_L

Madame HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora