Epílogo

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Amaba los lunes.

Algunos no lo entenderán porque para algunos los lunes era igual a comienzo, pero para mí, eran igual a felicidad.

Felicidad de poder verlo a él.

Mi Yeosang.

_El naranja te sienta bien _Le sonreí a través del cristal que nos dividía.

Yeosang sostenía el teléfono para comunicarnos y también sonrió.

_Gracias por venir, Hwa _Me agradeció cómo lo hacía desde hace dos años y ocho meses. Las mejillas de Yeosang se calentaron y se volvieron iguales a dos pequeñas manzanas que quería comer.

_Deja de agradecerme, recuerda que cuando salgas me debes muchos besos _Le guiñé un ojo.

Yeosang se sonrojó aún más para luego observar los regalos que le había traído: libros, pollo frito y su pastel favorito.

No era tan bueno como él en la cocina, pero hacía el intento.

_Dime que esa no es Regina _Abrió sus ojos con pánico viendo la comida que debía darle a los guardias para que la inspeccionen.

_Tranquilo, aún no he cocinado a nuestra hija _Bromeó.

Yeosang hace una expresión de molestia y yo río. Amaba verlo enojado, era muy tierno.

_Aún faltan unos meses para que salga _Yeosang murmuró apenado_ Seonghwa sabes que no estás obligado a esperarme.

Yeosang había sido encerrado en la cárcel por tres años debido al asesinato de Seungyoon después de todas las pruebas que hubo por el abuso que sufrió durante tanto tiempo.

Yeosang era tan fuerte que cada vez que lo veía sonreír algo me llenaba el pecho. Sí, esto era felicidad.

Lo amaba y esperaría lo que fuera necesario para ser feliz junto a él. Agradecía que él también no se haya dado por vencido y siguiera la terapia dentro de la cárcel.

Lo estaba haciendo bien y todos los lunes no dudaba en recordárselo.

Tres años no eran nada si lo tenía junto a mí.

_Pequeño _Lo llamé_ No vuelvas a decir eso. Amor, te esperé dos años y te esperaría muchos más porque te amo y no hay nadie que pueda hacerme cambiar de opinión.

Yeosang derramó unas lágrimas y me miró con dulzura.

_Yo también te amo, Hwa _Apoyó su mano en el vidrio y yo también lo hice sobre la suya.

Lamentaba no poder tocarlo, sin embargo, sabía que sólo debía esperar un poco más.

Yeosang me sonrió y me siguió platicando sobre las actividades que realizaba para despejar su mente.

Seguimos hablando divertidos sobre todo lo que haríamos al salir y cuando él comentaba sobre los parques a los que ansiaba ir, yo lo oía con atención completamente enamorado.

Quién diría que el chico más hermoso del mundo amaría a un chico como yo, un tonto conductor de motos, un estúpido bromista, un jodido bad boy.

Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora