EPÍLOGO

760 78 17
                                    

Los primeros rayos del sol entraban por la ventana de la habitación. En Hawaii siempre hacía calor, y por algún motivo el aire acondicionado se había apagado durante la noche. La calidez de la habitación produjo que los muchachos arrojasen las sabanas fuera de la cama.

Compartiendo el mismo lecho, estaban acostados y aun dormidos Yuji Itadori y Megumi Fushiguro, quienes habían hecho el amor toda la noche y buena parte de la madrugada. Sus cuerpos completamente entrelazados parecían enredaderas: piernas con piernas, brazos con brazos, torso con torso. Respiraban pausadamente y al mismo ritmo.

Eran un solo ser.

«pipipipí pipipipí pipipií»

Un sonido molesto interrumpió la atmosfera cálida y tranquila.

—¡No jodas! Hoy es mi día libre y olvidé desprogramar el despertador— gruñía el pelinegro cuando la alarma sonó a las seis y treinta de la mañana. Al girarse para inclinar su cuerpo fuera de la cama, los dedos de Itadori le acariciaron la espalda baja y parte de los glúteos.

—¿A dónde vas? Quédate cinco minutos más—decía Yuji bostezando como lo hacen los gatos: con la boquita muy abierta y estirando todo el cuerpo.

—Solo apagaré la alarma—dijo alargando el brazo y sacando parte del cuerpo de la cama, buscando su celular para aniquilar de una vez ese sonido aturdidor.

La grandiosa vista de la parte posterior del cuerpo de Fushiguro le hizo agua la boca a su acompañante. Recorrió con la yema de los dedos la suave piel del costado izquierdo de su amado, le sintió las costillas, la espalda baja, las caderas...

—Quiero hacértelo.

—Eres insaciable, Itadori Yuji. Lo hicimos más de ocho veces.

—Quiero más.

Los dedos del pelirosa fueron insuficientes, así que con sus labios comenzó a dibujar caricias en la blanquecina piel de Fushiguro, quien se estremecía con cada beso. Los labios de Itadori eran carnosos y suaves, sentía la húmeda lengua como un pincel que lo rozaba y la punta de la nariz que exhalaba aire caliente a sus costillas.

Nadie podía resistirse a eso. Se acomodó en la cama, a modo de quedar debajo de Itadori que lo sujetaba por la cintura y ya estaba más que listo para entrar en él.

—Bueno solo una vez.

—Hmm ¿Por qué tan apurado, mi Fushiguro?

Megumi giró el cuello para mirarlo y con una media sonrisa le dijo:

—Tengo que preparar el desayuno y alistarme temprano. Hoy tengo clases de surf con mi instructor favorito.

Yuji jamás se habría imaginado que la cotidianidad lo haría tan feliz.

* *GRACIAS POR LEER* *

Espero que les haya gustado esta historia amigues ♥ 

EL REENCUENTRO ❤️ ITAFUSHI / FUSHIITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora